Vivimos un momento en el que la Ciudad de México y la nación requieren inversión y generación de empleos, por lo que no nos podemos dar el lujo que una licencia en la Ciudad de México se tarde más de 24 meses; es una locura que afecta a todos.
Este es el momento en el que Gobierno y desarrolladores debemos vernos como socios estratégicos. Necesitamos ayudar a las autoridades para que sean mucho más ágiles, cumpliendo con las normas correspondientes. Habemos desarrolladores que tenemos los recursos listos para invertir, pero estamos parados por el tema de permisos y licencias. Esos tiempos de espera actúan en contra de la tasa interna de retorno.
Todos tenemos que generar y acelerar inversiones, y para ello, debemos asegurarnos de que las que están en puerta se realicen. Tenemos que trabajar de la mano conjuntamente con el poder federal, estatal y local.
Otro tema crítico para este año es que los desarrolladores tengan que reflejar en los precios finales de sus productos el aumento en los costos de la construcción.
El índice de precios de la construcción subió 9% el año pasado, más del doble que el Indice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) general. Eso le pone mucha presión a los costos de construcción, que hasta ahora no se ha reflejado todo en el precio final del producto, pero en la medida que siga creciendo, vamos a ver presión al alza por la inflación de la construcción.
Por otra parte, tenemos que cuidar que los usuarios finales tengan la liquidez necesaria para comprar o rentar, adecuar los productos que tenemos en el mercado, hacerlos más atractivos.
Vivienda en renta:
un buen nicho
Pese al contexto, habrá oportunidades. Las más tradicionales, las que siempre se dan en momentos como éste, son astringencias financieras para algunos tenedores de activos, mismas que son aprovechadas por quienes están líquidos y listos para entrar al mercado.
Por otra parte, la vivienda en renta, en un contexto de contracción para este y el próximo año, es otra buena oportunidad porque la gente tal vez no tiene la capacidad para comprar una vivienda y su opción será rentar. Aquí hay un nicho de negocio muy importante.
La compra de vivienda seguirá teniendo un panorama halagüeño, mientras exista crédito hipotecario para el usuario final en rangos razonables. Históricamente, en México la vivienda ha sido un producto que en el mediano plazo ha recuperado su valor contra la depreciación del peso, y ha sido una opción para protegerse contra estos movimientos. La gente sigue buscando la oportunidad de proteger sus activos en el tiempo, y en ese sentido vemos una demanda firme de este producto.
En la parte hotelera, por la depreciación del peso, nos hemos vuelto extremadamente atractivos para el mercado americano y canadiense, tanto para el turismo que va y viene como para quienes están buscando comprar una propiedad vacacional.
En lo que se refiere a oficinas, particularmente en la Ciudad de México, hay ciertas zonas que ya presentaban una sobre oferta y tenían una expectativa de cierto crecimiento con relación a la economía americana, y que ahora le están poniendo más presión al mercado. Creo que esto va a empezar a mejorar; algo similar está pasando en la parte industrial.
El Real Estate es un sector en donde las inversiones se planean a mediano y largo plazo. Nosotros estamos consolidando los proyectos que tenemos en oficinas y vivienda. Contamos con la solidez para llevarlos a cabo, aunque estamos siendo más selectivos en el análisis de inversión de nuevos proyectos, y solo vamos a considerar los triple A.
Contexto incierto
2017 va a ser un año complicado para la economía nacional. El presidente Trump ha marcado algunos lineamientos de política económica, pero que no es claro en cómo los quiere implementar para el mercado mexicano; eso genera gran incertidumbre entre los operadores de negocios e inversionistas en México, y frenan, disminuyen o retrasan algunas decisiones.
Por ejemplo, en el sector de oficinas vemos gente que normalmente estaría buscando ampliar sus oficinas o cambiarse —porque vienen términos de contratos en uno o dos años—, pero que ahora mismo siguen analizando, quieren tomar decisiones hasta que haya más certidumbre, y eso nos está afectando a todos.
Por otra parte, algunas empresas que traen contratos en dólares, dada la depreciación del peso y la incertidumbre cambiaria, están regresando a la mesa a negociar la relación peso-dólar, tratan de poner un tipo de cambio “preferencial” fijo para que ellos, a su vez, puedan proyectar sus requerimientos de flujo y hacer frente a los contratos que tienen.
Texto:Enrique Téllez
Foto: TERRAFORMA