Desarrolladores, inversionistas, empresarios, intelectuales, investigadores y observadores cuyo panorama abarca perspectivas originales, retos y propuestas para seguir desarrollando juntos a la nación.
Por qué seguir invirtiendo en México.
A diferencia de otros tiempos, en que la falta de desarrollo no nos permitió crecer, México hoy constituye una gran oportunidad para atraer nuevas inversiones, desarrollar proyectos que hacen falta y, por supuesto, para generar más y mejores empleos. Lo que presenciamos hoy es apenas la primera generación de todo lo que veremos en los próximos años; y lo que vendrá en cuestiones sociales será también muy importante, sobre todo en educación y salud. Tendremos la valiosa oportunidad de salvar los rezagos en poco tiempo.
Vivimos la era de las telecomunicaciones, que son el sistema nervioso de una sociedad que se informa y comunica cada vez más y mejor, de manera inmediata y con actualización constante. Es la era de los servicios, de las personas conectadas en tiempo real a través de todos los instrumentos de la comunicación.
Es inédito el hecho de que la crisis sistémica por primera vez esté en los países desarrollados y no en los emergentes como México. La explicación es que aquí contamos con un sistema financiero sano, tenemos acceso al crédito y un buen bono demográfico -al que es preciso darle oportunidades para que no se vuelva “pasivo demográfico”-, materia prima a precios convenientes para su intercambio en los mercados internacionales, un PIB alto, tasas bajas, instituciones sólidas y una infraestructura desarrollada, igual que los mercados de capitales. Estos factores hacen que nuestro país se encuentre en franco proceso de desarrollo.
Tenemos retos, por supuesto: hay que desarrollar nuestro capital humano, desarrollar nuestro sistema de educación y sistema de salud, construir y desarrollar capital físico, contar con seguridad física, con certeza jurídica para ser un país predecible donde la inversión pueda planearse a largo plazo, transparencia en las cuentas públicas, fortalecer nuestras instituciones y combatir la corrupción y la impunidad. Podemos con ello.
También tenemos riesgos, y uno muy grande es el de tener una visión a corto plazo, la cual nos llevaría a confundir los instrumentos en objetivos; a esforzarnos por lograr tener buenas cifras en los indicadores como el PIB, la inflación o la balanza comercial, y dejar de buscar que esa estabilidad se traduzca en inversión, dejar de desarrollar nuestro mercado interno, de crear empleos y dejar de tomar otras acciones constructivas que provocaran un bienestar real. En este escenario es pertinente preguntarnos: ¿Por qué invertir en México? Sencillamente por el potencial y la capacidad que tenemos, y por el gran momento en el que se encuentra nuestro país. México tiene todo por hacer y en el tema de desarrollo inmobiliario hay cuatro factores que nos parecen esenciales:
Reordenación urbana.
Transformar zonas mediante desarrollos inmobiliarios, como es el caso del reciclaje y reconversión de ciertas zonas en la Ciudad de México que cambian de industria a organizaciones de servicios, que además de desarrollo inmobiliario se mejore el medio ambiente, que existan más áreas seguras y de esparcimiento, para detonar el desarrollo de áreas cercanas por la plusvalía y la calidad de vida, por la actividad que generan, porque atraen inversión y generan empleos.
Como ejemplos pertinentes están las plantas de Loreto y Peña Pobre, dos fábricas que se transformaron en zonas de servicio, en núcleos comerciales, y los 300 empleos que generaban se convirtieron en 4,000 empleos permanentes. La transformación también se da en otros giros, como los servicios turísticos, un sector en el que se generan empleos totalmente nuevos. Un cambio así redibuja su zona de influencia.
Nueva relación IP-Gobierno. Es necesario tener una participación conjunta Iniciativa Privada Gobierno para favorecer el desarrollo de proyectos inmobiliarios, para lograr la evolución del entorno de las construcciones y por supuesto el desarrollo de infraestructura, tan importante para México. Si el gobierno hace proyectos con la iniciativa privada el déficit no se afecta y al mismo tiempo pueden alcanzarse más metas, como desarrollar actividades sociales, trabajar en desarrollos inmobiliarios y desarrollar los entornos de las zonas que se construyen.
Fortalecer el mercado interno: Necesitamos 250,000 millones de dólares por año para crecer entre 5 y 6 por ciento, y la inversión extranjera es de 13 mil millones de dólares. Incluso si se duplicara, sólo sería la décima parte de lo que necesitamos para alcanzar el progreso que nos lleve a ser un país desarrollado.
Un motor importante del mercado interno son los proyectos y las actividades económicas de alto impacto, tanto en empleo como en generación de consumo nacional. La infraestructura y el desarrollo inmobiliario tienen un impacto positivo inmediato en más de 40 ramas de la industria de la construcción y además en el sector financiero.
¿Por qué todo esto es posible? Porque las condiciones hoy en día son las adecuadas para poder hacerlo. Primero, porque estamos en una nueva era en la que lo importante es desarrollar los mercados internos, y eso nos permite remontar lo que durante mucho tiempo fueron rezagos y convertirlos en oportunidades. Segundo, porque hay tasas muy bajas y a largo plazo. La capacidad de financiamiento es muy importante; hoy en día tenemos acceso a recursos para financiar proyectos, factor que antes nos estaba vedado. Esa es una de las tantas oportunidades.
Hay mucho dinero buscando mejores rendimientos, debido a que las tasas han bajado prácticamente a cero en la mayoría de las economías desarrolladas. Hay capitales buscando proyectos viables, sobre todo de infraestructura y desarrollo inmobiliario.
Talento y trabajo: El cuarto factor es que hay promotores, desarrolladores, ingenieros y arquitectos no sólo serios y profesionales, sino con mucha capacidad de ejecución a nivel mundial.
Somos un país que lo tiene todo por hacer, invertir en México no nada más es una oportunidad: el riesgo grave es no hacerlo.
APP, camino a mayores inversiones.
Un paso decisivo en los esfuerzos por reducir el déficit de infraestructura en México fue el Programa Nacional de Infraestructura. Es preciso que desaparezca este déficit para mantener la economía de México competitiva con el resto del mundo, así como para estimular la creación de trabajos y el crecimiento económico. El Colegio de Ingenieros Civiles de México (CICM) ha elaborado un estudio que incorpora todas las necesidades de infraestructura que el país requiere, a realizarse durante los próximos 6 años. Creemos que esta propuesta es una base para los planes del próximo gobierno. Detalla más de 1,000 proyectos que requieren una inversión total de más de US$400 billones en infraestructura, transporte, agua, energía, turismo y desarrollo urbano. Esto significaría que la inversión en infraestructura sea aproximadamente un 5.5% del PIB.
La reciente aprobación de la Ley de Asociaciones Público Privadas, la cual adiciona mejoras al marco legal e incrementa el rol del sector privado, es un camino seguro para promover el incremento de inversiones, sean foráneas o locales, que permitan la elaboración de propuestas, así como la ejecución y operación de proyectos de infraestructura bajo este nuevo regulatorio.
La principal necesidad que existe para fortalecer y estimular al sector, es el financiamiento a largo plazo para los principales proyectos de infraestructura. La innovación en estructuras financieras, como los CKD´s lanzados hace varios años, es un paso positivo. Necesitamos más estructuras que permitan invertir los recursos de los fondos mexicanos de pensiones, para el desarrollo de infraestructura y el crecimiento económico y social, en un marco legal regulado. Así mismo, necesitamos que los bancos de desarrollo adopten un papel más activo con tasas competitivas y mayores incentivos que fomenten el mercado doméstico.
Creemos que el marco regulatorio actual es sólido y deberá continuar desarrollándose con el apoyo de los diferentes partidos políticos a nivel estatal y federal, utilizando estructuras probadas como los PPS ((Proyectos de Prestación de Servicios). También debemos establecer mejores procedimientos para la adecuada adopción de la nueva ley de APP y cualquiera que esté por venir. El cambio más importante que pudiera detonar el sector de la construcción e infraestructura, sería la realización de una reforma en el sector de energía en México, la cual es constantemente discutida en esta época electoral. Esperamos que la próxima administración y el Congreso consideren urgente realizar reformas en este sector.
Construir puentes de participación conjunta.
Durante el sexenio que está por terminar existió voluntad política por parte del Gobierno Federal y de los empresarios para invertir en materia de infraestructura; se tuvo un buen año en inversión, ya que ésta se duplicó en relación con el sexenio anterior, y lo ideal sería la continuidad de esta inercia. Sin embargo, se tuvieron detalles como la Ley de APP´s, la falta de una bolsa de proyectos que contemplara un análisis de factibilidad técnica y financiera, además de la liberación de derechos de vía, situaciones que frenaron parcialmente la inversión en infraestructura.
En la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC) estamos convencidos de que la prioridad en el próximo sexenio debe ser seguir impulsando la infraestructura. En este sentido se deben crear e impulsar iniciativas que promuevan y estimulen la inversión pública y la privada, en proyectos productivos generadores de empleo.
Entre las propuestas para dar mayor impulso a la actividad de la construcción en un corto plazo, se encuentran:
• Garantizar un espacio de interlocución constante y formal con el Gobierno Federal, mediante la reactivación del Consejo Nacional de Infraestructura, el cual permita planear la inversión de largo plazo.
• Impulsar y consolidar la participación de la MIPYMES de la construcción, a través de instrumentos de facilitación; entre ellos destaca lo correspondiente a financiamiento y liquidez, capacitación y adiestramiento, además de la urgente modificación de la Ley de Obras Públicas para que cumpla con la exigencia de los tiempos modernos, que apoye y promueva una nueva cultura laboral en cuanto a especialización y generación de alianzas estratégicas.
La CMIC está en pláticas con cámaras de otros países, especialmente con la española, para firmar un acuerdo que parta de un principio de equidad, transferencia de tecnología, adquisición de equipos y materiales nacionales.
• El fortalecimiento del mercado interno que permita a las empresas mexicanas competir en igualdad de condiciones con las empresas extranjeras que operan en nuestro país, mediante reglas claras y equitativas.
• El impulso de esquemas de participación público privadas para incrementar el alcance del gasto público en inversión, lo que nos permitiría ser más competitivos como país en diferentes sectores de la economía. Para ello es necesario contar con un reglamento de la Ley de Asociaciones Público-Privadas que permita un crecimiento ordenado, eficiente y expedito en un contexto de competencia y transparencia.
• Crear las condiciones para una buena y transparente implementación de los esquemas de participación público-privada en PEMEX.
• Que la Federación retome su papel como planificador de la ordenación territorial y la urbana, en completa coordinación con los estados y municipios.
Una planeación de infraestructura con visión de mediano y largo plazo, políticas públicas claras que permitan partidas presupuestales transexenales y multianuales, son factores que si se aplican impulsarán al sector turístico con un robustecimiento de largo aliento.
Tenemos claro que son fundamentales algunas reformas estructurales para detonar el crecimiento del sector en los próximos años. Actualmente la CMIC está promoviendo la adecuación de la Ley de Responsabilidades de Funcionarios Públicos, la Ley de Obra Pública y Servicios Relacionadas con las Mismas, y trabajando en la propuesta del Reglamento de la Ley de APP´s, que marca los lineamientos para su aplicación. Estos cambios y algunos más (adecuaciones a la Ley federal del Trabajo y una nueva reforma fiscal integral) permitirán impulsar la infraestructura y atestiguar un crecimiento benéfico del sector en los próximos años.
Un elemento de fortalecimiento en el desarrollo de México.
La infraestructura es y será siempre estratégica para el desarrollo económico de nuestro país. Para darle un seguimiento adecuado al Programa Nacional de Infraestructura, el próximo gobierno deberá darle un mayor impulso a la construcción de todo lo que significa la infraestructura; no sólo dándole continuidad a los programas que han quedado pendientes, sino también impulsando aquellos que por su naturaleza tengan un mayor impacto de carácter social y ecológico, para lo que sin duda se requerirá de la mayor inversión realizada en la historia de nuestro país.
Es preciso encontrar nuevos esquemas de inversión que vayan más allá de la pública o la privada, que impriman una nueva dinámica al sector de la construcción formal de nuestro país. Hago hincapié en que el ramo del petróleo, electricidad y comunicaciones serán los segmentos estratégicos para el próximo sexenio con una visión de mediano y largo plazo, las energías alternativas deberán ser el sector de mayor impulso, porque los recursos con que cuenta nuestro país nos pueden colocar en poco tiempo en una posición preponderante en este campo.
Mediante esquemas innovadores y modernos de contratación, asociación en participación y garantías, se podrá mejorar lo hecho hasta ahora y así atraer mayores inversiones. Pero para promover mayor inversión local y foránea, particularmente en la construcción de obras de ingeniería civil, de obra pesada, es mandatorio tener una visión moderna de política que deje atrás cualquier interés que no sea el progreso de la nación unida.
Para estimular y fortalecer el sector de la construcción en el largo plazo, la política fiscal sería un motor toral de la construcción en todo lo que se relaciona con infraestructura por lo que representa su ingreso, ya que se condiciona a que estos proyectos estratégicos puedan realizarse por haber también incentivos fiscales para la inversión privada, un aumento de la inversión productiva en sectores de la iniciativa privada en algunos de los rubros estratégicos, energéticos o de energía renovable. Todo ello, aunado a la inversión pública. El turismo indudablemente también juega un papel importantísimo. En este terreno también se requiere apuntalar las políticas económicas, las sociales y las ambientales; en otras palabras, buscar un crecimiento armónico y estructurado.
Ya se ha estado hablando de varias reformas trascendentales de lo que puede ser más urgente e inmediato, para impulsar este sector en México. En el aspecto legislativo, las reformas estructurales son el primer paso para impulsar, por ejemplo, el sector de la construcción, pero también a otros sectores que influyan en la economía de nuestro país. Deberán buscarse o brindarse estímulos de todo tipo a la inversión de tecnologías alternativas para la conservación de recursos naturales y el aprovechamiento de recursos renovables, tender más a hacia una cultura real de sustentabilidad y del medio ambiente.
Tomando en cuenta que puede haber proyectos que no sólo signifiquen consumo de cemento, sino también de concreto y de otros rubros –son cerca de 27 ramas de la economía las que inciden en la industria de la construcción--, la visión que tiene Cruz Azul del futuro incluye la mejora constante y permanente de la tecnología de producción en las plantas, nuestra contribución a la disminución de residuos que van a la atmósfera, el tratamiento de aguas residuales, control del ruido y sobre todo que dentro de este desarrollo tecnológico también hagamos patente la generación de nuevos empleos y lo que esto conlleva en todas las áreas de servicios. Y como industria, en lo particular, la visión de Cruz Azul es también servir como elemento de fortalecimiento en el desarrollo de nuestro país.
Que el Turismo sea una prioridad.
La única manera de que exista mayor inversión en el turismo en México es que sea rentable: primero le debe de ir bien a los que actualmente han invertido, para que de esta forma la nueva inversión entre, y esto se encuentra en función de la demanda. Si invertimos aumentaremos la oferta de servicios y por tanto sólo es buen momento cuando también la demanda aumenta. De otro modo no traeremos nuevas inversiones. En conclusión, necesitamos incrementar la demanda por nuestro turismo y por nuestros productos actuales para que les sea atractiva traer inversiones nuevas.
Para que México sea más atractivo ante el turismo internacional necesitamos incrementar y dirigir mejor las campañas de promoción y publicidad de nuestros principales destinos. Me refiero a aquellos que tienen la capacidad instalada, la infraestructura, la conectividad y que no cuentan con el problema real de la violencia que algunas ciudades en el país tienen. Esa es otra acción importante: reducir la percepción de riesgo que tienen los norteamericanos para viajar a México.
Pensando en el largo plazo, la continuidad en las estrategias efectivas que se han tomado recientemente son políticas pertinentes para fortalecer y estimular el sector. También seguir un mismo objetivo con una estrategia clara, y darle continuidad más allá que lo que se puede hacer en un sexenio de gobierno. En el mismo sentido es muy importante la unión en el sector privado, que trabajemos por un mismo objetivo y de forma coordinada.
Deberemos también seguir incrementando las inversiones en promoción, publicidad y relaciones públicas para promover los principales destinos turísticos de nuestro país.
Un impulso decidido al turismo en México requiere de cambios, algunos de ellos fundamentales: evitar que cada vez que haya cambio de Gobierno empecemos las estrategias desde cero, debemos de tener continuidad.
También cambiar la estrategia de marca país (México) por marcas destino. Cada destino con su marca, con sus atributos para así diferenciarlos entre ellos, con un mensaje atractivo y relevante para los mercados más importantes y naturales de cada destino en específico.
Deberíamos lograr tener el programa de pre-internación a EEUU de modo que en los principales aeropuertos de México, los norteamericanos puedan pasar migración y aduana norteamericana cuando regresan a casa. Esto nos permitiría que las llegadas de estos pasajeros fueran tratadas como “domésticas” cuando regresan a su lugar de origen y por tanto podríamos duplicar el número de vuelos sin escala a muchos mercados potenciales que hoy no tienen conectividad.
El nuevo Turismo
Ruta directa al desarrollo nacional
Cuando se trata de fomentar la inversión local y la foránea en el sector turístico, la clave está en la promoción. México tiene muchos destinos turísticos ya consolidados y una gran variedad de sitios que están esperando desarrollarse con un nuevo concepto en turismo de aventura, ecológico, de descanso y cultural, lo que nos permitirá dar a conocer múltiples bellezas naturales, la enorme belleza prehispánica, virreinal, la diversidad etnográfica, folclórica, gastronómica y las culturas populares. El secreto del turismo es crear destinos y renovar los existentes.
La marca “México”, por ejemplo, debe reposicionarse en muchos mercados tradicionales y en nuevos mercados internacionales, para atraer a sus turistas. Requerimos de una gran estrategia nacional que dé prioridad a la promoción turística como motor de desarrollo. Este es un sector que tiene grandes beneficios económicos, con efectos multiplicadores en varias industrias. La globalización nos da la oportunidad de generar divisas ofreciendo los mejores conceptos de entretenimiento, descanso, deporte y turismo de negocios en las convenciones.
Se requiere un conjunto de políticas públicas que integre las industrias de la construcción, la hotelera, restaurantera, del transporte terrestre y aéreo, del entretenimiento y la cultura, en especial las artes escénicas, así como la capacitación de personal, para que de manera integral el sector esté en condiciones de competir, consolidarse y conquistar nuevos mercados.
Deben darse algunos cambios fundamentales para impulsar el turismo en México. De acuerdo con el Instituto Nacional de Migración, el año 2011 cerró con una cifra de 9 millones 745 mil turistas extranjeros, lo que significó un descenso del 5.3% en comparación con el 2010. En 2010 la entrada de turistas foráneos a México fue de 10 millones 293 mil, mientras que en 2008, la mejor época para la industria, llegó a 10 millones 535 mil.
Estos datos indican que, hasta la fecha, la estrategia gubernamental en materia de turismo no ha dado la importancia ni el nivel de prioridad a este sector. Se debe reconocer la importante derrama económica que inyecta el turismo a los estados más necesitados de la población, desde los constructores hasta los prestadores de servicios y quienes atienden al turista en todas las etapas de su estancia. Se requiere conciliar la prioridad que gubernamentalmente se dé al sector con políticas migratorias, de promoción comercial e internacional y una oferta cultural que haga de México una potencia turística y cultural a nivel mundial. Es evidente que la seguridad y el control de la violencia deben ser parte fundamental de este conjunto de medidas para garantizar a los ciudadanos y a los visitantes los niveles de paz social que merecen.
El futuro se construye hoy
La privilegiada ubicación geográfica de México, colindante a lo largo de 3 mil kilómetros con la economía más grande del mundo, sus litorales, su cultura y su gastronomía hacen de nuestro país un jugador muy importante en la industria turística.
Al turismo de nuestro país le queda un gran potencial de desarrollo turístico por aprovechar. Hace falta generar las condiciones de certeza jurídica y una estrategia de promoción que incentiven y permitan, tanto a los inversionistas mexicanos como a los extranjeros, apostar por invertir y desarrollar destinos en México en vez de hacerlo en otros lados del mundo.
Parte fundamental de la estrategia para atraer turistas extranjeros a México es promover una mejor imagen del país hacia el exterior. Pero claro que eso no lo es todo: además se deben destacar muchas de las ventajas y bondades de vacacionar en México en comparación con otros países, y se deben desarrollar destinos turísticos de gran potencial pero que, por falta de inversión, promoción y rutas aéreas suficientes, se han quedado estancados.
Se requieren políticas públicas que generen una especie de círculo virtuoso en el sector. La inversión en infraestructura y su óptimo mantenimiento es fundamental para desarrollar nuestros destinos. Es básico contar con aeropuertos, carreteras y vialidades de calidad, así como servicios públicos adecuados a las necesidades del destino y a la altura de la imagen que se pretende proyectar.
Además, como se menciona arriba, debe existir certeza jurídica para los inversionistas y certidumbre de largo plazo. Esta combinación de factores puede convertirse en el cimiento de una estrategia eficiente y eficaz de promoción que permita desarrollar el destino y que la expectativa, tanto del turista individual como del mayorista, sea rebasada de manera positiva.
Además de mejorar la imagen de nuestro país se deben destacar las bondades de los destinos en términos de precio-calidad. Es importante que las estrategias de promoción sean consistentes y de largo plazo, aunadas a reformas que incentiven la inversión no sólo nacional, sino también de inversionistas extranjeros.
El tiempo apremia para insertarnos estratégicamente en el concierto de las naciones. Es urgente resolver diferencias internas y entender cuanto antes que el verdadero contrincante está afuera.
Llegó el momento de reconocer que el futuro se construye hoy y que no se construye solo.
Oportunidades para el Turismo mexicano.
¿Cómo mejoramos esto?
México tiene un enorme potencial turístico: contamos con una localización impresionante, unas playas increíbles y una gente cálida. Sin embargo ocupamos el lugar número diez a nivel mundial en recepción de visitantes y el número veintiuno en cuanto a captación de divisas. Tomando en cuenta lo anterior, es pertinente plantearnos las siguientes preguntas: ¿Por qué no estamos dentro de los cinco primeros lugares? ¿Por qué no estamos en el primero o el segundo, si tenemos como vecino a Estados Unidos?
Los turistas que recibe anualmente México de la Unión Americana ascienden a siete millones, mientras que el total de habitantes es de más de trescientos millones; entonces, si los turistas de los Estados Unidos suman el ochenta por ciento del total de los que nos visitan, deberíamos de estar aplicando el ochenta por ciento del presupuesto asignado a publicidad en competir por captar una mayor proporción de ese mercado.
En el caso hipotético de que el número de viajeros provenientes de Rusia que decide visitar nuestro país creciera cincuenta por ciento, debe tomarse en cuenta que la cantidad de entradas no precisamente se incrementaría en una proporción considerable -si originalmente cien ciudadanos rusos vacacionaban en México, sólo llegarían cincuenta más-. Y al el contrario, si el turismo norteamericano se incrementara en apenas un cinco por ciento, tomando en cuenta el numero de estadounidenses que viajan cada año la cantidad adicional de visitas sería sensiblemente mayor que el aumento de viajeros rusos.
Planteo una propuesta para equilibrar esta situación. Nosotros recibimos aproximadamente doscientos cincuenta millones de turistas al año; de ese número, unos de doce millones (4.8%) aportan el noventa por ciento de los ingresos. Lo interesante es que de esos doce millones, siete millones (58.3%) son norteamericanos. Entonces, ¿de qué estoy convencido? De tres cosas: Uno: De que es apropiado atacar varios mercados, pero lo más importante es concentrarse en el estadounidense, debido a que su población supera trescientos millones de habitantes (recordemos que únicamente captamos siete millones de turistas de ese mercado vecino). En este dato se basa la necesidad de que sea Estados Unidos la región en la que nos debemos enfocar en cuerpo y alma. Además hay que tomar en cuenta el alto poder adquisitivo de su población, nuestra cercanía geográfica, etcétera. Tenemos que encontrar cómo incrementar esas cifras.
Dos: Hemos notado que los turistas que llegan a México se van contentos y con el tiempo por lo general regresan. Esos clientes satisfechos vuelven a su país y platican su agradable experiencia aquí, por lo que son una razón más para enfocarnos en nuestro vecino del norte.
Tres: El norteamericano también es un turista que puede ir creciendo, comprar servicios como tiempo compartido, luego fraccional y con el tiempo hasta llega a adquirir alguna casa; los turistas de otras latitudes nos pueden dejar dinero, sí, pero difícilmente volverán recurrentemente y menos adquirirán alguna propiedad, principalmente por la distancia.
En conclusión, debe atacarse un mercado que ya deja una parte muy importante de ingresos, pero en nuestro caso no podemos olvidar que tenemos menos del cinco por ciento del pastel. Todo lo anterior deja claro que debemos conseguir actuar con continuidad, que no porque cambian los funcionarios del gobierno tengan que cambiar también las estrategias del turismo.
Vivienda digna, camino a la prosperidad de la Nación
Una casa y su comunidad son la plataforma sobre la cual la familia desarrolla los valores cívicos y éticos de los hijos, consolida su principal patrimonio y realiza sus sueños. En la familia se forma el sentido de ciudadanía de nuestro país.
México es mejor si tenemos buenos ciudadanos, y una familia sin techo o con una vivienda que no sea digna no puede formar buenos ciudadanos. Para construir comunidades dignas es necesario que quienes tienen y tenemos la responsabilidad de hacerlo, trabajemos en forma conjunta, ordenada y comprometida. El Estado debe tomar la responsabilidad que le compete: debe contar con un plan estratégico para el reordenamiento de las actuales ciudades que han crecido en forma desordenada y para las nuevas ciudades. Este plan debe considerar el reordenamiento territorial, los servicios, la infraestructura, el equipamiento y las comunicaciones necesarias.
A quienes construyen la vivienda corresponde efectuar las inversiones necesarias para que las viviendas formen verdaderas comunidades donde las familias puedan tener bienestar y calidad de vida. Este propósito sólo puede alcanzarse con el esfuerzo conjunto e integral de todos los involucrados, porque sólo así se puede garantizar el mejor desempeño en la ordenación territorial urbana y en la edificación de vivienda, así como la certidumbre y la confianza necesarias para impulsar el crecimiento sostenido de la inversión.
Cuatro décadas de éxitos y fracasos
Debemos reconocer que, durante años, el crecimiento demográfico y la expansión urbana del país han rebasado la visión estratégica y capacidad del Estado para administrar el uso del territorio y la ordenación de los asentamientos humanos. Hace 40 años, 71 localidades de más de 100 mil habitantes albergaban 27 millones de personas. El crecimiento demográfico y la migración del campo a las ciudades se han acelerado hasta llegar a sumar 93 ciudades con más de 100 mil habitantes en las que viven 53 millones de mexicanos, casi el doble que en aquel entonces.
Hoy, México tiene un déficit de 9 millones de casas. Esta cifra requiere gran atención en virtud de que 6 millones de estas viviendas corresponden a mexicanos sin afiliación a los organismos de vivienda. Para abatir el déficit de 9 millones de viviendas y hacer frente al crecimiento de la población, México requiere la construcción de 1 millón de viviendas al año durante la próxima década, lo que significa proporcionar un hogar digno a 4 millones de personas anualmente.
La expansión urbana ha tenido grandes repercusiones en infraestructura, servicios y vivienda; en este gran proceso se han dado historias de éxito, entre las cuales podemos contar al lnfonavit, el Fovissste, la Sociedad Hipotecaria Federal, la banca y las Sofoles, que llegaron a impulsar una política de financiamiento hipotecario y créditos.
Ese proceso registra historias de fracaso ya que nuestras ciudades, lejos de haber desarrollado alternativas de calidad de vida para la población, ha dado lugar a espacios desordenados, alejados de los centros de trabajo, insalubres, sin reglas de convivencia, donde aparecen la conducta antisocial, la violencia, la delincuencia y la ingobernabilidad, todo ello con un altísimo costo para México en todos los órdenes: en lo social, en lo político y en lo económico. Es un costo que, en caso de no ser solventado, tendrá severas repercusiones para las nuevas generaciones.
Sin duda es impostergable la construcción de vivienda en comunidades dignas en forma ordenada, atendiendo los siguientes tres elementos fundamentales:
• Como el primer instrumento de justicia social.
• Como instrumento para el crecimiento de la economía y uno de las vías más eficaces para la creación de empleo.
• Como eje de ordenación territorial, urbana y ambiental.
La construcción de vivienda es el único sector que reúne estos tres elementos potenciales que permitirá a la vez hacer frente a los retos sociales, económicos y ambientales del futuro urbano del país.
¿Qué planteamos?
I. Un Estado eficaz en materia de financiamiento.
6 millones de familias no tienen acceso a un crédito hipotecario porque no están afiliadas a los organismos de vivienda.
A esta cifra hay que agregar cerca de 8.5 millones de familias que, teniendo seguridad social, ganan 3 salarios mínimos o menos, lo cual es insuficiente para acceder a un crédito. Para que logren tener acceso a un financiamiento que les permita adquirir una cosa digna, proponemos lo siguiente:
1.- La cobertura universal del acceso al crédito hipotecario.
2.- El otorgamiento de subsidios a las familias de menores ingresos, que les permitan la adquisición de vivienda, que a la vez generen un efecto económico multiplicador y un retorno fiscal importante.
3.- La restauración del apoyo de intermediarios financieros no bancarios, como medio para fortalecer el financiamiento hipotecario a la población no afiliada, y el adecuado flujo del crédito puente mediante el fondeo de la banca de desarrollo.
4.- Un programa de inversión integral en infraestructura urbana y servicios públicos de la banca de desarrollo, basado en las necesidades de crecimiento planeado de las comunidades, así como la revisión y actualización de las reglas de operación de Banobras-Fonadin.
ll. Un Estado eficaz en materia de planeación urbana y ordenación territorial
1. Es impostergable revisar y reformar la legislación para que una eficaz concurrencia de facultades de los distintos órdenes de Gobierno permita la adecuada planeación del desarrollo urbano del país.
2. Se debe revisar y reformar la legislación agraria, ambiental, de vivienda, de aguas, de asentamientos humanos y de aquellas que se requieran para lograr la rectoría del Estado en la ordenación territorial.
3. Es necesario diseñar y aplicar una política de integración de reservas territoriales para usos urbanos que contribuya a la optimización del uso del suelo y a resolver, entre otros aspectos, la especulación del suelo, su incorporación irracional al uso urbano y el impacto en el encarecimiento habitacional.
lll. Un Estado eficaz con la participación comprometida de la iniciativa privada en la construcción del futuro urbano y habitacional del país, a partir de la certidumbre en la continuidad del crecimiento que garantice la inversión, el empuje industrial, el impulso al crecimiento económico y la formación de comunidades que cuenten con la estructura urbana de un México próspero.
lV. Un Estado eficaz por su fortaleza institucional para regir el futuro urbano y habitacional del país.
•Articular las funciones gubernamentales de ordenación territorial, desarrollo urbano, vivienda, asentamientos humanos y demás tópicos asociados, en una sola instancia funcional que dé sentido sectorial e integralidad a la Rectoría del Estado en esta materia, con apoyo de un Consejo Nacional público-privado que participe en la definición de estas grandes decisiones que demanda México.
Los desafíos que tiene nuestro país en materia habitacional son de proporciones formidables y los hemos enfrentado con inversión pública insuficiente. En 2011, la inversión total en vivienda fue de alrededor de 250 mil millones de pesos en créditos para 760 mil acciones, de los cuales únicamente 3.5% fueron recursos de origen fiscal.
Es impostergable interrumpir la tendencia que incrementa la autoconstrucción y la informalidad, tendencia que se agrava cuando la ocupación irracional de tierra se regulariza en vez de haberse evitado. El asentamiento irregular de miles de hogares por año condena a varias generaciones a la pobreza y a pésimas condiciones urbanas y de servicios.
De ahí que atender este rezago requiera de la definición de metas y estrategias consistentes, transparentes y de largo plazo; es decir, una política de Estado. La industria propone un horizonte de 10 años para arreglarlo. Hacer frente a los retos habitacionales de nuestro México conlleva un impacto colateral múltiple en otros ámbitos sociales, políticos y económicos.
Es el entorno habitacional el que ofrece las condiciones que garantizan la seguridad de las familias en inhiben la conducta antisocial; contribuye a recuperar la paz y la libertad. La vivienda constituye la fuente del patrimonio a partir de la cual la familia crea su propia riqueza, apoya la construcción de un México incluyente y sin pobreza, creando las clases medias del futuro.
Es en la casa y la comunidad donde se crea el entorno en que se producen los valores cívicos y de convivencia, se apoya la búsqueda de más educación y de calidad para todos. No hay un sector económicamente más dinámico que el de la vivienda, porque permite crecer para generar más y mejores empleos.
La profunda reordenación urbana y territorial que se requiere de un país significa un cambio radical en la estructura y operación de nuestras ciudades; esto es lo que proporcionará el bienestar a las familias Mexicanas y a la vez contribuirá a recuperar el liderazgo que ha tenido México en el ámbito internacional.
El Estado requiere de una amplia participación de actores sociales y políticos para hacer frente a los retos del desarrollo urbano y habitacional del país; entre ellos, de los municipios, las organizaciones comunitarias, el sector financiero, las agencias gubernamentales y, muy en especial, de los industriales, en cuya labor recae la responsabilidad de ofrecer a los mexicanos una vivienda digna, de calidad y en las condiciones de sustentabilidad que permitan el desarrollo de la familia y de la comunidad.
México tiene ante sí grandes desafíos; en materia de vivienda los retos son de extraordinarias dimensiones. El gobierno tiene la gran misión de promover el bienestar de los ciudadanos y asegurar que cuenten con los satisfactores fundamentales para el pleno desarrollo de ellos y de sus familias. Deseamos un nuevo México que considere el desarrollo de comunidades con la construcción de vivienda digna para todas las familias Mexicanas.
El futuro de México y el desarrollo inmobiliario
Los próximos años serán decisivos para nuestro país. Si hacemos las cosas bien podremos, a partir de la estabilidad económica de la última década, dar los pasos que hagan crecer la economía al ritmo necesario para crear los empleos que la sociedad demanda.
Una de las industrias que más pueden aportar a este crecimiento es la inmobiliaria, que genera derramas en el proyecto, la construcción y operación de los inmuebles, además de que eleva la base fiscal de las ciudades a través de los impuestos prediales.
La industria inmobiliaria mexicana es moderna y competitiva. Por su propia naturaleza se arraiga, no es especulativa ni monopólica. Para ella las reglas del mercado funcionan de manera casi perfecta: aumenta la oferta, disminuyen los precios y viceversa.
También es descentralizada y su actuación, si se conduce bien, puede contribuir a la sustentabilidad y al ordenamiento de las ciudades, ya que los desarrollos son cada vez más sofisticados y ambientalmente responsables en términos de sus consumos de energía, agua y de sus emisiones y descargas.
Pero su característica más importante es que funciona como el gran contenedor de la economía: los centros comerciales, las oficinas, los hoteles, los centros de espectáculos y convenciones, los hospitales y universidades producidos por la industria inmobiliaria albergan y permiten crecer y desarrollarse a aquellas actividades económicas que como el comercio, las finanzas o el turismo, más contribuyen al crecimiento del Producto Interno del país.
Además el sector inmobiliario produce las viviendas de todo tipo que permiten a las familias mexicanas garantizar un patrimonio y calidad de vida.
Por supuesto, corresponde al gobierno en sus distintos niveles alentar y conducir el desarrollo inmobiliario para lograr que las ciudades y las costas mexicanas sean cada vez más ordenadas, sustentables e incluso más armónicas y bellas.
Para ello será necesario que el próximo gobierno renueve sus inversiones en proyectos de infraestructura urbana para mejorar la movilidad, la sustentabilidad y el espacio público de las ciudades mexicanas. También será necesario que las regulaciones de uso de suelo y construcción sean inteligentes y prácticas, y que los organismos encargados de administrarlas sean honestos y eficientes.
Del lado de la industria inmobiliaria estamos listos. Tenemos la experiencia, la organización y los recursos humanos y financieros para lograr el crecimiento que México demanda.
Desarrollo modernoTres ejes: Planeación, Regulación y CUIs
Los últimos años de desarrollo inmobiliario se han caracterizado por el crecimiento urbano en antiguos ejidos, muchas veces alejados de los servicios y fuentes de trabajo; la falta de planeación integral en los desarrollos, generando grandes zonas que concentran algún sector y sin previsión para las áreas complementarias; la desarticulación de la movilidad urbana y la diversidad y mala regulación en los municipios o delegaciones. Todo esto fomenta la anarquía en el desarrollo integral urbano, bajo la constante indefinición clara de quién debe de hacer qué.
Debe de haber tres grandes ejes en el desarrollo moderno:
1. Planeación integral y de largo plazo.
2. Regulación congruente y promotora de un desarrollo urbano ordenado.
3. Desarrollo de Centros Urbanos Independientes (CUIs).
La planeación Integral debe contemplar el crecimiento ordenado y previsor de las necesidades de una sociedad urbana completa e integral.
No debe contemplarse sólo lo estrictamente indispensable, sino tener una visión de largo plazo que prevea la movilidad, los servicios, sustentabilidad, espacios públicos y sobre todo una infraestructura que permita no sólo crecer con orden, sino con calidad de vida.
Las autoridades deben ser reguladoras, promover el desarrollo ordenado, con infraestructura adecuada. Creemos que debemos generar nuevos modelos de desarrollo en los que la autoridad no sólo exija pagos o donaciones, sino que a cambio entregue verdaderos apoyos al uso urbano. Imaginemos que tenemos una regulación, que en vez de exigirnos una donación y pagos en efectivo para las autorizaciones, se exigiera edificar en los desarrollos paradas adecuadas de trasporte público, ciclo vías y áreas de esparcimiento para los colonos del lugar.
Por último, la promoción de Centros Urbanos Independientes contemplaría la parte habitacional, los servicios, fuentes de empleo, esparcimiento, movilidad interior, infraestructura de conectividad vial, etc., todo con miras a propiciar que los habitantes de una zona incrementen su calidad de vida, encontrando todos los satisfactores de la vida cotidiana en su propia zona independiente.
Nos permitimos recomendar una revisión a la estrategia de estado, los códigos de desarrollo urbano y que se ajusten a nuestra actualidad -por ejemplo, la falta de incentivos para proyectos verticales provoca muchas veces un crecimiento desordenado y altos costos para dotar de servicios a estos desarrollos. La regulación en cuanto al equipamiento requerido debería de tener mínimos a nivel país, para garantizar que el futuro esté ordenado y además tenga el equipamiento correcto.
La segunda experiencia es que hoy, para poder planear bien, son necesarias mayores extensiones de tierra, lo cual hoy casi sólo es posible con un conjunto de diversos propietarios. Por ello, las figuras de asociación en proyectos integrales son, además de necesarias, también lo más conveniente.
Los proyectos deben consensarse con los propietarios de la tierra, desarrolladores y por supuesto autoridades, dotando al ambiente proyectos con planeación de gran visión y regulados por la autoridad para ordenarlos desde su mismo origen.
Soluciones Urbanas Sustentables, una responsabilidad de hoy
El esquema de desarrollo urbano aplicado en México no es sustentable. Según las investigaciones, aproximadamente 15.2% de la emisión de gases de efecto invernadero provienen del consumo eléctrico en hogares y oficinas. Es preciso optimizar los planes de construcción, para que los desarrollos no se edifiquen lejos de los servicios, pues eso genera contaminación.
Con el objetivo de brindar, mediante desarrollos urbanos, un modo vida sustentable principalmente en los ejes económico, ambiental y social, se creó la organización Vivienda y Entorno Sustentable, A. C. (VESAC), la cual además representa un esfuerzo conjunto entre los sectores público y privado para consolidar las prácticas ecológicas en el país.
Con VESAC se reafirma la visión común que concibe la vivienda y el entorno como el espacio a través del cual los ciudadanos pueden mejorar su calidad de vida, generar ahorros económicos e incrementar la plusvalía de sus propiedades, optimizando el consumo de recursos naturales.
En ese sentido también se solicitó al Centro Mario Molina el desarrollo del Índice de Sustentabilidad de la Vivienda (ISV), instrumento con el que se cuantificarán los avances e identificarán las oportunidades que se presenten en el sector.
Por su parte, el Centro Mario Molina trabaja en estudios para definir estrategias para el desarrollo sustentable. Se comenzó por dividir al país en diez regiones. En cinco de ellas (Zona Centro, Golfo de México, Sur, Península de Yucatán y Golfo de California) ya se realizaron los primeros análisis, y en cada una se identificaron las emisiones de carbono y el potencial para implementar energía limpia.
En el Golfo de California, la zona hotelera de Los Cabos es la que tiene una huella de carbono más elevada y para contrarrestarlo se podría apostar por la energía eólica; en el Centro, con el caudal de agua del sistema del Valle de México se podría crear una microhidráulica; el sur hay posibilidad de generar energía geotérmica, además de impulsar la reforestación; en el Golfo de México se buscará almacenar los gases de carbono y en la Península de Yucatán es viable generar biodiesel.
También se han realizado tres investigaciones sectoriales en construcción, transporte y educación ambiental, a partir de las cuales se propuso impulsar una Norma Oficial Mexicana que se encargue de especificar la eficiencia energética y el nivel de sustentabilidad que requiere una edificación; impulsar un mecanismo que regule la eficiencia energética de los automóviles que se comercializan en el país y evitar que los vehículos no regulados de los Estados Unidos generen más contaminantes en México; además, crear una cultura ecológica con la distribución de materiales educativos a estudiantes de nivel básico.
En la atmósfera hay 40% más concentración de dióxido de carbono que la que ha existido en medio millón de años. De continuar esta tendencia, en menos de cien años se habrá modificado la composición de la Tierra de una manera parecida a la que ocurrió en el evento geológico del Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno, en el cual la temperatura del planeta se incrementó en promedio cinco grados. Si no modificamos esta dinámica, el aumento podría llegar a siete grados centígrados, situación similar a la que se presenta en una era interglaciar. Hay un 90 por ciento de probabilidad de que esta situación sea producto de la actividad humana y nuestra generación tiene la responsabilidad histórica de resolver el problema.
Medio Ambiente y Elecciones Los entornos ecológicos y políticos
Estamos ya muy adelantados en este proceso electoral, que culmina el próximo primero de julio, en el cual los mexicanos elegiremos a quien será el próximo Presidente del país. No obstante lo avanzado de dicho proceso, es sorprendente e inaceptable que si bien el tema del medio ambiente y los recursos naturales está inserto en las plataformas políticas de los Candidatos Presidenciables, el mismo ha estado prácticamente ausente de sus eventos, discursos y compromisos. Es decir, al igual que en el pasado, no se les está dando a estos aspectos la prioridad que se merecen, relegándolos a un cuarto o quinto plano. ¿Por qué?
Se entiende que las campañas se hayan enfocado en la economía, la seguridad, la creación de empleos, la educación, los migrantes y muchos otros temas que son relevantes en la agenda nacional. No obstante lo anterior, el tema del medio ambiente, el tema de la sustentabilidad, es de primer orden, de primer nivel y debe incluso ser considerado como de seguridad nacional ya que al final del día todo depende de la naturaleza, dependemos al cien por ciento de las condiciones ambientales, y si éstas no son las óptimas todo lo demás no tiene sentido.
Entre otras propuestas, los candidatos se han comprometido a:
Josefina Vázquez Mota, Candidata del PAN, dice estar comprometida con la sustentabilidad y el mejoramiento de las políticas públicas ambientales y para llegar a ello ha propuesto trabajar en la sustentabilidad de las actividades productivas, el desarrollo y planificación en costas, la educación ambiental, enfrentar el cambio climático. Andrés Manuel López Obrador, Candidato del PRD, está comprometido con un cambio en el modelo que ya no vea al medio ambiente como una fuente inagotable de recursos naturales de los cuales podemos disponer libremente para su explotación. Propone actuar en la mitigación y adaptación al cambio climático con un enfoque local.
En el caso de Gabriel Quadri de la Torre, Candidato del PANAL, tiene un compromiso con el mejoramiento y fortalecimiento de la política y los instrumentos ambientales contemplados en la legislación ambiental federal. Buscará que se eliminen los subsidios a los combustibles fósiles, llegar al año 2020 con una tasa cero de deforestación. Enrique Peña Nieto, Candidato del PRI-PVEM, está a favor de promover aquellas inversiones que sean respetuosas del medio ambiente y actualizar el marco legal ambiental. Buscará promover un sector energético ambientalmente amigable; mejorar el tratamiento de aguas y sus descargas, detener la deforestación.
El que el agotamiento y la degradación ambiental en México nos cuestan alrededor del 7.5% del PIB, el que hemos perdido el 65% del manglar en el país, el que hemos perdido bosques del 2000 al 2010 en el rango de las 195 mil hectáreas por año, y el que más del 40 % del agua disponible en México se desperdicia, todo ello y otras enormes preocupaciones ambientales, son un llamado a atender estos temas con urgencia, eficacia y eficiencia.
Necesitamos con la siguiente Administración Federal un Plan Nacional de Desarrollo que tenga como eje transversal a la sustentabilidad. Requerimos de una Secretaría de Medio Ambiente fortalecida y con jerarquía, de una Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) que sea independiente. México debe ser un país en el que se respetan y se hagan cumplir las disposiciones jurídico-ambientales, en donde se fomente la transición energética hacia las energías renovables, en donde se promueva el cuidado de los bosques, en donde se consolide el régimen de áreas naturales protegidas, en el que en el tema de la pesca se promueva un enfoque de aprovechamiento sustentable.
Los temas de la sustentabilidad son asuntos que a todos nos debe de interesar en beneficio de nosotros mismos, nuestras familias, nuestra salud y calidad de vida. ¿Se opone a alguien a esto?
Educación pública un bien valioso y compartido
La educación, como bien público, enfrenta el desafío de unir calidad con equidad. En México el desafío es grave porque la calidad de la educación y su reparto entre la generación joven es, en general, inaceptable.
Calidad educativa significa que enseñante y docente encuentren sentido en lo que hacen. El criterio es el interés con el que se empeñan en enseñar y aprender. Lo contrario es la pasividad, la rutina y la formalización del servicio educativo; un desinterés que causa el fracaso académico, la deserción y la débil preparación profesional.
Lo opuesto al desinterés es encontrar sentido en el trabajo académico y esto se logra si se empalma la capacidad del que enseña con el deseo del que aprende. Si se estorba este encuentro disminuye la autoestima y crece el desaliento social.
El servicio educativo se instituyó y opera de manera autoritaria: pocos deciden y la mayoría debe cumplir en tiempo y forma. Esto es contrario a una educación de calidad. Si no hay libertad en el encuentro de maestro y aprendiz, termina en simulación y deterioro personal. El desafío es lograr que se actúe con verdad y en libertad; reconocer el carácter ético de la relación educativa.
El carácter ético permite ver que calidad y equidad deben ser inseparables. Para lograr la autenticidad de esa relación, los maestros deberían poder ofrecer sólo los temas que dominan, independientemente de una dosificación estándar, esperar que los estudiantes elijan de acuerdo a su interés y actuar como tutores.
La experiencia al crecer en sociedad confirma el carácter activo del aprendizaje; confirma que sólo con interés se activan la capacidades innatas y sólo con esfuerzo es posible aprender. Lo propio del servicio público debería ser alentar intereses y propiciar variedad de situaciones.
Para transformar la cultura escolar hay que reacomodar funciones entre quienes administran el sistema y los actores principales. No puede haber desempeño profesional en los maestros cuando la autoridad impone secuencias, ni interés en los estudiantes cuando carecen de opciones y de atención personal. El remedio será sentar las condiciones para que se asegure el encuentro entre ambos. La condición básica será propiciar este encuentro personal; la condición secundaria será asegurar los medios externos.
El principal escándalo que provoca esto es la persuasión de que los maestros no actuarán profesionalmente y que los estudiantes no tendrán la madurez para proceder con libertad. Desde la perspectiva económica, el obstáculo es la escasez de recursos. Desde la perspectiva ética, por el contrario, el principal recurso educativo son las personas. La calidad y la equidad educativa están al alcance de cualquier maestro y cualquier aprendiz. No se necesita que primero lleguen las nuevas tecnologías o que se elaboren mejores programas y textos; tampoco hay que esperar que los salarios o el equipamieto de los centros escolares sean equiparables a los de países más ricos. El recurso está en la capacidad de todos para enseñar y en la necesidad de aprender.
En las relaciones personales de tutoría se teje una red en la que todos demuestran esas capacidades. La relación tutora se establece para adquirir una competencia real, valiosa y demostrable, por lo que la evaluación personal y la satisfacción del aprendiz lo llevan a comunicarlo y a enseñarlo a otros. Así se asegura la calidad de lo que se enseña con conocimiento y se estudia con interés y empeño; se asegura la equidad del servicio, la confianza de que son capaces y el compromiso de compartir saberes. La empatía con la que el tutor imagina y conoce en todo momento la condición del aprendiz y la confianza y la verdad con la que el aprendiz ve a su tutor, hacen que en el diálogo se superen barreras.
El papel de la administración es sostener las redes de tutoría. La pretendida escasez de docentes, que ha justificado la masificación de la enseñanza, cede a la multiplicación de oportunidades de aprender y enseñar.
El cambio educativo tiene que partir de dentro hacia fuera, con el apoyo de las autoridades, pero con la fuerza de quienes lo viven. Los recursos actuales son suficientes. Las instalaciones y los gastos de operación están asegurados en los presupuestos. Para incrementar la inversión pública, el argumento decisivo serán los buenos resultados.
Hay experiencias que demuestran la viabilidad de las redes de tutoría . La calidad y la equidad se aseguran porque nadie aprende algo tan bien como cuando lo enseña, ni la relación es más equitativa que cuando los aprendizajes se comparten en diálogo. La experiencia de quienes han promovido y/o estudiado reformas educativas a gran escala coinciden en flexibilizar el sistema, promover la creatividad a la base, fomentar el diálogo, alentar intereses y profesionalizar con reflexión colegiada la práctica educativa.
En busca de un frente integrado
Actualmente en México existe la posibilidad de una reforma institucional de la presidencia. Lo que hace nuestro sistema es entregar todo el poder al ganador de la elección, enviando prácticamente al destierro político a quien queda derrotado.
La reflexión anterior fue hecha por Jesús Silva-Herzog durante una entrevista en la que abordaba el proceso electoral en curso. En la plática puso énfasis en una situación específica: “Llevamos ya un buen número de años atorados en el país. Creo que ningún actor político, en ningún campo de nuestro debate electoral, puede celebrar lo que ha pasado en el ámbito político en los últimos 12 años.”
En su opinión, los mexicanos debemos procurar dispositivos para alcanzar una presidencia integradora donde los distintos actores políticos confluyan: “Tiene mucho sentido pensar que el espacio del Ejecutivo sea mucho más hospitalario a la diversidad, que reciba distintas vertientes políticas y que sea, más que un espacio de ratificación de lealtad personal al presidente, un campo de negociación y de conciliación de distintos proyectos políticos.”
El poder que no se entiende como una responsabilidad compartida, difícilmente puede entregar buenas cuentas.
En el análisis manifestó que las coaliciones son una alternativa, tomando en cuenta los ejemplos de otras democracias latinoamericanas que han encontrado en ello una opción para avanzar en la búsqueda del ideal democrático: “El poder que no se comparte no produce grandes cosas; el poder que no se entiende como una responsabilidad compartida, difícilmente puede entregar buenas cuentas. No hemos aprendido esa lección en México y sería bueno estar atentos a ella.”
En cuanto al debate de las reformas del Estado, Silva-Herzog las ve como parte de un proceso gradual. Por un lado argumenta que no hay razón para desestimarlas y por otra parte las percibe como deficientes: “No se tocaron puntos esenciales de la vida democrática del país. Particularmente apuntaría el hecho de que seguimos teniendo esta anomalía de carecer de un mecanismo de reelección para legisladores, alcaldes, presidentes municipales y eso es muy desafortunado…
“Es muy positivo que tengamos un sistema político que rompe el monopolio de los partidos para las candidaturas a puestos de elección popular; me parece acertado que, aunque sea con timidez, se abran los mecanismos de participación directa a través de la incitativa o las consultas populares; también tiene sentido que le demos al presidente de la República un poder para definir sus prioridades y llamar al Congreso a pronunciarse sobre ellas.”
También se ha ocupado con dedicación a otros aspectos del sistema democrático mexicano, en particular al sistema electoral: “México no tiene segunda vuelta para decidir su elección presidencial. Todo se resuelve en un día. Para ganar no se necesita un porcentaje mínimo, se requiere simplemente tener más votos que el segundo lugar.”
En sus publicaciones hace notar que las elecciones se desarrollan en dos tiempos: en un primer momento hay una confrontación abierta en la que el puntero se empeña en mantener su delantera mientras que los contrarios compiten por ser su contrapeso; una segunda etapa arranca cuando se define cuál es el candidato que está en la posibilidad de desbancar al puntero y en ese momento toda la atención se cataliza en los dos. Al definirse esta situación, los electores se encuentran en una disyuntiva: “Seguir respaldando al candidato que ya no tiene ninguna posibilidad de triunfo o abandonarlo para respaldar la opción que detesta menos. El voto de conciencia puede ser un desperdicio; el voto útil puede sentirse como una vergüenza. El elector sentirá que tira su voto a la basura o que debe taparse la nariz al votar. Esa es la terrible dificultad de quien vota sin entusiasmo.”
Ha invertido esfuerzo en analizar el fenómeno reciente de las movilizaciones estudiantiles: “Dos impulsos cívicos han animado las protestas recientes: reivindicar el derecho a la discrepancia y reclamar veracidad a los medios. Ejercicio de la crítica y exigencia de verdad.”
Más allá de deslumbrarse por una primera impresión, el maestro Jesús Silva-Herzog hace hincapié en que los resultados en las urnas suelen contradecir lo manifestado en las plazas. Sin embargo resalta el impacto que han tenido las movilizaciones en el proceso electoral actual y su cuestionamiento hacia los medios: “Es de celebrar que una nueva generación se involucre en la política y haga oír su voz. No será fácil la conservación del ímpetu, tras la primera descarga emotiva, tras el descubrimiento de la calle y el hallazgo de las adhesiones. El camino por delante será mucho más difícil, si es que existe.”
Los nuevos desafíos de México y el Mundo
Conocemos los problemas. Ignoramos las soluciones. Sabemos que vamos, pero no sabemos con exactitud a dónde vamos. Esto es propio de la historia, hay fechas en que ocurren grandes cambios aunque ignoramos el destino de los mismos.” Con esas palabras Carlos Fuentes, escritor con una de las carreras más prolíficas del México actual, se refirió al periodo de transformación que atraviesa el mundo contemporáneo. En colaboraciones para diarios nacionales ofreció un panorama amplio de la coyuntura internacional: “Hoy Europa sufre una doble crisis: de instituciones y de porvenir. Los Estados Unidos siguen siendo una gran potencia, pero ya no son la única. China, Brasil, la India han ascendido a los primeros lugares. Hay nuevos polos de poder global, pero persisten muy agudas diferencias sociales. Y hay nuevos procesos de información.”
Si bien Carlos Fuentes falleció hace poco, nos legó una serie incontable de reflexiones que podemos rescatar de la prensa de diversas nacionalidades y de entrevistas realizadas en distintos medios, que abarcan una amplia gama de temas, en particular lo que él consideró “Un tiempo de transición del que aún no sabemos qué es ni qué nombre ponerle, porque es un tiempo de cambio, pero que pronto lo sabremos”. Sus reflexiones giran en torno al nacimiento de los movimientos democráticos en Medio Oriente, las protestas en Estados Unidos, España, Italia, Gran Bretaña o Chile; a los fenómenos migratorios de América Latina hacia América del Norte, y de África a Europa en busca nuevas opciones de desarrollo y justicia: “Entendiendo que en un mundo global se moverán no sólo las cosas, sino las personas también.”
Su visión plantea un riesgo nuevo con el surgimiento de fenómenos como el privilegio y la xenofobia, lo cual propuso contrarrestar “Con Estado, con empresa. Con sociedad civil. Todo reunido para una época distinta, amparando tiempos anteriores en que se infló demasiado al Estado o se le dio excesiva confianza a la empresa. La sociedad civil como norma reguladora.”
En esta era de transformación, “empieza a verse claro que las tradicionales clasificaciones de ‘izquierda’ y ‘derecha’; ‘norte’ y ‘sur’; ‘laico’ y ‘religioso’, están en un momento de cambio profundo hacia nuevas nomenclaturas propias del cambio de civilización al que, nos guste o no, asistimos.”
En el caso de los problemas que afronta México manejó una postura clara y una solución contundente: “Si no tienes educación descuenta lo demás, no tienes nada de lo demás; tiene que ser un propósito fundamental de la temática mexicana.”
Acerca de los desafíos que se le presentan al país en este contexto de renovación, abordó temáticas de distintos órdenes, las cuales convergen siempre en un solo problema: educación. En una de sus múltiples entrevistas comentó: “El país ha crecido enormemente. Entonces tenemos un problema de infraestructura, de carreteras, de represas, de comunicaciones, de desarrollo urbano, de educación, de salud; nos hemos quedado atrás con respecto a estos temas. Cuando yo pienso que Vasconcelos, ministro de educación del general Obregón, empezó una campaña alfabetizadora cuando el ochenta o quizá el noventa por ciento del país era iletrado, se lanzó a enseñar a leer y escribir; los maestros regresaron sin orejas, muertos, pero el propósito estaba ahí. Y ahora no ha habido ese propósito central de llevar educación a los mexicanos.”
Más allá de la postura crítica que mantuvo sobre el proceso electoral del 2012, su visionaria radiografía del México en este momento de transformaciones anticipó un elemento activo de la sociedad contemporánea: la juventud. “Necesitamos una gran renovación política en el país. Los que van a dar esa renovación son los jóvenes, no sabemos por dónde ni cuándo; es un misterio, pero la democracia mexicana necesita un gran empujón hacia adelante. No se puede dar una democracia nueva con elementos viejos”. Y al recordar los orígenes populares de los líderes de la última gran renovación política de México, la Revolución, aseveró: “No sabemos quiénes van a ser los protagonistas del siguiente gran movimiento mexicano. En un país donde la mitad de la población es joven, va a haber líderes jóvenes, no nosotros. Va a haber mucha gente, que no sabemos quiénes son ahora, que va a surgir para dirigir este país, para encauzarlo: movimientos, ideas, mil cosas nuevas. Es un movimiento que va a corresponder a lo que es el país: un país de gente joven con una política vieja. Entonces, hay que hacer una política joven con gente joven; lo van a hacer ellos, no nosotros.
Texto:Real Estate Market & Lifestyle