El arquitecto mencionó: “Hay que hacer espacios diáfanos, bien ventilados y muy importante, sin columnas, porque éstas son un estorbo. Hay que hacer que el espacio trabaje, que la estructura sea un espacio habitable y no que el espacio habitable esté cargado por estructuras”.

Afirmó que hoy los cambios son muy rápidos, por lo que las casas del pasado eran muros y tabiques, con espacios bien delimitados y difícilmente podían hacerse  flexibles. Hoy ya no, de ahí que la arquitectura debe prepararse para serlo, para que hoy vivas como te gusta, y en 30 años como le guste vivir a nuestro descendiente o a quien se quede con el inmueble.

“En muchísimos foros he dicho que no existe, ni podrá existir, una buena arquitectura que no tenga una buena estructura. Cuando ésta falla, el edificio o la casa no es buena. Si estamos hablando de oficinas, donde pierde el proyecto es en la flexibilidad; si estuviéramos mencionando casa-habitación, también”, agregó Benjamín Romano.

La evolución en un siglo

Para Romano, el mundo de la arquitectura ha cambiado su dimensión: “Hace 100 años, la gente mandaba a hacer una casa con equis número de recámaras, sala, comedor, antecomedor, etcétera. Hoy no, la tendencia es tener espacios diáfanos en todas las áreas”.

Pero entendamos por qué se ha vuelto esa propensión en la parte residencial de la arquitectura. “Antes te casabas, inmediatamente tenías hijos y luego te morías. ¿Por qué? Porque la longevidad del ser humano era muy corta. Hoy, afortunadamente –que es mi caso–, me casé, me tardé casi cinco años en tener a mi primera hija, luego se casaron mis hijos y se fueron. Entonces, de una casa de dos personas, pasamos a una de más y luego regresamos a una de dos . Eso solo te lo puede dar la flexibilidad de la arquitectura”.

Y cita el caso de un proyecto que acaba de finalizar, para viviendas de 65 metros cuadrados, donde no hay ni una columna. “Un arquitecto que no entiende la estructuración arquitectónica, difícilmente va a hacer un producto exitoso. Revisa la historia, vete a cualquier gran arquitecto: su estructura es flexible y es inteligente –no quiero ofender a nadie que no lo haga–. Cuando entro a edificios y veo columnas diagonales que se le cruzan a los espacios, bueno los quieres matar”.

Torre Bosques en Ciudad de México.

Un arquitecto que no entiende la estructuración arquitectónica, difícilmente va a hacer un producto exitoso.

Optimización de espacios

La necesidad de optimizar los espacios en las grandes metrópolis de todo el mundo trajo consigo el urbanismo vertical, que tuvo su nacimiento en Estados Unidos, a finales del siglo XIX, con la construcción de los primeros edificios de grandes alturas, siendo el Home Insurance Building de Chicago el iniciador, en 1885, con una elevación de 55 metros.

Para el arquitecto, resulta vital al levantar sus magnas obras la estructuración arquitectónica, que ha promovido desde hace muchos años en la Academia. “Las columnas te matan, a veces las esconden en el baño, a veces en un closet, pero imagina hacer lo que tú quieras. Vivir en 60 metros [cuadrados], que si vives solo o con una pareja o con dos hijos, los puedes acomodar”, comenta Romano, quien reconoce que ha hablado en infinidad de foros sobre el tema, incluida la Universidad de Harvard, donde en una ocasión se quejó de la falta de la comprensión y la gravedad por parte de los alumnos.

Ford Foundation Building, también conocido como 321 East 42nd Street.

“Soy un convencido de que el entendimiento de una estructura es vital para la arquitectura”, y pone el ejemplo del edificio de la Fundación Ford en Manhattan, obra de Kevin Roche (1922-2019) –ganador del Premio Pritzker 1982–. “Ahí no hay nada más que el entendimiento de la estructura”. Y agrega a su lista el Salk Institute del arquitecto Louis Kahn (1901-1974), “no es otra cosa más que el entendimiento de estas viviendas intermedias en los pisos servidores, para tener la planta libre. Ni qué decir de Norman Foster en las oficinas centrales de HSBC, o el China Bank del propio Ieoh Ming Phei (1917-2019), en Hong Kong”.

Las obras de Romano (Torre Reforma, Tres Picos, Torre Bosques, por citar algunas) presentan grandes espacios diáfanos. “Eso es lo destacable de una buena arquitectura que, además, me parece no soy el único; puedes ver a mi querido maestro Francisco Serrano en Arcos Bosques; sin un entendimiento de la estructura como lo tiene, Arcos Bosques no sería lo que es. Es un cubo de ventanas cuadradas, de concreto, y adentro tiene otro cubo que son los elevadores, y en el inter no hay ni media columna. Es una planta totalmente libre, nada más tiene en el eje el core, que son los elevadores, que es un cubo muy alto y la fachada es otro cubo, nada más que la fachada está perforada. Y podría dar 200 ejemplos más”.

Oficinas centrales HSBC.

Flojos y pesados, la clave

Romano refiere al aprendizaje recibido de Heberto Castillo (1928-1997) como boceto de caricatura: “él me decía que había que correr de las estructuras a los flojos y a los pesados. ‘Los flojos, que se salgan; si están, que trabajen y los pesados, cualquier elemento que quieras tener, que esté flaquito para que no tengas que hacer una adicional para cargarlo’”.

De sus experiencias durante la edificación de la Torre Reforma, en la Ciudad de México, recuerda la primera vez que recibió un partido estructural, “llegué desde el día uno con mis muros de concreto y un ingeniero de origen egipcio me propuso tender unas columnas metálicas y forrar de precolados, ‘que parezca el muro de concreto’. Y cuando me enseñó eso, yo le dije: ‘mira, si tú fueras mi alumno, yo te reprobaría por hacer que mi estructura cargue un muro falso, pesado y flojo –como decía Heberto–, por toda la vida. Si está el muro, que trabaje’. Además, hay que irlo adelgazando para que no pese mucho, que pese lo mínimo necesario. Soy un súper convencido de eso”.

Torre Reforma, Ciudad de México.

Trágicos recuerdos

Por último, trae a la memoria lo apreciado por él en la Ciudad de México, donde “una estructura mal diseñada e inestable, tiende a fracturarse. El caso patético para mí es el caso de los edificios en la esquina. Normalmente tienen dos colindancias y les ponen muros muy rígidos, y las dos fachadas no están rígidas. Y si tú te vas a los números del sismo del 2017, los principales edificios que se cayeron eran de esquina. Los que se cayeron eran de entre diez y 20 pisos, con plantas bajas no fuertes y esquinados, y eso es una mala estructuración”.

Mejor diseñar estructuras sin columnas.

Torre Reforma de LBR&A.

Texto Ricardo Villanueva

Foto: IWER FOUNDATION / SALK INSTITUTE / KYOTO GLOBAL / LBR&arquitectos / RAYMOND JUDGES / FOSTER AND PARTNERS / LBR&A / DIGNS / LBR&A