La evolución que viven actualmente los diferentes formatos del segmento inmobiliario pueden impactar cada uno de los ámbitos de la vida, sin importar la generación. Prueba de ello es el coworking, donde las firmas detectaron que los colaboradores eran más eficientes en diversos espacios a diferencia de estar en un punto fijo.
Por su parte, en el coliving, los diversos emprendedores viven en comunidades que cuentan con todas las comodidades para vivir y trabajar en un solo sitio. Dentro de esta tendencia, las nuevas generaciones de profesionistas buscan vivir en comunidad compartiendo áreas comunes del hogar que incluyen espacios de cocina, sala, área de lavado y otros.
Dentro de este laboratorio de tendencias, en Uruguay, desde hace dos años, se desarrolla un concepto más cercano a la experiencia latinoamericana que impulsa un modelo conjunto coworking y coliving que está dando de qué hablar y que dentro de poco, podría detonarse en las ciudades de Lima, Bogotá, Panamá y la CDMX. Para este concepto, es necesario un nivel de apertura y convivencia que tenga en mente el cuidado de la comunidad y del espacio.
“Esto no es para cualquiera: es para una persona que tenga open mind para compartir; que vea valor y que aprecie la ventaja de conocer a gente con quién compartir el café, con quien cenar o almorzar, platicar y generar relaciones positivas y que puedan resultar incluso en relaciones laborales. Es lo que estamos buscando”, afirma en plática con Real Estate Market & Lifestyle, Martín Larre, director de Expansión de Sinergia Coworking y Coliving.
Para la firma uruguaya, se trata de generar un ambiente de corresponsabilidad en el modelo: “El usuario, desde el primer día, siente su casa como propia, a diferencia de los que están en una hostería, hotel o un espacio Airbnb. Aquí ellos lo cuidan como propio, mientras otros hablan de amenities, otros hablan de experiencias y contenidos, cuando ingresas cuentas con una agenda muy nutrida de contenidos gastronómicos, clases de yoga y otras cosas que hacen distinta esa experiencia”.
“Al sumarte a una comunidad tienes ventajas. Por ejemplo, si alguien se enferma, la comunidad lo cuida. Estos beneficios son muy apreciados por las nuevas generaciones. Las generaciones de hoy prefieren disponer en vez de poseer. Requieren flexibilidad. Nosotros no pedimos garantías, pero sí hacemos un streaming y usamos la tecnología para hacer los filtros. Después, vemos si el candidato va a aportar a la comunidad, para poder elegirla”.
Larre afirma que este modelo de autocuidado les ha generado además rentabilidad: “Para un desarrollador el tema es la eficiencia. Hoy tenemos cero morosidad y es un tema importante porque la comunidad se autorregula. Tomando en cuenta la tecnología, apostamos mucho a la autogestión. El espacio inicial que tuvimos fue con 55 personas; las personas limpian su apartamento como si fuera realmente de ellos. No hay personas que están detrás de un mostrador esperando a que le pidan algo”.
Además, dijo, el modelo brinda una revitalización a espacios industriales y hoteles viejos, en los cuales hay gran oportunidad: “Entendemos que hay una oportunidad grande porque hay muchísimos hoteles en todo Latinoamérica en esta situación. Los dueños están abiertos a que alguien pueda cambiar su uso y operarlo de manera rentable. Por otro lado, en Uruguay empezamos también a renovar viejas fábricas y espacios industriales que estaban cerrados desde hace muchísimos años. Ahí cambiamos el uso y los transformamos en espacios coworking y mercados gastronómicos; además, contamos con otros modelos de negocios interesantes que se están analizando”.
Todo lo que son centros históricos generan valor, nos gusta trabajar en esas zonas, ya que están alineadas con lo que es el público que usa nuestros servicios. Con esto estamos generando un know how y expertise diferente. “Si hacemos un benchmark con lo que cuesta alquilar un departamento-estudio con todos los servicios, con Internet, luz, agua, limpieza y todo, nuestra idea en costos es que esté igual o un poquito más barato. Puede ser hasta 10% más barato. Nosotros no hablamos en metros cuadrados, hablamos de servicios y contenidos que tenemos en todos esos metros cuadrados”.
Finalmente destacó que cuentan con 110 habitaciones o apartamentos en funciones con costos desde 800 dólares al mes. “El común es la flexibilidad que buscan estas nuevas generaciones, millennials o generación z. Tenemos hasta parejas de 45 años. Es un gran desafío, pero son espacios rentables”.