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Un nuevo estudio global revela los principales retos de las ciudades en la era digital: Seguridad, movilidad y sostenibilidad. Aunque la inteligencia artificial promete transformar la gestión urbana, persisten obstáculos como la fragmentación de datos y la falta de recursos. El futuro exige integración tecnológica, visión compartida y acción coordinada.

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En plena era digital, las ciudades enfrentan una encrucijada: Deben transformarse rápidamente para responder a las expectativas ciudadanas en seguridad, movilidad y sostenibilidad, al mismo tiempo que lidian con restricciones presupuestales, infraestructuras envejecidas y estructuras institucionales fragmentadas.

Un estudio reciente de SmartCitiesWorld, basado en encuestas a cerca de 100 representantes de ciudades globales, revela el panorama actual, los principales retos urbanos y las tecnologías que están reconfigurando la planificación urbana del siglo XXI.

 

▪ La inteligencia artificial, en particular su vertiente generativa, encabeza las tecnologías con mayor potencial transformador para las ciudades. El 81% de los encuestados considera que tendrá un impacto determinante a corto y mediano plazo. Herramientas como ChatGPT, Microsoft Copilot o Gemini de Google han democratizado el acceso a estas tecnologías, permitiendo que gobiernos locales sin expertos técnicos puedan comenzar a explorar su aplicación en la toma de decisiones, análisis de datos, predicción del crimen o gestión del tráfico.

 

Sin embargo, la adopción no es uniforme. Muchas ciudades apenas comienzan etapas piloto, donde prueban cómo convertir datos crudos en información útil para mejorar servicios urbanos. La fragmentación de los datos (56%) y la dificultad para integrar nuevas soluciones (37%) siguen siendo cuellos de botella.

▪ Otras tecnologías en la ecuación urbana. Más allá de la IA, el 5G, el internet de alta velocidad (53%), los vehículos eléctricos (52%) y el internet de las cosas (47%) también se perfilan como ejes de desarrollo. Tecnologías como los gemelos digitales –modelos virtuales que simulan el comportamiento de infraestructuras reales– aún no alcanzan su potencial: Solo 41% de los encuestados las menciona, reflejando una limitada comprensión de sus beneficios.

▪ La seguridad pública, prioridad número uno. La seguridad sigue siendo la principal preocupación urbana: El 88% la posiciona como su prioridad. Pero los números son alarmantes, apenas el 5% se considera “muy bien preparado” para enfrentar emergencias, y solo un tercio (29%) se siente “bien preparado”.

 

 

Las ciudades están invirtiendo en centros de comando y control (37%), sistemas de reconocimiento de matrículas (35%) y vigilancia mediante cámaras, además de reforzar el cuerpo policial. También crecen las inversiones en sistemas de información geográfica (SIG), fundamentales para asignar recursos de manera más eficiente en emergencias. Pese a ello, solo un 25% invierte activamente en ciberseguridad, una omisión crítica en tiempos donde los ataques a infraestructura digital pueden paralizar servicios públicos enteros.

 

Cambio climático y sostenibilidad: Aún lejos de la meta. Aunque las ciudades han comenzado a implementar estrategias sostenibles, los desafíos estructurales son profundos: 67% identifica la falta de financiamiento como principal obstáculo y 45% señala la escasez de recursos humanos. También preocupa la falta de métricas para medir avances (31%) y la dificultad de integrar acciones climáticas entre distintos departamentos (27%).

El cambio de comportamiento ciudadano –clave para el éxito de políticas verdes como la electrificación del transporte o la reducción de residuos– también aparece como un reto, citado por más de la mitad de los encuestados. La adopción de redes abiertas e interoperables se perfila como una estrategia necesaria para evitar dependencias tecnológicas y mejorar la integración de soluciones urbanas.

▪ Movilidad: La promesa del transporte multimodal. El tráfico y la congestión siguen siendo el talón de Aquiles de muchas ciudades: El 59% lo considera uno de los principales problemas. Las causas son múltiples, desde sistemas de transporte obsoletos (62%) hasta la escasez de estacionamientos (38%) o la falta de conectividad en los semáforos (23%).

El futuro pasa por la implementación de Sistemas de Transporte Inteligente (ITS), priorizados por el 72% de los encuestados. Le siguen soluciones de movilidad compartida (44%), microtránsito bajo demanda (42%) y herramientas de análisis de datos para operadores (39%). Pero para que funcionen, será necesario fomentar un cambio de hábitos ciudadanos y asegurar infraestructura moderna, especialmente en lo que respecta a la red de carga para vehículos eléctricos y rutas para usuarios vulnerables como ciclistas y peatones.

 

▪ Conclusión: El reto de la integración. Más allá del entusiasmo por la tecnología, la gran lección del estudio es que el avance hacia ciudades verdaderamente inteligentes requiere mucho más que soluciones aisladas. Implica coordinación entre departamentos, inversiones estratégicas, apertura de datos, ciberseguridad robusta y, sobre todo, una visión compartida entre gobierno, ciudadanía e iniciativa privada.