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En la lista de los diez museos más visitados en 2022 hay sitio para uno español: el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, que ocupa la décima posición.

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El Museo del Louvre se mantuvo como el más visitado del mundo durante 2022. La asistencia al museo parisino se incrementó un 173%, elevándose el número de 2.82 millones de visitantes en 2021 a 7.73 millones en el año siguiente, según datos del Theme Index and Museum Index 2022.

Los Museos Vaticanos ocuparon el segundo lugar del ranking, con 5.08 millones de visitantes, un 215% más que en 2021. Completa el podio el Museo de Historia Natural de Londres, visitado en 2022 por 4.65 millones de personas.

 

 

En la lista de los diez museos más visitados en 2022 hay sitio para uno español: el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid ocupa la décima posición.

 

Concebido inicialmente como una prolongación del Museo del Prado al cubrir el período desde finales del siglo XIX hasta la actualidad, la galería cuenta con obras de artistas como Dalí, Picasso o Miró. En 2022 recibió 3.06 millones de visitantes, un 84% más que en 2021.

 

Los ataques a la Mona Lisa

Por otra parte, el pasado 28 de enero, dos activistas medioambientales de Riposte Alimentaire arrojaron sopa sobre el cristal blindado que protege a la pintura La Gioconda, de Leonardo da Vinci, ubicada en una sala del Museo del Louvre, donde se expone desde 1797. Si bien no hubo daños directos al cuadro, las autoridades del museo anunciaron que "tomarán acciones legales" contra el grupo.

Esta no es la primera vez que la enigmática Mona Lisa ha sido atacada. Se dice que en 1956, mientras estaba expuesta en Montauban, Francia, el lienzo fue víctima de un ataque de pintura ácida. Sin embargo, se conocen pocos detalles de este suceso y, en realidad, puede que sea sólo una leyenda. En diciembre de ese mismo año, un joven le arrojó una piedra que fracturó la ventana que la protegía y dañó la capa pictórica a la altura del codo izquierdo, por lo que tuvo que ser restaurada.

 

 

Unos años más tarde, en 1974, mientras la Mona Lisa estaba expuesta en Tokio, una mujer en silla de ruedas la roció con pintura a modo de protesta por la falta de accesibilidad del museo para personas con movilidad reducida. Una vez más, sólo se ensució el cristal protector.

En 2005, de vuelta en el Museo del Louvre, se reforzó la protección de la Mona Lisa: se la colocó detrás de un cristal blindado de cuatro metros de altura. La obra costó casi 5 millones de euros. Cuatro años más tarde, en 2009, estas medidas resultaron útiles: una mujer rusa, aparentemente descontenta porque le habían negado la nacionalidad francesa, arrojó una taza, adquirida minutos antes en la tienda del museo, que se rompió al golpear contra el cristal.

En mayo de 2022, un activista medioambiental, disfrazado y en silla de ruedas para poder acercarse lo más posible al cuadro, le arrojó un pastel de crema "para advertir de la emergencia ecológica".