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La banca mexicana ha transitado de la especialización a la universalización, de la propiedad estatal a la globalización, y de la vulnerabilidad a la estabilidad.

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La historia de la banca en México refleja la evolución económica del país: de su formación en el siglo XIX a su consolidación actual como un sistema sólido, competitivo y globalizado.

El origen formal de la banca mexicana se remonta a 1864 con la llegada del Bank of London, Mexico and South America, primera institución bancaria establecida en el país. Más tarde, en 1881, se fundó el Banco Nacional Mexicano con capital francés. A partir de 1896, bajo la conducción de José Ives Limantour, se expidió la primera Ley Bancaria, que sentó las bases del sistema financiero moderno.

Hasta antes de la Revolución de 1910, México contaba con 24 bancos de emisión –entre ellos el Banco Nacional de México y el Banco de Londres–, además de dos hipotecarios y cinco refaccionarios. Para 1945, el sistema ya sumaba más de 300 instituciones de crédito. Desde entonces, la banca mexicana ha transitado por un proceso continuo de expansión, fusiones, estatizaciones, privatizaciones, nuevas autorizaciones y modernización.

 

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1970
Marcó el incio de la banca moderna en México.
El reconocimiento legal de los grupos financieros y la creación de la banca múltiple.

 

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Reformas estructurales de los años setenta

La década de 1970 marcó el inicio de la banca moderna en México. Dos reformas fueron fundamentales: el reconocimiento legal de los grupos financieros y la creación de la banca múltiple, que permitió ofrecer todos los servicios financieros bajo una misma entidad. Entre 1976 y 1980 se consolidaron 34 bancos múltiples. Esta reestructuración fortaleció la intermediación financiera y preparó el terreno para un sistema más competitivo.

En el documento Historia Sintética de la Banca en México, publicado por el Banco de México (Banxico), Eduardo Turrent describe que “la mayoría de los grupos financieros mexicanos estaban constituidos y operaban abiertamente cuando, muy tardíamente, se tomó la decisión de reconocer legalmente su existencia. Con esa finalidad, en diciembre de 1970 se promulgó una disposición a cuyo amparo se reconocía la existencia de esos grupos o agrupaciones”.

 

 

 

La estatización de 1982

En la crisis económica de principios de los ochenta, el presidente José López Portillo decreto la estatización de la banca privada, que abarcó 49 instituciones. Durante el sexenio siguiente, el gobierno de Miguel de la Madrid emprendió un proceso de indemnización a los antiguos propietarios, devolución de los activos no bancarios, una profunda reestructuración institucional y la creación de una banca mixta con participación privada limitada.

A estos cambios le siguió un cuidadoso proceso de fusiones como parte de una nueva reestructuración, por lo que para 1985 quedaron 20 instituciones, comprendidas de la siguiente forma: seis de cobertura nacional, ocho multiregionales y seis regionales. Finalmente, en abril de 1986 y mayo de 1988 se autorizaron dos nuevas fusiones para quedar finalmente 18 instituciones, con las cuales a la postre se realizó el proceso privatizador. A pesar de la crisis, la captación y el crédito crecieron en términos reales.

 

Privatización y crisis en los noventa

Con la llegada de Carlos Salinas de Gortari en 1988 se inició la privatización bancaria, parte esencial del programa de modernización económica. Entre 1991 y 1992 se vendieron las 18 instituciones nacionalizadas. A la par de este proceso también se dieron autorizaciones para la creación de nuevas instituciones, entre ellos el nacimiento de Banco INBURSA en 1993.

Sin embargo, los sobreprecios pagados, la rápida expansión del crédito y la falta de regulación adecuada derivaron en la crisis financiera de 1994-1995. La morosidad, las tasas variables y la insolvencia de numerosas instituciones detonaron el rescate bancario más costoso de la historia mexicana, la gran mayoría de los bancos recurrieron a este rescate, con pocas excepciones, incluido INBURSA.  En 1998, el Fobaproa fue sustituido por el Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB), con lo cual inició una nueva etapa de saneamiento y reorganización del sistema.

 

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1988
Se inició la privatización bancaria, parte esencial del programa de modernización económica.

 

Globalización y consolidación

El cambio de siglo trajo la apertura total a la inversión extranjera y una profunda recapitalización. En 2000, BBVA adquirió Bancomer; en 2001, Citigroup compró Banamex; y poco después Santander, HSBC y Scotiabank consolidaron su presencia. Hacia 2003, el 82% del capital bancario mexicano estaba en manos foráneas. Años después, en 2009, la banca mexicana resistió sin sobresaltos la crisis financiera global, reflejo de su capitalización y regulación prudencial.

 

Reforma financiera y modernización

Durante la segunda década del siglo XXI, la banca mexicana se ha mantenido estable, sólida y con altos estándares de capitalización. En 2014, la Reforma Financiera impulsada por el presidente Enrique Peña

Nieto consolidó el marco regulatorio del sistema con cuatro objetivos principales: incrementar la competencia, fomentar el crédito a través de la banca de desarrollo, ampliar el financiamiento privado y mantener la solidez institucional. Las nuevas disposiciones fortalecieron la supervisión de la autoridad financiera y facilitaron el acceso al crédito productivo.

 

 

 

2014
LA REFORMA FINANCIERA consolidó el marco regulatorio del sistema financiero.

 

La banca mexicana en la era digital (2016-2025)

Durante la última década, la banca en México experimentó una profunda transformación marcada por la digitalización, la competencia y un entorno regulatorio global más exigente. El sistema financiero nacional consolidó su solidez, amplió su cobertura e incorporó nuevas tecnologías que redefinieron la forma en que los usuarios interactúan con sus instituciones.

El avance tecnológico fue el rasgo distintivo del periodo. Las entidades financieras invirtieron de manera sostenida en plataformas digitales, banca móvil y sistemas de pago instantáneo. La promulgación de la Ley Fintech en 2018 representó un punto de inflexión al establecer un marco regulatorio para las Instituciones de Tecnología Financiera, impulsando la innovación, la inclusión y la competencia. Un año después, el Banco de México lanzó CoDi (Cobro Digital), sistema que permitió realizar pagos desde teléfonos inteligentes mediante códigos QR o tecnología NFC, con el objetivo de reducir el uso de efectivo y fortalecer la formalización económica.

 

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2018
PROMULGACIÓN DE LA LEY FINTECH
Representó un punto de inflexión al establecer un marco regulatorio para las instituciones de Tecnología Financiera, impulsando la innovación, la inclusión y la competencia.

 

Paralelamente, la aparición de nuevos jugadores, entre ellos fintechs y bancos digitales, amplió la oferta de servicios financieros y presionó a la banca tradicional a acelerar su transformación tecnológica.

Las operaciones digitales se multiplicaron de manera exponencial, y millones de mexicanos se incorporaron por primera vez al sistema financiero a través de canales digitales.

En materia crediticia, el comportamiento fue heterogéneo. El crédito al consumo mostró etapas de expansión y moderación, influenciado por los ciclos económicos y las tasas de interés elevadas en los años recientes. El financiamiento empresarial, por su parte, mantuvo un papel relevante en la cartera total, aunque con ritmos variables según el entorno económico. Aun con episodios de volatilidad, la cartera vencida se mantuvo en niveles bajos, reflejo de una gestión prudente del riesgo.

El periodo también destacó por un mayor énfasis regulatorio en la prevención de fraudes y el fortalecimiento de los controles antilavado, además de la creciente adopción de principios de financiamiento sostenible (ESG), que orientaron a la banca hacia prácticas más responsables.

Durante la crisis sanitaria de 2020, la banca mexicana desempeñó un papel crucial para amortiguar los efectos económicos derivados del confinamiento y la desaceleración productiva. En coordinación con el gobierno federal y el Banco de México, las instituciones implementaron programas de apoyo y diferimiento de pagos para empresas y familias, con el propósito de preservar la liquidez y evitar una crisis de morosidad generalizada. Estas medidas, junto con la solidez del sistema financiero y una regulación prudencial, permitieron que el crédito continuara fluyendo hacia sectores estratégicos y que la cartera vencida se mantuviera bajo control. Gracias a ello, el sistema bancario mexicano superó la emergencia sanitaria sin comprometer su estabilidad ni la confianza de los usuarios.

Entre 2016 y 2025, la banca mexicana no solo consolidó su estabilidad, sino que se reinventó. La digitalización, la innovación regulatoria y la competencia sentaron las bases para una nueva etapa del sistema financiero, más abierta, tecnológica e inclusiva, en la que el cliente se ha convertido en el verdadero centro de la estrategia.

Actualmente, México cuenta con 52 instituciones bancarias bien capitalizadas y reguladas. Los siete principales bancos –BBVA, Banorte, INBURSA, Santander, Banamex, HSBC y Scotiabank– concentran la mayor parte de los activos y cartera de crédito, aunque hay un grupo dinámico de bancos de nicho que compiten con éxito en segmentos específicos.

En las dos últimas décadas, el crédito bancario ha crecido a un ritmo 3.7 veces superior al PIB, con bajos niveles de morosidad. El sistema financiero mexicano se encuentra entre los más robustos de América Latina y mantiene una estrecha vinculación con la economía real.

La historia de la banca en México está ligada a la evolución de la economía local, tanto que ha sido partícipe de sus momentos de expansión como de crisis. A 60 años de su modernización, se consolida como un pilar fundamental para el crecimiento del país, con la fortaleza y solvencia necesarias para acompañar e impulsar su desarrollo económico y social.   

 

2016 - 2025
PROMULGACIÓN DE LA LEY FINTECH
La banca mexicana no solo consolidó su estabilidad, sino que se reinventó.

 

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