La manera de viajar en América Latina está experimentando una transformación profunda. Frente al turismo acelerado y masivo, surge con fuerza el slow travel, una filosofía que prioriza la pausa, la conexión con el entorno y las experiencias significativas. Este enfoque no solo responde a una búsqueda personal de bienestar, sino también a una mayor conciencia ambiental y social entre los viajeros de la región.
El slow travel propone viajar menos deprisa y permanecer más tiempo en cada destino, reduciendo la huella ecológica y favoreciendo la economía local. En lugar de itinerarios saturados, los viajeros optan por trayectos cortos, estancias prolongadas y una inmersión más auténtica en la cultura, la gastronomía y los paisajes.
Un viajero más consciente y prevenido
De acuerdo con datos de IATI Seguros, el perfil del viajero latinoamericano refleja este cambio. Aunque el 60% de las pólizas de viaje a nivel global siguen siendo contratadas por Baby Boomers y Generación X, la Generación Z es el grupo que crece con mayor rapidez, impulsada por una visión del viaje como experiencia transformadora.
México destaca en este contexto con un crecimiento de doble dígito en seguros de viaje internacionales, impulsado por un mayor número de personas que salen del país con una mentalidad más planificada y consciente.
En este nuevo modelo, la seguridad se integra como una extensión natural del bienestar. La previsión permite que la experiencia fluya sin interrupciones, manteniendo la calma incluso ante imprevistos. Para muchos viajeros, contar con respaldo durante el trayecto es clave para disfrutar plenamente del viaje y sostener el espíritu del slow travel.
Destinos para viajar sin prisa
El auge del slow travel también se refleja en la elección de destinos. España e Italia se mantienen entre los favoritos, pero crece el interés por lugares que invitan a la contemplación y al silencio, como Islandia, Japón, los Andes peruanos o regiones de México como Oaxaca, donde los retiros de bienestar y las experiencias locales cobran protagonismo.
Más que acumular lugares visitados, el viajero actual busca vivir el destino con profundidad, ya sea caminando por rutas naturales, participando en rituales cotidianos o simplemente deteniéndose a observar.
Así, el slow travel se consolida como una de las expresiones más claras de un viajero latinoamericano que busca equilibrio, sentido y una relación más consciente con el mundo que explora.