Considerado como uno de los museos más importantes del mundo, el Museo Nacional de Antropología de la Ciudad de México, posee una de las colecciones de arte precolombino más grandes del planeta.
Historia del Museo: pasado y presente
El antiguo Museo Nacional se encontraba en el corazón del Centro Histórico, en un edificio virreinal de la calle de Moneda. Fue siempre un espacio de interés para todos los mexicanos que asistían a admirar el legado de sus antepasados. Durante el sexenio de Adolfo López Mateos, Jaime Torres Bodet, promovió la apertura de aulas escolares y museos. La primera materialización de esta idea fue la Galería de Historia “La Lucha del Pueblo Mexicano por su libertad” ubicada en el centro de Chapultepec.
El diseño y planeación general del Museo Nacional de Antropología son únicos en la historia de la arquitectura moderna en México. Un equipo multidisciplinario de especialistas, concibió un espacio innovador, diseñado específicamente para albergar las colecciones arqueológicas y etnográficas más importantes del país y de Mesoamérica.
“Para el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, era importante que los mexicanos al salir de este recinto se sintieran orgullosos de su país y de su herencia cultural”. En 1965 México participó en la Bienal Internacional de Arquitectura, celebrada en São Paulo, Brasil, con planos y fotografías del museo. El jurado le otorgó la medalla de oro por su magnifica realización.
El paraguas ubicado en el patio principal del museo es, sin duda, el sello plástico distintivo de este importante lugar. El mensaje de la escultura/fuente resalta el mestizaje como factor de identidad nacional, la vocación mexicana por la paz y las etapas históricas por las que ha atravesado el país.
El diseño museográfico tuvo un impacto nacional y mundial. Las salas tienen alturas de diferentes alturas: tres metros y medio en la sección de los antecedentes y seis metros en las áreas donde se exhiben los grandes logros culturales. La Sala Mexica, una de las más importantes del museo, mantiene siempre la altura de seis metros, como una manera de exaltar a la cultura nativa de la capital mexicana.
El objetivo de crear un diálogo entre el pasado ancestral y el México moderno fue logrado usando, como un medio didáctico y museográfico obras de artistas contemporáneos. Los talleres se instalaron durante la construcción del edificio, lo que contribuyó a la formación de un ambiente de trabajo colectivo en el que se conjugan historia y reinterpretación.
La colección
La Colección del actual Museo de Antropología tiene una historia que se remonta a 1790, fecha del descubrimiento de la monumental escultura de la Coatlicue durante el gobierno del Virrey Conde de Revillagigedo, en un ejercicio de lo que más tarde se conocería como arqueología.
La escultura fue hallada gracias a los trabajos de nivelación realizados en la Plaza Mayor de la Ciudad y, por órdenes del Virrey, fue enviada al edificio de la Universidad para su resguardo. En diciembre de ese año sale a la luz la Piedra del Sol. Debido al interés por la pieza, las autoridades de la Catedral solicitaron al gobierno virreinal que les permitiera instalarla en el muro de la torre poniente.
Fue a partir de este momento en que se manifiesta el interés y cuidado de piezas de origen prehispánico, considerados desde entonces bienes culturales. Tras las Reformas Borbónicas, en 1750, la Colonia se encamina hacia una mayor obtención de bienes económicos para obtener un mayor control de las riquezas de las Américas. Sin embargo, comienza a despuntar un núcleo de la sociedad colonial con ideas ilustradas, de esta manera es que comienza un creciente interés por la historia y las civilizaciones originarias de los nuevos territorios.
En 1791 apareció la Piedra de Tizoc y la cabeza de una serpiente Xiuhcóatl. Ambas piezas fueron enviadas también a la Real y Pontificia Universidad de México.
En el gobierno de Agustín de Iturbide se dieron los primeros pasos para formar el Conservatorio de Antigüedades, años después, en 1825, ya durante el gobierno de Guadalupe Victoria, se anunciaba la creación del Museo Nacional. La colección inicial del Museo, que se encontraría en el edificio de la Universidad, se formó con los monolitos de la Coatlicue y la Piedra del Sol, que ya habían sido estudiados por Antonio de León y Gama, y se incorporaron piezas de cerámica y alabastro procedentes de la Isla de Sacrificios, así como objetos recuperados en los viajes realizados por Guillermo Dupaix.
Es en este ambiente cada vez más interesado por los grupos indígenas que algunos miembros de la elite de la aún llamada Nueva España comenzaron a adquirir “antigüedades” en sus colecciones particulares. Tal fue el caso del Conde de Peñasco y el del Conde de la Cortina, quienes cedieron parte de su colección al Museo. Poco a poco fueron creciendo los descubrimientos y se fue cubriendo más territorio en las exploraciones, hasta cubrir lo que hoy es México y buena parte de América Central.
No solamente creció el interés local por las culturas indígenas, a lo largo del s. XVIII el interés extranjero atrajo al Virreynato a numerosos exploradores en busca de estas piezas de las culturas perdidas de México. El pueblo maya fue uno de los más atractivos tanto para turistas, como para investigadores y coleccionistas. Los dibujos y fotografías elaboradas por gente como Catherwood, Maler, Maudslay y Charnay, así como sus publicaciones, aumentaron el interés por los pueblos prehispánicos.
La formalización del Museo como institución se da hasta finales del s. XIX a instancias de Lucas Alamán. Para 1841 destacaban entre las piezas del Museo: la Piedra de Tizoc, la Coatlicue, la escultura llamada el “Indio Triste”, recientemente adquirida; la gran cabeza de la diosa Coyolxauhqui; algunas figuras de Ehécatl; la figura del “Perro Mudo”, la representación de la figura mítica del ahuízotl y varias esculturas de serpientes emplumadas. A ellas fueron añadidos códices y manuscritos que habían pertenecido a la colección de Bouturini.
“Existen referencias de donaciones hechas al Museo por los habitantes de la ciudad, sin embargo, la falta de un registro formal impide conocer qué piezas fueron las que se adquirieron. En 1856, el director del Museo, José Fernando Ramírez, publicó una descripción de las piezas principales. Junto con las ya mencionadas en 1841, se señalan la “Lápida Conmemorativa del Templo Mayor”, “la atadura de años de Dos Caña” y un “Anillo de Juego de Pelota de Guerrero Decapitado”. El artículo detalla 42 piezas”.
Las salas y sus tesoros
El Museo Nacional de Antropología cuenta con 24 salas de exhibición, de las cuales 23 son permanentes y una está destinada a exposiciones temporales, que en ocasiones son muestras museográficas provenientes de diversos museos del mundo.
Las salas permanentes están distribuidas a lo largo de las 2 plantas del edificio. En la planta baja encuentras salas informativas de introducción a la Antropología y a la Arqueología, así como también una introducción a las culuras mesoamericanas desde sus orígenes hasta el periodo Postclásico, Las salas del segundo nivel están de
dicadas a la etnografía y en ellas se expone muestras de objetos materiales de cada una de las culturas que poblaron, y aún pueblan, México.
El orden de las salas responde a un criterio cronológico y concluyen con la sala Mexica, de entre las culturas que están representadas en el Museo pueden encontrarse: los Toltecas, los Mayas, las culturas de Oaxaca, las del Norte, las del Golfo, las del Occidente y las de las Sierras. No hay parte del territorio mexicano que no haya tenido una o más culturas indígenas floreciendo en sus territorios y no hay cultura alguna que no haya dejado algún tipo de vestigios que ahora se atesoran en las salas del Museo de Antropología.
La función del MNA
- La importancia del Museo Nacional de Antropología, radica en sus objetivos, que son:
- La difusión de la cultura prehispánica y la de los pueblos originarios actuales entre la población nacional e internacional, por medio de la exposición de las piezas de los acervos arqueológicos y etnográficos.
- La difusión, en forma accesible, de todo lo relativo a la antropología en México mediante las exhibiciones, conferencias, así como por las visitas guiadas.
- La conservación, registro y restauración de las colecciones arqueológicas y etnográficas, mismas que se encuentran entre las más valiosas de nuestro país y el mundo.
- El enriquecimiento del acervo cultural mexicano por medio de la investigación, publicación y difusión de los diferentes estudios que llevan a cabo dentro del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Guardianes del patrimonio
Además de la gran colección que se expone en las salas del Museo, éste cuenta con actividades culturales académicas en busca de una major comprensión y entendimiento de las culturas indígenas mesoamericanas.
Eventos de relevancia internacional se hospedan en el museo, como es el caso del Coloquio Internacional de Calendarios, donde se abordan culturas como la maya, pero que también se estudian diferentes sistemas de calendarización de regiones como China, Bali o los Andes. Además de coloquios, el Museo ofrece conferencias magistrales, uno de sus invitados más sobresalientes ha sido Erik Velásquez García, uno de los epigrafistas más importantes a nivel mundial, que ante el año en el que vivimos, discute sobre las supuestas profecías mayas del fin del mundo.
En un esfuerzo de educación continua, el Museo ofrece cursos sabatinos que se imparten por investigadores mexicanos y extranjeros y que cambian año con año. En 2012 los cursos se centran en los pueblos mayas prehispánicos y actuales y abarca: “El tzolk’in, un sistema de contar y entender el tiempo entre los mayas de Guatemala; Escultura monumental del sureste mesoamericano durante el período Formativo y Principios generales del calendario y la escritura jeroglífica maya”.
Parte imprescindible del Museo es la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, la cual cuenta con el acervo más grande de documentos antropológicos, etnográficos y arqueológicos más grande del país y la cual imparte cursos en diferentes niveles, ya sean cursos de especialización para investigadores, o series de conferencias de difusión cultural.
Con estas cualidades, con esta colección, con la constante invitación a los mexicanos, es que el Museo Nacional de Antropología es hoy por hoy, el museo Antropológico más importante de América Latina y uno de los más grandes del mundo.
En el corazón de la Capital mexicana la Historia, el presente y el estudio del patrimonio cultural mexicano se encarnan y se abren a la ciudadanía en este recinto. Dando a la Ciudad de México el tesoro de la historia y la responsabilidad de preservar la cultura y la identidad mexicana.RE
Texto:Alejandra Pimentel
Foto: INAH