Considerada como un ícono de la arquitectura del siglo XVI, rodeada por hermosos jardines, Hacienda Amanalco es el gran secreto que guarda la ciudad de Cuernavaca.
En el barrio de Amatitlán, entre las calles de Abasolo, de la Estación y del Arco en la ciudad de Cuernavaca, estado de Morelos, se aprecian los restos de lo que fuera el ingenio azucarero de la Hacienda Santa Ana Amanalco.
El establecimiento de la Hacienda tiene su origen en una merced otorgada por el conquistador Hernán Cortés a uno de sus mayordomos, Bernardino del Castillo, encomendero de “…Ygualapa, que es en la mar del sur” y que seguramente conocía algo de la industria azucarera. Se dice que en 1531 y ratificada en 1536, el paraje de Amanalco, constaba de 300 varas de alto por 200 de ancho, o sean aproximadamente 49, 000 metros cuadrados. Se sabe que por otras mercedes obtenidas o bien por la compra a vecinos, la extensión de las tierras de Bernardino del Castillo fueron significativamente incrementadas; en ellas llegó a cultivarse también el jengibre (originario de las Indias Portuguesas y traído de Castilla) y que era enviado a España en gran cantidad.
La merced entregada por Cortés a Bernardino del Castillo y cuyo original perteneció al señor G. R. Conway, quien en edición privada la hizo pública al dar a conocer el testamento de Hernán Cortés, dice:
Don hernando Cortes marques de valle de guaxaca, capitan genl. de la mar del sur por su magt. E. cC. Acatando los buenos y leales Svis. que vos bernaldino del Castillo mi mayordomo me aveis hecho y Espero me hareis de aqui adelante por ende en Remuneracion y gratificacion dellos y por os hazer bien y mrd. Es mi voluntad y quiero que agora y pa siempre Jamas pa vos y vros. herederos y subceffors y pa el que de nos o dellos lo uviere de aver con justo titulo, ayais y tengais por cofa vra. propia. Un pedaco de tera en esta mi villa quaonauac. En el termino y pago q los naturales della llaman Amanalco en que ay enella trezientas bracas de tera en largo y dosientas en ancho, con sus Arboles piedras y aguas q le pertenescen las quales dhas bracas de tera an de ser […]
De su esplendor y auge subsiste un acueducto que cuenta con un muro ciego de 29 metros de largo y siete arcos con una longitud de 37 metros por dos de ancho. La altura del monumento, en su parte más baja, alcanza seis metros y el claro de los arcos es de cuatro. Dentro de la actual Hacienda Amanalco se ubican seis de sus arcos y el muro ciego; el séptimo cruza sobre la vía pública y de ahí deviene el nombre de la calle.
Durante los siglos xvi y xvii, pleno esplendor del ingenio Amanalco, se menciona que el trapiche se movía por medio de caballos pues era difícil conseguir mano de obra indígena. Sin embargo, se sabe que fue de los más importantes en la zona, pues cuando el virrey, Conde de Monterrey, envió al veedor Adán Díez Texeiro demandando que su sueldo fuese cubierto a su importancia, por los ingenios del área, quienes pagaron la tercera parte de estos honorarios fueron el marqués en Tlatenango y el Caballero en Amanalco.
Otro dato interesante de la época es que era frecuente que un ingenio moliera la caña de otras haciendas, especialmente si existían nexos como los antes dichos y así vemos que en Amanalco se procesaba caña de Tlaltenango y de los campos de Atlalcomulco.
En multiples ocaciones la hacienda paso de mano en mano hasta que en 1834, la adquiere don Vicente Eguía, poderoso hacendado también dueño de la hacienda de San Vicente y sus anexas. Probablemente para esa época ya no funcionaba el ingenio Amanalco, pues la razón principal que llevó a Eguía a comprar la finca fue el poder ofrecerla en intercambio a los moradores del poblado de San Luis Amatitlán, que originalmente estaba cerca de la mencionada hacienda de San Vicente.
Termina así la existencia de esta Hacienda que llegó a tener 750 hectáreas de terreno y que fueron intercambiadas, casi todas, por alrededor de 87 del antiguo Amatitlán, quedando sólo el conjunto arquitectónico abandonado hasta que entre los años 1992 y 1993 le fue vendida a sus actuales propietarios, quienes se han encargado de su restauración y cuidado, haciendo un esplendido trabajo.
Fácil acceso:
Hacienda Amanalco se encuentra en el corazón del antiguo barrio de Amatitlán, en el centro histórico de la ciudad de Cuernavaca, Morelos, a sólo 45 minutos de la Ciudad de México.
Superficie |
3,768 m2 |
Construcciones |
1,373.37 m2 |
Casco antiguo |
182.65 m2 |
Casa anexa |
262.48 m2 |
Edificio |
609.72 m2 |
Bodega |
91.67 m2 |
Casa con fachada hacia la calle del Arco |
226.85 m2 |
Jardines |
1,112.47 m2 |
Patios |
971.60 m2 |
Cisternas con hidroneumático |
47 m3 |
La entrada principal es por la calle del Arco s/n, Col. Amatitlán.
¿Cómo llegar?
Tomar salida hacia el IMSS sobre la avenida Plan de Ayala. Al ubicar el octavo semáforo, a la izquierda, está la calle del Arco (la entrada al estacionamiento es por la calle de la Estación).
Alternativa ingresando desde Plaza Cuernavaca:
Tomar avenida Plan de Ayala. Al ubicar el tercer semáforo, doblar a la derecha para ingresar a la calle del Arco.
Texto Real Estate Market & Lifestyle
Foto: Hacienda Amanalco