La inversión resulta estratégica para el crecimiento y generación de riqueza de la economía, por ello la importancia de revertir su caída.
La economía, en última instancia, se preocupa por la creación de riqueza en el largo plazo. De acuerdo a la teoría, el crecimiento a largo plazo es el determinante más importante del bienestar económico de los ciudadanos de un país y puede lograrse a través de distintas formas: consumo, inversión, gasto de gobierno y/o exportaciones. El crecimiento vía consumo (privado o gubernamental) no genera riqueza en el largo plazo. Por el contrario, la inversión genera crecimiento y riqueza en el largo plazo, por eso se dice que es el motor interno de las economías.
Algunos estudios recientes, muestran que el mayor crecimiento económico no necesariamente se traduce en mayor bienestar para la población en todos los estratos. Sin embargo, otros estudios muestran que, durante las recesiones, la distribución de la riqueza empeora. Así, la política pública debe propiciar que con el crecimiento económico se mejore la distribución de la riqueza en el largo plazo, pero no debe paralizar el crecimiento económico.
Una forma de acortar la brecha entre los más pobres y los más ricos es mediante educación, la cual es una forma de inversión (no medida como tal en el PIB, excepto por la construcción de escuelas y su equipamiento), pero tiene rendimientos en el muy largo plazo, por lo que a veces es excluida de la prioridad de la política pública.
Así, la generación de riqueza queda sobre la inversión, la cual en México ha crecido a una tasa promedio anual en los últimos 10 años de 2.6%, la de origen privado. Por su parte, la inversión del gobierno ha caído a una tasa promedio anual de 5.3% en el mismo periodo. Por lo tanto, no es sorpresa que el crecimiento promedio anual de México de los últimos años se haya mantenido alrededor del 2.2 por ciento.
Para el 2019 los datos son más negativos, pues la inversión privada ha caído a una tasa anual del 2%, mientras que la inversión pública lo ha hecho a tasas anuales del 11%. Por su parte, la inversión extranjera directa ha caído, de acuerdo a datos preliminares del primer trimestre, respecto a datos observados del mismo periodo del año anterior, a una tasa de 19%. La caída en la inversión ha generado un círculo vicioso en donde los datos a junio ya revelan destrucción de empleos.
Si la inversión es la forma de generar crecimiento económico, entonces se debería de propiciar. No obstante, con una elevada tasa de interés en México, y con el empeoramiento en las expectativas económicas, la inversión, al menos la privada, no tiene forma de crecer.
La inversión, pública y privada, es fundamental para el crecimiento de la economía.aaaaaa
Actualmente, el gasto de gobierno tiene, al mes de mayo, un subejercicio de 6% y una caída en términos reales, respecto al año anterior, de 5.4%. El gasto de gobierno representa aproximadamente el 20% del PIB de México, por lo que el subejercicio, por sí solo, no representa la mayor fuente de la desaceleración económica, pero sí brinda espacio para que el gobierno pueda moverse y propiciar un mejoramiento en las expectativas.
Particularmente, el gobierno puede reactivar la inversión mediante:
1) Las rondas de la reforma energética, las cuales están suspendidas hasta el 2021.
2) La construcción de Santa Lucía, junto con inversión que disminuya el tiempo de traslado entre los aeropuertos (o dar marcha atrás a la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM)).
3) Evitar los pronunciamientos que provoquen miedo y desconfianza.
4) Y realizar una reforma fiscal para incentivar la inversión.
Texto Grabriela Siller, directora de análisis económico y financiero de Banco Base
Foto: banco base / la tribuna / coldwell banker