La iglesia creada por Antoni Gaudí en Barcelona permanece como una de las obras cumbres del diseño y el arte mundiales.
Un templo, la única cosa digna capaz de representar el sentir de un pueblo, ya que la religión es lo más elevado del hombre”. Las propias palabras de Antoni Gaudí (Reus, 1852 – Barcelona, 1926), una de las figuras más universales de la arquitectura, sintetizan la empresa a la que se entregaría con gran pasión y su obra cumbre: La Sagrada Familia.
El artista se formó, trabajó y vivió con su familia toda su vida en Barcelona, donde encontramos la mayor parte de sus trabajos. Cultivó principalmente la arquitectura, pero también el diseño de muebles y objetos, el urbanismo y el paisajismo. Muy cercano a lo onírico y a las imágenes de la fantasía, su lenguaje ecléctico y visionario marcó un sello original, muy expresivo y perfectamente reconocible.
OBRA EN PROCESO
Hace más de 130 años comenzó el gran desafío de la construcción del templo expiatorio. Algunos arquitectos señalan que su atractivo y verdadera potencialidad radican en el proceso interminable de la obra, como una suerte de “perfomance” infinita tanto por sus connotaciones de espacio sagrado como por las complicaciones técnicas que conlleva.
“Ya, pero todavía no”, se lee en los evangelios el mensaje de Jesús. La Sagrada Familia es un auténtico símbolo de la pasión religiosa que, actualmente, también se transformó en lugar de peregrinación turística para la nueva generación laica en esta nuestra sociedad contemporánea.
En su origen, el primer arquitecto responsable del proyecto de este templo fue Francisco de Paula del Villar y Lozano (1828-1901). La primera piedra se colocó el 19 de marzo de 1882, con la solemne y distinguida presencia de José María Urquinaona, obispo de Barcelona.
Gaudí asistió a aquella ceremonia siendo el joven ayudante de Francisco de Paula, con quien trabajaba en varios proyectos arquitectónicos. El primer boceto arquitectónico de Villar para la edificación de la Sagrada Familia apenas guarda relación con el edifico que ahora conocemos.
Aquel primigenio consistía en una iglesia de estilo neogótico: tres naves alineadas y el crucero, con el recurso constructivo predominante del arco ojival y los correspondientes contrafuertes y arbotantes. Un elevado y prominente campanario en forma de aguja coronaba las alturas del espacio sagrado.
LA MANO DE GAUDÍ
A finales de 1883, Gaudí se hizo cargo de la continuación de las obras con solo 31 años, una responsabilidad a la que se entregaría con denuedo hasta su misma muerte en 1926. Con el enérgico y desconocido por entonces maestro catalán al frente de la dirección, el planteamiento teórico de la edificación de la Sagrada Familia dio un giro radical para adentrarse en una estética modernista más sobrecogedora e incluso sobrenatural, dejando atrás las ideas iniciales del templo neogótico más convencional.
Según su inventiva inusitada, Gaudí fue improvisando la construcción desde los bocetos originales, marcando una evolución arquitectónica cuyo trazo iba marcado por un sentir religioso de aspiraciones ascéticas. Su estilo iba incorporando reminiscencias naturalistas, pero no renunciaba a la conciliación de la profunda fe y una estética que, desde el barroquismo decorativo, recuperaba toda la simbología cristiana de la tradición bíblica.
En cuanto a ejecución técnica, cuando se empezaron las obras en 1882, los arquitectos, albañiles y obreros trabajaban de una forma muy tradicional. Al asumir Gaudí la dirección ejecutiva, consciente de que la complejidad y dificultad de la empresa, intentó aprovechar todas las ventajas de la técnica de su época. Y así, entre otros recursos, hizo construir vías con vagonetas para el transporte de los materiales, fabricar grúas para levantar los pesos y situar los talleres a pie de obra, a fin de facilitar el trabajo. Antoni Gaudí dedicó sus últimos quince por completo a la Sagrada Familia. En 1926, año de su fallecimiento, solo se había construido una torre. A partir de entonces, varios arquitectos han tomado el testigo hasta el presente.
LOS CONTRATIEMPOS
Las diversas incidencias y peripecias que han marcado el desarrollo y evolución de la edificación de la Sagrada Familia son innumerables. La Guerra Civil española supuso una terrible amenaza para la salud y el futuro de esta catedral ipso facto, que sufrió algunos daños en la contienda fratricida que se prolongó desde 1936 a 1939.
La construcción se reanudó y siguió levantándose lentamente. Entre 1939 y 1940, el arquitecto Francesc de Paula Quintana Vidal, colaborador de Gaudí desde 1919, restauraría la cripta quemada y recompondría muchas de las maquetas afectadas, que todavía hoy sirven de modelo para continuar adelante según las pautas marcadas por Gaudí. En relación a otros hitos destacados en la vida del templo, hay que señalar que en 1952 tiene lugar en Barcelona el XXXV Congreso Eucarístico Internacional. Acogió la celebración de varios actos solemnes.
Aquel mismo año se construye la escalinata del Nacimiento y se procede por primera vez a la iluminación de la fachada, que desde 1964 será permanente por las medidas adoptadas por el ayuntamiento de la ciudad. A partir de 1978, se construirían los cimientos de la nave y el crucero, y se levantaron las columnas, las bóvedas y las fachadas de la nave principal.
AVANCES ACTUALES
La parte más avanzada en la obra es la fachada del Nacimiento, que alberga el portal de la fe, el portal de la esperanza, portal de la caridad y las torres campanario. La fachada de la Pasión, la fachada de la Gloria y la fachada del Ábside son otras partes destacables. En el conjunto, resulta admirable la elevación de las torres circulares, cuya forma cónica se va estrechando hasta los 170 metros de altura. Multitud de ventanas perforan las torres, siguiendo formas espirales, cuyos muros aparecen recargados de elementos decorativos y personajes bíblicos. Cuando el templo esté acabado, contará con 18 torres: 12 dedicadas a los apóstoles, 4 a los evangelistas, una para María y otra a Jesús.
A pies de la Sagrada Familia, en plena temporada veraniega, una fila humana rodea casi al completo la gran manzana donde se ubica la iglesia. El incesante trasiego de turistas y visitantes que descienden de los autobuses cercan al edificio como a un bien codiciado, gente ávida por descubrir su interior, con miradas de asombro al observar los infinitos detalles.
Ya hace muchos años que las viejas vagonetas dieron paso a potentes grúas mecánicas, las antiguas herramientas manuales se han sustituido por precisas máquinas eléctricas y los materiales se han mejorado para asegurar una excelente calidad en el proceso constructivo y su resultado final.
A ello se unen el repicar de los martillos, los golpes de las herramientas, toda esa labor rutinaria de los obreros que no cesan en su empeño. Con los años, la Sagrada Familia se ha convertido en uno de los signos de identidad más universales de Barcelona y de España, que junto al Museo del Prado de Madrid y la Alhambra de Granada son los tres monumentos más visitados en el país.
PATRIMONIO MUNDIAL
La fachada del Nacimiento y la cripta fueron catalogadas por la UNESCO en el Sitio del Patrimonio de la Humanidad «Obras de Antoni Gaudí» en el año 2005. La iglesia fue consagrada y declarada Basílica menor el 7 de noviembre de 2010 por el papa Benedicto XVI. El proyecto siempre fue expiatorio, es decir, se construye a partir de donativos desde su comienzo. “El templo Expiatorio de la Sagrada Familia lo hace el pueblo y se refleja en él. Es una obra que está en las manos de Dios y en la voluntad del pueblo”, aseveró el propio Gaudí. Actualmente, la construcción continúa y se estima que su culminación se llevará a cabo en la próxima década, durante el primer tercio del siglo XXI. El sorprendente edificio crece lentamente como una gran criatura sobrenatural que el mismo poder divino, desafiante, estuviera deseoso de liberar de la mano del hombre en un inmediato instante supremo.
Texto Leslie J. López