Otros dirían que lo extraordinario de las imágenes reside en el fondo de nosotros mismos; en una explosión de asombro que se hallaba soterrada bajo una vida de relaciones distantes entre nuestra especie y los demás seres con quienes compartimos el planeta.

|Gregory Colbert

Sin embargo Ashes and Snow -exhibición montada magistralmente en el Zócalo de la Ciudad de México, y que estará abierta del 17 de enero al 27 de abril de 2008-, es un experimento que despliega una realidad distinta en cada espectador y una experiencia enclavada en un punto donde el misticismo de los instantes capturados lleva a adoptar una actitud sublime, toda vez que de forma paralela, el lado racional de la mente pretenderá explicar la circunstancia que rodeó la toma de cada instantánea.

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Foto a foto, Ashes and Snow se convierte en una aproximación del ser humano y los animales, en donde su inusitada cercanía y connotado entendimiento, revelan la posibilidad de una comunicación abierta y clara que va más allá de lo comprensible por medios convencionales; para que de esta forma cada postura, cada contacto, cada silencio o expresión grabado sobre el papel de algodón de gran formato susurre un complejo discurso.

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Iniciado como documentalista de temas sociales en la Ciudad Luz, Colbert, es fotógrafo por oficio, pero viajero por vocación. Sus expediciones comenzaron cuando sólo contaba con seis años y durante al menos los últimos tres lustros ha dedicado su vida a recorrer lugares tan exóticos y místicos, como: La India, Egipto, Birmania, Sri Lanka, Kenya, Etiopía, Egipto, Las islas Azores y la Antártica, con el propósito de contemplar y documentar estas sui géneris relaciones.

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Durante su trabajo, empleó cámaras fijas, y de película para captar elefantes asiáticos, manatíes, ballenas barbadas, águilas reales, halcones gyr, gruyas de cola blanca y tortugas bobas entre otras especies.

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La muestra está conformada por 52 imágenes impresas en color sepia sobre papel de algodón japonés hecho a mano, y tres películas fotografiadas por el mismo Colbert y editadas por el doble ganador del Óscar, Pietro Scalia. Cabe resaltar que ninguna de las fotografías que conforman la exposición fue retocada digitalmente o cuenta con algún elemento de edición electrónica o química, circunstancia que deja muestra de la enorme calidad técnica y estética de Colbert.

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El esteta canadiense comentó a Real Estate Market & Lifestyle que al inicio de su aventura, nadie creyó en el proyecto que le llevó un año realizar; sin embargo al arrancar el entusiasmo de la fundación Rolex ?patrocinador internacional-, concibió la idea de montar una exposición en modalidad itinerante. De esta manera, se realizó un proyecto arquitectónico que quedó en manos del colombiano Simón Vélez y que más tarde se denominaría Museo Nómada, mismo que hoy día se ostenta como la mayor construcción jamás realizada en bambú -con sus 5 mil 130 metros cuadrados- y que basa su nombre en la condición de ser armable y desmontable con gran facilidad.

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El viaje de Ashes And Snow inició en el año 2002 en la ciudad italiana de Venecia, para después presentarse en Nueva York, California y la ciudad de Tokio en Japón, en donde hasta la fecha ha acumulado una concurrencia de más de un millón y medio de visitantes; y tal es el entusiasmo que ha despertado, que el mismo Colbert asegura que la muestra ya tiene peticiones para ser exhibida en por lo menos los siguientes quince años.

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Gregory Colbert asegura que venir a la Ciudad de México para presentar su trabajo -gracias a los apoyos de las fundaciones Telmex, Televisa y el Gobierno capitalino-, fue una empresa que no tuvo mayor problema, ya que comparte una profunda pasión por el país, además de que, aprovechará su estancia para realizar un trabajo documental en nuestro territorio, el cual denomina como tierra asombrosa y mágica.

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La crítica especializada ha aclamado el trabajo fotográfico de Colbert a cada latitud que se ha presentado, señalando como principal virtud la posibilidad de crear una aproximación que rompe los límites entre la realidad y la ficción. Sin embargo, devolver la posibilidad de asombro aunque sea por unos minutos a millones de espectadores citadinos, es suficiente para señalar la muestra como admirable.
"Cuando empecé Ashes and Snow en 1992, quería explorar la relación entre el hombre y los animales desde dentro hacia fuera. Al descubrir el lenguaje compartido y sensibilidades poéticas de todos los animales, busco restablecer el lugar común que existió cuando la gente vivía en armonía con los animales".

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