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República Dominicana lidera con 160 kg per cápita de desperdicio, seguido por México con 105 kg.

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Se estima que más de 600 millones de toneladas de alimentos terminaron en los contenedores de basura de hogares de todo el mundo en 2022.

 

Esto representa el 60% del total mundial de comida desechada ese año, según el Índice de desperdicio de alimentos 2024, publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

 

Analizó el informe 11 países de Latinoamérica y el Caribe y determinó que República Dominicana tiene el porcentaje más alto de desperdicio de víveres en los hogares: 160 kg per cápita en 2022.

México aparece en el segundo sitio, con 105 kg. En el extremo contrario se encuentra Colombia, con 70 kg per cápita.

Por otro lado, se estudió de manera particular el caso de Brasil, cuyos hogares generaron 94 kg per cápita de basura alimenticia, y no se encontró correlación entre el grupo de ingresos y la producción de este tipo de residuos. En este país, el 62% de la basura eran frutas y vegetales, el 16% productos de panadería, mientras que la carne y los productos lácteos representaron el 11% cada uno. El 39% eran residuos comestibles (frente al 61% no comestible).

De acuerdo con el reporte, “este despilfarro tiene efectos devastadores tanto para el planeta como para las personas”. Se calcula que en 2022 casi el 30% de la población mundial padecía inseguridad alimentaria moderada o grave, y hasta 783 millones de personas se vieron afectadas por el hambre.

 

 

En cuanto al acceso al agua y la seguridad alimentaria, ocupan un lugar cada vez más importante en la lista de problemas a resolver por los gobiernos de todo el planeta.

 

Cuatro de cada 10 mexicanos consideran que el suministro de agua y alimentos constituye uno de los mayores desafíos de su territorio, según la encuesta Statista Consumer Insights realizada entre enero y diciembre de 2023.

 

Mientras que, en Sudáfrica, esta preocupación es aún más notable, ya que más de la mitad de los encuestados en esa nación lo califican como uno de los retos más significativos.

 

 

La escasez de agua potable y la malnutrición suelen asociarse principalmente con países de bajos ingresos y altos niveles de pobreza. Sin embargo, la guerra en Ucrania demostró lo frágiles que son las cadenas de suministro mundiales al afectar el abastecimiento de trigo y otros cereales, cultivos esenciales para la seguridad alimentaria en muchas partes del mundo.

Sumado a esto, el creciente impacto del cambio climático ha llevado a que los habitantes de las naciones más desarrolladas también empiecen a preocuparse por la seguridad del agua y los alimentos.

 

Por ejemplo, cerca de tres de cada 10 estadunidenses consideran que el suministro de agua y la comida es uno de los mayores retos que enfrenta su país.

 

En Europa, esta proporción es comparativamente baja, con aproximadamente una cuarta parte de los cuestionados en España, Reino Unido y Francia mencionando este aspecto como un desafío.