De acuerdo con el análisis ¿de qué deben preocuparse los mercados? firmado por Didier Saint Georges, Managing Director y miembro del comité de inversiones de Carmignac, a los mercados financieros se les ha declarado una guerra, y ésta es de índole monetaria. “Hace ya tiempo que los grandes bancos centrales anunciaron su intención de poner fin a las medidas extraordinarias de apoyo a los mercados y a las economías occidentales, que implementaron durante los diez últimos años para atajar los efectos directos e indirectos de la gran crisis financiera de 2008. Por tanto, la guerra ya se ha declarado, especialmente por parte de la Reserva Federal estadounidense (Fed). Sin embargo, sus efectos siguen siendo intermitentes”.
El especialista ejemplificó que los mercados de valores, durante la última década, son una muestra de los efectos de la política monetaria. Señaló que durante este periodo, el índice de renta variable europea Eurostoxx se anota un incremento del 20%, el índice bursátil estadounidense S&P 500 se revaloriza un 167%, en tanto el índice del sector tecnológico estadounidense Nasdaq registró una progresión del 464 % durante el periodo. Sin embargo, han empezado a producirse acontecimientos insólitos que indican que ya no estamos en tiempos de paz.
Por ejemplo, si bien el índice de renta variable estadounidense registra una subida del 2 % desde principios de año, el índice de los mercados bursátiles emergentes retrocede un 17 % durante el mismo periodo y el de las acciones chinas cae un 20 por ciento.
Explica que el motivo fundamental de este desempeño es que el cambio de contexto de liquidez para los mercados en 2018 ya ha comenzado. Por ejemplo, la Fed en lugar de inyectar liquidez en los mercados como viene haciendo desde 2009, ha empezado a reducirla desde principios de año a través de la subida de los tipos de interés y la reducción del tamaño de su balance.
“Cabría entonces preguntarse por qué la retirada de liquidez, que por ahora solo está teniendo lugar en Estados Unidos, ha perjudicado a los mercados emergentes en lugar de al mercado estadounidense. La respuesta es tan sencilla como un tuit: la política presupuestaria de la Administración Trump no solo ha apuntalado el crecimiento económico estadounidense sino que, sobre todo al fomentar la repatriación de capitales hacia Estados Unidos a través de atractivas ventajas fiscales, ha aspirado literalmente los dólares del universo emergente offshore (sobre todo en Latinoamérica y Asia). Esta política ha tenido tanto éxito que, paradójicamente, el ajuste monetario de la Fed no ha penalizado ni a la economía ni al mercado bursátil estadounidense, sino que, por el contrario, ha asfixiado a la esfera emergente. Esta última región ha proporcionado al mercado estadounidense el empuje necesario para su progresión.
¿Perdurará esta dicotomía? A corto plazo, es posible que así sea, mientras resulte más atractivo invertir la liquidez en Estados Unidos que en cualquier otra región.
Lo más importante es que no debemos olvidar que la ofensiva principal está aún por llegar. En diciembre, el Banco Central Europeo pondrá fin a su política de compra de activos de renta fija europeos, mientras que el Banco de Japón acaba de empezar a reducir el ritmo de compra. Y lo que es más importante, la solidez de la economía estadounidense empieza a adquirir un cariz inflacionista, lo que alienta a la FED a proseguir alegremente su propia ofensiva a través del incremento periódico de sus tipos de referencia.
Entretanto, la financiación de este crecimiento estadounidense, que se cimienta sobre un drástico incremento del déficit presupuestario (probablemente cerca de un 6 % del PIB este año, es decir, el doble del objetivo de la UE), obliga al Gobierno de Washington a impulsar al alza los tipos de interés de la renta fija para atraer a unos prestamistas que cada vez brillan más por su ausencia.
Todo ello propiciará más presión para los mercados financieros de los mercados emergentes, como el de México.