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La última incorporación al Grand Paris Express es un gigantesco pozo cilíndrico de 70 metros de diámetro que desafía la noción de lo que significa estar bajo tierra.

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Diseñada por el estudio Dominique Perrault Architecture, la estación Villejuif-Gustave Roussy parece hundirse en las profundidades del suelo parisino. Excavada a 50 metros de profundidad, es una de las infraestructuras más profundas de Francia, pero también una de las más luminosas.

 

Un techo transparente helicoidal que permite la entrada de luz natural hasta los andenes transforma la experiencia de los pasajeros. El despacho de arquitectura afirmó: “El cielo de este rascacielos invertido es simplemente el nivel del suelo de la ciudad”.

 

Desde la superficie, Villejuif-Gustave Roussy se asemeja a un pabellón de cristal. Su cubierta de tres capas –una de plástico que protege de la lluvia y dos de malla de acero inoxidable en espiral– no solo filtra la luz, sino que permite la circulación del aire, creando un ambiente abierto y dinámico en el corazón del subsuelo.

 

 

Esta estación ha sido definida como un nodo vital para los más de 100 mil pasajeros que la transitan cada día. En sus primeros niveles, el espacio se abre con pasarelas, escaleras mecánicas y galerías que integran comercios y áreas públicas, ampliando la función tradicional de una estación de metro.

Su diseño interior, a cargo de Gaëlle Lauriot-Prévost, juega con materiales como hormigón, vidrio y acero inoxidable en una gama de texturas que favorecen la acústica y la iluminación. Como toque final, el artista chileno Iván Navarro ha creado una instalación de luces de neón que simula un cielo estrellado, aportando una dimensión artística a la experiencia de viajar en metro.

 

Como parte del ambicioso Grand Paris Express, que suma más de 200 kilómetros de nuevas líneas automatizadas y 68 estaciones, este proyecto busca mejorar la conectividad entre los suburbios y el centro de la ciudad, con un fuerte énfasis en la inclusión social.