A fin de apoyar a la industria turística en Italia, durante el verano, el gobierno reabrió fronteras a los turistas europeos; un mes después de la reanudación progresiva de las actividades. También se autorizó la libre circulación entre las 20 regiones, pero se mantienen las prohibiciones de grandes congregaciones y la obligación de llevar mascarilla en los lugares cerrados y en los transportes públicos. Mientras que el flujo de trenes y automóviles por las autopistas de la península resulta regular.

"El país vuelve a vivir", dijo el ministro de Asuntos Regionales, Francesco Boccia. Mientras que el ministro de Exteriores, Luigi Di Maio, anunció que viajará este fin de semana a Alemania, Eslovenia y Grecia para tratar con sus pares, que Italia es un país seguro para los turistas. “Italia está preparada para recibir extranjeros, con seguridad y con la máxima transparencia sobre las cifras", aseguró el funcionario.

Las personas que lleguen al país, procedentes de Europa, no tendrán que aislarse, a menos que hayan viajado recientemente desde otro continente. Y los ciudadanos que provengan de los países de la zona Schengen no tendrán que cumplir la cuarentena obligatoria, por lo que Italia aspira a que esta decisión sea recíproca, ya que una buena parte de los países han anunciado vetos a los italianos.

Desde el lunes, el Coliseo de Roma o los Museos del Vaticano reciben de nuevo a los visitantes. Y los restaurantes, cafés y balnearios han abierto lentamente durante las últimas dos semanas; asimismo, la Torre de Pisa, las ruinas romanas de Pompeya o la Galería degli Uffizi, de Florencia.

Mientras que 40 de los mil 200 hoteles de Roma han abierto; y solo una docena en Milán, ya que los propietarios consideran que es demasiado caro abrirlos para que permanezcan vacíos. Cabe indicar que la agencia nacional de turismo declaró que cerca del 40% de los italianos pasan habitualmente sus vacaciones en el extranjero, pero este año podrían decidir pasarlas en su propio país.

/Con información de AFP./