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Fenómenos como la desertificación y la sequía representan una amenaza significativa para la biodiversidad, la seguridad alimentaria y la vida de millones de personas.

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En el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, 17 de junio, el lema de este año es: “Unidos por la tierra: nuestro legado y nuestro futuro”.

 

De acuerdo con un comunicado de la Organización de las Naciones Unidas, “cada segundo se degrada el equivalente a cuatro campos de fútbol de tierra sana (cada escenario deportivo mide aproximadamente una hectárea), lo que representa un total de 100 millones de hectáreas cada año”.

 

La Instantánea Mundial de la Sequía 2023, publicada por la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD), muestra que se trata de un problema mundial.

Según el reporte, más de 20 de las 102 naciones que informan a la CNULD han declarado una emergencia por sequía en los dos últimos años.

 

Ibrahim Thiaw, secretario ejecutivo de la CNULD, declaró que “hasta el 40% de la tierra del mundo ya está degradada, lo que afecta a cerca de la mitad de la humanidad. Sin embargo, las soluciones están sobre la mesa. La restauración de la tierra saca a las personas de la pobreza y genera resiliencia al cambio climático.

 

Cabe mencionar que la degradación de la tierra reduce la capacidad de los ecosistemas para sustentar la vida, exacerba el cambio climático y aumenta la vulnerabilidad de las comunidades a desastres naturales.

Promover la restauración y conservación de la tierra no solo combate la pobreza y el hambre, sino que también fortalece la resiliencia al cambio climático, asegurando un futuro sostenible para las próximas generaciones.

 

Es esencial que todos tomemos acción para proteger y revitalizar nuestros suelos, ya que son la base de nuestra supervivencia y bienestar global.