Hace no mucho tiempo, un amigo italiano me decía con el desparpajo que sólo da el hablar de cosas incontrovertibles, que Dios había dado ciertos dones a cada pueblo. Y a Italia le había conferido uno, y muy grande, el poder marcarle al mundo el ritmo de la moda, al esbozar las tendencias de la estética de la clase dominante y esa virtud -insistía-, nos la dio desde que creó el mundo: "Nuestro país tiene la forma de uno de los objetos que hacen la medida de la civilización humana, y si no lo crees, anda, corre y mira un planisferio", sentenciaba.
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Supongo que podría haber opiniones contradictorias ante ello, aunque a pesar de todas las discordancias, parece haber un consenso mundial entorno a que Italia es al diseño lo que los suizos a la relojería, los japoneses a la alta tecnología y los estadounidenses al showbiz.
De igual manera, casi nadie se atrevería a poner en tela de juicio, que los estetas italianos -influenciados en un inicio por el diseño helénico-, difundieron a todos los rincones del planeta, el ser y el deber ser de la arquitectura para de ahí, dar un salto al mundo de la confección -con las casas de moda-, así como el diseño industrial, representado por todos aquellos objetos que le han dado forma, volumen y color a nuestros sueños; y que van desde los súper autos de lujo hasta un bello florero, que acentúan con su forma única, algún rincón del hogar.
Por esa misma razón, la existencia de la etiqueta que advierte: Made in Italy, en alguno de esta inmensa gama de productos, va mucho más allá de ser un anuncio legal que nos informa del sitio de manufactura del mismo, para convertirse en una leyenda cuasi-iconográfica, que al momento de ser percibida por nuestros ojos u oídos, casi de manera automática, adquiere una connotación de estilo de vida, gran calidad, vanguardia en su diseño y en los materiales empleados así como iconoclasta en sus formas; sin olvidar algo que a muchos seres humanos les encanta hacer saber: que es costoso... Aunque no lo sea, pero claro, el punto es ese.
Por todo esto, valdría la pena hacer una parada -antes de hablar de las tendencias italianas del diseño contemporáneo de espacios y muebles, que es justo lo que nos compete en nuestra sección Home Design & Lifestyle- para hablar cómo es que llegamos al punto en que el Made o Designed in Italy, se convirtió en un ícono de nuestro tiempo.
Esbozos
Algunos teóricos del diseño hablan que a diferencia de lo ocurrido en otros países desarrollados, como Alemania o Inglaterra, en donde el diseño nace como disciplina a partir del comienzo de la Revolución Industrial (siglo XVIII), en Italia comienza con influencias y raíces mucho más arcaicas.
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Y es que la distancia que existe entre la idea de un objeto en la mente y su concreción, viene acompañada de una emoción que no va ligada necesariamente a lo industrial, pero tampoco a la función sino una pasión que interrelaciona al creador con el objeto mismo, situación que está presente desde antiquísimas etapas históricas y que encuentran conexión con maestros del arte como Miguel Ángel o Da Vinci, en donde la creación de la belleza constituye la premisa máxima, y para los individuos, el lumen fundamental de su existencia.
Toda esa fuerza creadora trasladada a nuestros tiempos, nos dice que para los diseñadores italianos no ha cambiado nada: lo verdaderamente importante es la "estética", razón por la cual no están dispuestos a lanzar al mercado un producto si no está apoyado por un profesional que los asesore en este ámbito, y por la cual no conciben la posibilidad de no incorporar el diseño desde los inicios de cualquier proyecto, pues en realidad, es parte del sistema, de la inversión y parte de la función de producción.
Visto desde fuera, lo anterior parecería totalmente lógico, sin embargo, son tan diferentes los lenguajes del diseño en el mundo, que para ejemplificarlo diríamos que lo más importante para los alemanes es la ingeniería, ya que todo -valga la expresión-, debe de funcionar como "reloj suizo" o bien, en el caso de los estadounidenses, la funcionalidad es lo de peso, puesto que para ellos la utilidad del objeto, es por mucho lo más importante.
Esta visión romántica del diseño ha sido un factor de desarrollo muy importante. Resulta curioso que teniendo una filosofía muy emotiva, el diseño haya sido a su vez una palanca de desarrollo fundamental de toda su industria; y es que aunque parezca increíble, no fue sino hasta 1992 cuando los italianos recién fundaron la carrera de Diseño Industrial. Lo hecho con anterioridad tuvo siempre base en la arquitectura, por ello para Vico Magistretti, arquitecto conocido como uno de los maestros del diseño modernista italiano, "la pasión es la arquitectura y el diseño es algo que hago con la mano izquierda".
El diseñador Martín Clavé, profesor de asignatura en la carrera de Diseño Industrial, en la Universidad Ibero-americana, comentó en entrevista con Real Estate Market & Lifestyle que otro factor que nos lleva a entender el éxito del diseño italiano, es que ha sabido interpretar el tiempo y la evolución de las sociedades, puesto que desde los años 40 y hasta la fecha, se puede observar cómo los acontecimientos políticos, sociales o culturales de su país y el mundo, han impactado hasta el plano de traducirlos en un objeto. De esta manera, durante la Segunda Guerra Mundial, el diseño de su mueblería, por ejemplo, se adaptó como ninguna otra a la carencia o escasez de materiales y ofrecieron un salto de dimensiones cuánticas, al innovar con el empleo de nuevos insumos como lo son los tubulares.
Clavé dijo que otro momento importante en este sentido, fue la formación del Grupo Memphis, fundado por Ettore Sottsass, quien a principios de los años 80 y con su estilo postmoderno, fue contestatario de lo que estaba sucediendo en ese momento, y aun cuando no produjo un efecto muy importante desde un punto de vista industrial, sí lo hizo desde el intelectual, llevando a los diseñadores a cuestionarse su trabajo.
Diseño vivo
En el momento en que se habla de diseño italiano, rápidamente vienen a la mente objetos de la vida cotidiana que han sido tan exitosos, que se convirtieron en insignia de su tiempo, o incluso de la historia. Tal es el caso del Fiat 500, el sacacorchos de Alessi, diseñado por Alessandro Mendini; la máquina de escribir Valentina, de Olivetti, diseñada por Ettore Sottsass; las motos Vespa y Lambretta, y la cafetera Moka, que forman parte de muchos hogares en el mundo.
Martín Clavé añadió a las anteriores recetas de éxito del diseño del país Mediterráneo, un par de puntos más: los italianos saben "gritar" mejor que nadie lo que hacen, pues lo traen en la sangre. Son creativos, anárquicos, individualistas y saben comunicar muy bien sus creaciones. Eso, en su opinión, ha hecho la diferencia con muchas escuelas más de diseño a nivel mundial, por ello se pueden dar el lujo de no ser actualmente sólo ellos los creadores, sino que han incorporado detrás de sus pulcrísimas firmas, a profesionales del diseño de todas las latitudes, no obstante el producto siempre será visto y vendido como Made in Italy.
Bajo esta visión, Alessi fue la primera empresa que entendió que debía abrirse, y logró un gran éxito al contratar diseñadores externos, como Ettore Sottsass, Achille Castiglioni, Stefano Giovannoni, Alessandro Mendini o Philippe Starck, entre otros. Hoy, Italia está muy susceptible a esta apertura, con diseñadores de todas partes del mundo haciendo trabajos extraordinarios y con gran éxito. Como es el caso de Edra, empresa de la Toscana, que al contratar a los brasileños Fernando y Humberto Campana, generaron toda una revolución en la propuesta de los productos de la firma.
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El organicismo
La tendencia orgánica continúa abarcando espacios desde que desbancó al minimalismo como la corriente dominante. En esta ocasión, parece dirigir su mirada hacia el mundo submarino, mucho más estructurado y organizado formalmente que el terrestre. La investigación en nuevas formas de tapizado y estructura para asientos dio como resultado mundos estéticos muy compactos y compartimentados, a la vez que recuerdan casi de forma inconsciente a floraciones o formaciones vegetales. De cualquier manera, la utilización de temas inspirados en la madre tierra, es una forma de mantener presente el compromiso con la sustentabilidad, cada día más necesaria. La utilización de objetos puramente figurativos, como una lámpara en forma de caballo, es el límite de esta tendencia.
Por todo lo anterior, los colores terracota o terrenales están muy presentes en distintos tipos de mobiliario y desde luego, en espacios arquitectónicos. Los textiles en esta tendencia, están impregnados de los mismos trazos que emanan de la sal de la tierra, mientras que las texturas pueden o no, tratar de adaptarse a este tipo de mobiliario.
Las redes
El lenguaje del diseño también suele hacer uso de metáforas para interpretar situaciones que le son contemporáneas, por eso, aunque la red (Internet) no parece tener una influencia directa en los motivos de esta edición del Salone, sí parece estar representada en varias piezas presentes. Las tramas, las filigranas, los trenzados y tejidos con fibras a la vista aparecieron para conformar una evidente tendencia estética.
Los asientos en forma de filigrana blanca, es un buen ejemplo de esta tendencia. Y aunque desde luego no hay una verdadera innovación en ello, ya que estuvieron presentes en los años 70, se recuperan con nueva fuerza e incorporan en varias colecciones de muebleros, entre los que destacan aquellos con un esqueleto de hoja o a la moda con un estampado en forma de maraña sutil. Podríamos recordar el trabajo de anticipación de los hermanos Campana, con sus sillas de fibras plásticas o cordón.
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Deconstrucción
Nunca mejor dicho y sin ánimo peyorativo, puesto que no se trata de una mala copia de una teoría artística, sino de una forma de entender la formación estética del objeto, en un ámbito donde la fragmentación se hace casi necesaria.
Cuando menos resulta una ventaja, ya que se está pensando en espacios urbanos de pequeño tamaño, donde es conveniente adaptarse a los mínimos rincones y romper la volumetría del techo bajo, con horizontales o verticales, que se apartan de su vocación original. También hay una cierta tendencia hacia la construcción "pobre" o el reciclaje de los objetos en sofás y sillones, que brindan cierto aspecto de patchwork muy ilustrativo de la sensibilidad del momento.
Los contenedores en ángulo de Moco, capaces de crear conjuntos singulares, son el mejor ejemplo de esta tendencia. También se puede citar el bellísimo sistema de estanterías de B&B Italia, con formas que entran y salen creando un ritmo fantástico capaz de hacer vibrar a una pared completa. Los rigurosos programas de día de Molteni, animados con colores imprevistos. Y como evocación de reciclaje deconstruido, las butacas de Hella Jonguerius para Vitra.
Las colecciones de muebles que aparecen en las gráficas, son cortesía de Orange Skin y Natuzzi. Ambas firmas cuentan con un reconocimiento internacional y experiencia a toda prueba. Natuzzi recientemente abrió un showroom en una céntrica calle de Polanco y cuenta con ambiciosos planes de expansión.
Así pues, con todo lo visto en estas líneas y además su experiencia personal, será de cualquier manera difícil poner en entredicho aquel supuesto "don divino", puesto en manos y mente de aquellos nacidos en la bota en medio del Mar Mediterráneo, ya que tenga o no razón, la influencia de los trazos, volúmenes, formas o diseños provenientes de aquella tierra se encuentran inmersos en la mente de todos nosotros. A propósito, ¿usted también es de los que busca las etiquetas Made in Italy?