El nuevo Coronavirus (Covid-19) llevó la incertidumbre a un nivel máximo, a tal grado que las expectativas económicas cambiaron radicalmente durante los primeros seis meses del año en curso; sobre todo a partir de marzo, cuando el deterioro fue drástico y constante.
Todo apunta a que México vivirá la recesión económica más importante desde la Gran Depresión de 1929 y que se prolongó hasta 1932. Sin embargo, la referencia de crisis más reciente fue la que se originó en Estados Unidos y que afectó la economía mexicana en 2009; durante ese año el Producto Interno Bruto (PIB) de México cayó -5.29% y al año siguiente repuntó 5.12%, es decir, recuperó casi lo perdido. Por lo tanto, otra pregunta inmediata es: ¿Qué tan sólida y rápida será la recuperación?
A la par de las anteriores preguntas, también nos debemos cuestionar si la crisis de 2020 será similar a las llamadas recurrentes o incluso a la de hace once años.
¿De dónde venimos?
Como lo señalamos, las respuestas son una incógnita, por lo que en primer lugar debemos revisar cómo estaba la economía para anticipar la profundidad de la caída, es decir, ¿de dónde veníamos?
Durante 2019, la economía del país se estancó, el crecimiento del PIB fue de -0.3%, donde el país se caracterizó por la caída de la inversión y la pérdida de fuerza del consumo interno. Esto se presentó a pesar de que el año pasado la economía de los Estados Unidos creció 2.3%; o lo que es lo mismo, todo indica que la fuerte desaceleración fue propiciada internamente y no por factores externos.
Durante el primer trimestre de 2020, antes de iniciar la pandemia, las cifras económicas oficiales conocidas ya eran negativas.
Por ejemplo, lo más cercano al PIB mensual es el Índice Global de Actividad Económica (IGAE), en enero se contrajo a un ritmo anual de -0.8% y en febrero cayó -0.6% a tasa anual; este último con la ventaja de que fue año bisiesto, por lo que el reporte de febrero tiene un sesgo a la alza por un día más laborado. Por su parte, el PIB del primer trimestre (1T20) reportó una contracción de -1.4% comparado con el mismo periodo de 2019.
En el caso particular de la producción industrial, en marzo retrocedió -5.0% respecto al mismo mes de un año previo y en el primer trimestre registró una caída de -2.9% a tasa anual. En buena medida, esto fue determinado por la contracción anual de -8.2% en la industria de la construcción y el retroceso de -2.9% en la industria manufacturera; en tanto, la minería creció 4.2% a tasa anual en el 1T20.
El consumo privado en marzo retrocedió -2.6% en su medición anual y en el primer trimestre cayó escasamente -0.7% en términos anuales.
La inversión fija bruta cayó-11.0% en marzo y -9.3% durante el primer trimestre del año, en ambos casos comparados con periodos similares del año anterior.
En materia de turismo, el internacional que llegó al país durante marzo reflejó las consecuencias del cierre de fronteras, contrayéndose -49.3% al registrar un millón 185 mil 476 viajeros en comparación con el mismo periodo de 2019, en el que entraron 2 millones 369 mil 787 turistas. Hablando del ingreso de dólares, los mil 93.3 millones en marzo fueron -50.6% inferiores al comparativo anual.
Cabe señalar que las cifras del PIB, preliminar, IGAE, consumo, inversión, producción industrial y turismo, son todas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Por lo que respecta al empleo, tan solo en marzo se perdieron 130 mil 593 fuentes laborables formales. En el primer trimestre de 2020, según cifras del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), se registró la creación de 61 mil 501 trabajos formales; la cifra más baja desde 2009, cuando se eliminaron 138 mil 291 empleos en los primeros tres meses del año.
Si bien fue en la segunda quincena de marzo cuando se implementaron las medidas de sana distancia, realmente todas las cifras en materia de crecimiento, generación de empleo, consumo e inversión ya eran malas y anticipaban que la economía estaba en recesión.
Por lo tanto, fue inevitable que el inicio de la parálisis obligatoria de la economía por la emergencia sanitaria encontrara a un país ya con un escenario de mucha debilidad.
¿Cómo debe medirse el impacto?
Gabriela Siller, directora de análisis económico y financiero de Banco Base, expuso que al ser el nuevo Coronavirus un evento sin precedente en la historia reciente, existe un número infinito de posibilidades de impacto económico, dentro de las cuales existen sub-escenarios con respecto a:
1. La guerra de los precios del petróleo.
2. La percepción de riesgo global y sobre México.
3. La política que aplicará el gobierno de México para mitigar los efectos.
4. La forma en la que responderán los consumidores y empresas, los cuales en tiempos de incertidumbre no siempre actúan con la racionalidad que asumen las teorías económicas.
Por ello, consideró que dado el nivel de incertidumbre que se generó a partir de la pandemia, todos los modelos previamente calculados simplemente quedaron rebasados.
Aunque reiteró lo difícil que será determinar el efecto del coronavirus sobre la economía mexicana, todo parece indicar que dependerá de cinco factores:
1. El número de infectados y muertes en México, aunado al tiempo que dure la contingencia.
2. La percepción de riesgo sobre la economía global y sobre México.
3. El impacto sobre la economía estadounidense.
4. Las afectaciones en la movilidad de personas y mercancías entre países.
5. La política fiscal expansiva que se aplique en México.
Considerando que el gobierno no está aplicando una política fiscal expansiva que incentive a la demanda agregada, y que se prevé que Estados Unidos muestre una caída igual o superior a -6.4% en el año, el PIB de México caería alrededor del -9.5% en 2020.
Al respecto, un estudio de la dirección de análisis económico de Banorte indicó que “continuamos experimentando momentos de mucha incertidumbre. Todavía no tenemos certeza sobre la fecha en la que va a terminar el distanciamiento social (pandemia). Hacer proyecciones y compararlas con otras experiencias a nivel internacional es muy difícil. No solo por las diferencias entre los sistemas de salud, ni por las fechas en que se instrumentaron cuarentenas estrictas, ni por la pirámide poblacional de diferentes países, sino también porque en el único país en donde ya acabó el trance sanitario y se encuentran regresando a la ‘normalidad’ es China y se tienen dudas sobre la veracidad de las cifras. Estas circunstancias elevan significativamente la complejidad para estimar la tasa de crecimiento del PIB en México para este año”.
Desde antes de la crisis sanitaria, las cifras en materia de crecimiento, generación de empleo, consumo e inversión ya anticipaban una economía en recesión.aaaaa
Impacto económico del encierro
Ya se vio la debilidad con la que llegó la economía del país a esta crisis sanitaria. Ahora será importante revisar las primeras señales de los indicadores más oportunos −algunos de ellos alarmantes− luego de cuatro meses completos (abril-julio) en estado de emergencia, lo que propició la suspensión de todas las actividades denominadas como no esenciales durante tres meses y una reapertura parcial de la economía en julio y agosto.
- Empleo: El IMSS informó que se perdieron 983 mil 84 empleos formales entre abril y junio, derivados del golpe del Covid-19, lo que sumados a los 130 mil 593 de marzo por la tendencia de baja de la economía, arrojó más de 1.1 millones de trabajo perdidos en cuatro meses. Comparativamente, en toda la crisis de 1995 se perdieron cerca de 600 mil empleos.
- Ventas a minoristas: La Asociación Nacional de Tiendas Departamentales (ANTAD) publicó que las ventas de sus miembros retrocedieron a una tasa anual de -22.9% en abril, la mayor caída de la que se tiene registro. En los meses de mayo y junio, la caída reportada fue a un ritmo de -19.0 y -17.9%, respectivamente, considerando el comparativo de mismas tiendas.
Lo anterior muestra el tamaño del golpe por el Covid-19, pues el consumo básico es de los más resistentes a las crisis económicas; sin embargo, las tiendas departamentales fueron más afectadas que las de autoservicio, al ofrecer estas últimos productos de consumo básico.
Producción de vehículos: De acuerdo con el INEGI, durante abril la producción de vehículos se desplomó brutalmente (-98.76% respecto al mismo mes del año previo). Prácticamente se detuvo la producción de las plantas ensambladoras y de autopartes, que son los pilares de la industria manufacturera del país. Durante el cuarto mes se ensamblaron 3 mil 722 vehículos en comparación con los 300 mil 106 de abril de 2019.
El mes de mayo no fue muy diferente y se ajustó en -93.7% anual la producción, mientras que en junio la contracción se moderó a -29 por ciento.
Tráfico de pasajeros en los aeropuertos: Los pasajeros de los aeropuertos que se operan en México por parte del Grupo Aeroportuario del Sureste (ASUR), Grupo Aeroportuario del Pacífico (GAP) y el Grupo Aeroportuario Centro Norte (OMA), mostraron una muy fuerte caída de 92.8% en abril, en comparativo anual, derivado del impacto del Covid-19 en el sector; analistas anticiparon para mayo y junio la continuidad en la fuerte caída en el número de pasajeros que transportan.
Las cifras de todas estas actividades o variables son dramáticas y anticiparon una caída histórica del PIB en el segundo trimestre del año, toda vez que la parálisis de la actividad económica se extendió en mayo y junio.
Veremos repuntes importantes de muchas actividades, por compararse con niveles de colapso que vimos entre marzo y mayo.
Texto:Ricardo Vázquez
Foto: Real Estate Market & Lifestyle