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La iluminación inteligente ha experimentado una transformación significativa, evolucionando desde una simple herramienta para la conservación de energía a una plataforma para la innovación urbana.

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La próxima ola de iluminación inteligente se está configurando gracias a avances que favorecen infraestructuras de red heterogéneas y más flexibles

Durante las últimas dos décadas, la primera generación de iluminación inteligente buscó la máxima eficiencia energética mediante la sustitución de las farolas tradicionales por LED e integrando sistemas de control remoto.

Esta etapa inicial ofreció claros beneficios económicos al reducir el consumo de energía y los costos de mantenimiento, a la vez que contribuía a los objetivos de sostenibilidad al reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Hoy en día, nos encontramos en la segunda generación, donde el papel de la iluminación inteligente va mucho más allá del simple ahorro. Los sistemas cuidadosamente diseñados son reconocidos por su impacto en la habitabilidad, la seguridad pública y el atractivo urbano, ya que la iluminación contribuye a la transformación de los espacios públicos, el embellecimiento de parques y monumentos, e incluso a la prevención y seguridad ante el delito. 

Este cambio posiciona la iluminación inteligente como un componente integral de la estrategia más amplia de una ciudad para el desarrollo urbano.

La magnitud de esta transición es evidente: Berg Insight estima que los 33 millones de farolas inteligentes que existen actualmente en todo el mundo aumentarán a 100 millones para finales de la década. A medida que las ciudades implementan sistemas a gran escala, los requisitos esenciales también han evolucionado.

Las soluciones modernas deben ofrecer alta capacidad de gestión con un mantenimiento mínimo de dispositivos y redes, una interoperabilidad fluida para facilitar la integración de diversas tecnologías y una ciberseguridad robusta para brindar protección contra amenazas.

 

Avances técnicos e interoperabilidad

La próxima ola de iluminación inteligente se está configurando gracias a avances que favorecen infraestructuras de red heterogéneas y más flexibles. Innovaciones como los nodos híbridos y celulares están demostrando ser transformadoras, ya que permiten instalaciones plug-and-play sin puerto de enlace, lo que minimiza significativamente la complejidad de la implementación y el mantenimiento continuo. Estas soluciones son clave para garantizar la escalabilidad y la adaptabilidad a medida que cambian las necesidades urbanas.

Sin embargo, el avance más disruptivo reside en la interoperabilidad. El progreso de los marcos estándar de la industria, como OMA, basado en el modelo de datos uCIFI, está introduciendo un nivel de apertura sin precedentes, con la posibilidad de integrar diversos dispositivos y aplicaciones en la misma red.

Debido a su ubicuidad, al basarse en estándares reconocidos del sector, el alumbrado público se utiliza cada vez más como una plataforma multifuncional que soporta una amplia gama de servicios urbanos, como la gestión de estacionamientos, la videovigilancia y el control del tráfico, y la monitorización ambiental y de la calidad del aire. Este enfoque es rentable y altamente eficiente en comparación con la implementación de redes independientes para cada aplicación.

 

Navegando los desafíos

Por supuesto, la interoperabilidad es tanto una oportunidad como un desafío. Una verdadera apertura exige el funcionamiento fluido de todos los componentes, lo que depende del respeto de los estándares y protocolos técnicos.

Además, los proyectos de gran escala involucran a múltiples socios: proveedores de tecnología, integradores de sistemas, equipos de instalación y proveedores de conectividad y servicios.

La coordinación de estos diversos actores interesados, además de sortear limitaciones técnicas complejas y alinearse con objetivos de planificación urbana más amplios, requiere un delicado equilibrio de habilidades técnicas, logísticas y de gestión.

También debe considerarse la ciberseguridad. A medida que la iluminación inteligente evoluciona hacia una plataforma de red multifuncional, debe incorporar medidas robustas de ciberseguridad para protegerse contra posibles amenazas que puedan comprometer no solo las luces, sino también datos urbanos críticos y otros servicios públicos.

Las ciudades deben priorizar las tecnologías seguras desde el diseño y confiar en socios calificados para garantizar una defensa adecuada a lo largo de todo el ciclo de vida de los dispositivos, las aplicaciones y los componentes de la red.

A medida que las ciudades adoptan cada vez más el internet de las cosas, la iluminación inteligente se vuelve fundamental para facilitar la toma de decisiones basada en datos, mejorar los servicios a los ciudadanos e impulsar las iniciativas de sostenibilidad. Los líderes urbanos deben prepararse para un futuro donde el alumbrado público no se limite a la iluminación, sino que sea una parte integral del ecosistema digital de la ciudad.