De acuerdo con información del Fondo Monetario Internacional (FMI), México recuperó cuatro lugares en su más reciente medición (diciembre de 2023) de las 20 economías más grandes del planeta.
El organismo proyectó que el valor del PIB de México al cierre de 2023 fue de 1.81 billones de dólares (millones de millones), lo que sería superior en 400 mil millones de dólares en relación a los 1.4 billones registrados un año anterior.
Asimismo, datos de la Organización Mundial del Comercio (OMC) revelan que México está ubicado en el 13° lugar de importación y en el 12° de exportación a nivel internacional, es decir, cuenta con una posición comercial global privilegiada respecto al resto de países de la región latinoamericana.
Sin embargo, para alcanzar estas proporciones ha experimentado grandes transformaciones, al transitar de un “periodo estabilizador” cercano a dos décadas, a una difícil racha de crisis recurrentes; posteriormente, una etapa de gran estabilización interna y apertura económica globalizadora, hasta un retador periodo democrático que ha permitido tres alternancias en el poder sin crisis económica.
México, hoy en día, es una potencia económica y comercial a nivel global, por su tamaño, pero con grandes contrastes internos que se busca equilibrar en la actual administración federal a través de diversos proyectos estratégicos de infraestructura.
Milagro mexicano
Desde mitad de los años cincuenta, en el marco del proceso de reconstrucción, luego de la II Guerra Mundial, la economía global se mostraba estable y con buena dinámica. En ese entorno, México inició un proceso que se conoció como el “desarrollo estabilizador”, que consistió en políticas fiscales y monetarias prudentes que soportaban a un tipo de cambio fijo, además de un crecimiento hacia adentro a través de la sustitución de importaciones; esta política propició una etapa de rápido crecimiento con estabilidad de precios.
El crecimiento fue tan dinámico que se le llamó el “Milagro mexicano”, toda vez que entre 1954 y 1970, el Producto Interno Bruto (PIB) del país se duplicó por el elevado ritmo de crecimiento y fue acompañado de estabilidad cambiaria e inflaciones bajas, similares a las de las economías desarrolladas.
En particular, de 1958 a 1970, el ritmo de crecimiento promedio anual del PIB fue de 6.8%, mientras que la producción industrial creció 8% y la inflación 2.5 por ciento en el mismo tiempo.
Se implementó un esquema de economía relativamente cerrada en este periodo, a través de un proceso de sustitución de importaciones de consumo, a la par del desarrollo de una estructura industrial que en aquel momento importaba ciertas materias primas y componentes intermedios.
Una parte del desarrollo estabilizador fue denominado “modelo de industrialización por sustitución de importaciones”. A la par, el gobierno actuó como gran promotor de inversiones directas e impulsor de polos de desarrollo, entre ellos resultó fundamental el impulso a cinco destinos turísticos: Cancún, Huatulco, Ixtapa, Vallarta y Manzanillo.
Durante el periodo del desarrollo estabilizador se mantuvo por varios años un tipo de cambio fijo respecto al dólar estadounidense, estabilidad que se explicó gracias a la acumulación de reservas internacionales y a que la inflación fue muy similar a la de Estados Unidos y al incremento de las exportaciones (agropecuarias en ese momento).
A mediados de los años 70, por factores externos el modelo dio señales de crisis, entre ellas por repunte de tasas de interés en Estados Unidos y una diferencia entre la inflación de ambos países.
Debemos recordar que a principios de la década de los 70, en 1971 en particular, la ruptura de los acuerdos de Bretton Woods fragmentaron las bases del sistema monetario internacional de la posguerra. De manera particular, se rompió el patrón oro-dólar por lo que se trastocaron los cimientos de la estabilidad cambiaria mundial.
Mientras que en lo interno, México inició con desajustes estructurales de la balanza de pagos, lo que fue interpretado como la señal del agotamiento del crecimiento “hacia adentro”. A la par se observó un deterioro de las finanzas públicas, por lo que en la primera mitad de la década el déficit público se elevó, poniendo fin a la prudencia fiscal que caracterizó el “desarrollo estabilizador”.
Así que la suma de elevados déficits del sector público, repunte importante de la inflación, también ajuste a la alza de las tasas de interés, fuerte alza de los precios internacionales del petróleo (México era importador), más el desequilibrio de las cuentas externas y la salida masiva de dólares, todo ello se combinó para hacer insostenible el tipo de cambio fijo y tener que devaluar el peso frente al dólares casi 100% en 1976, luego de 22 años de paridad fija en 12.50 de viejos pesos por dólar.
Crisis recurrentes
Esta fue la primera de varias crisis de balanza de pagos que experimentó México a partir de entonces y que marcaron un periodo que se conoció como “Crisis Recurrentes”. En particular, durante el decenio 1975-1985 se vivieron dos de ellas.
Durante este lapso, México petrolizó su economía, tanto por la exportación de crudo como sus finanzas públicas. Recordamos que en aquella época el presidente José López Portillo dijo que se iba a administrar la abundancia por los descubrimientos de yacimientos de petróleo, esa borrachera petrolera propició un incremento del gasto público, flexibilizando mucho la política fiscal y monetaria; pero ese gasto jamás estuvo equiparado con los ingresos, más bien dependió de un exorbitado e irresponsable endeudamiento público; además, la economía entrababa en crisis interna cuando los precios del petróleo se desplomaban.
Todo ello generó un círculo perverso de mayor deuda, mayor déficit público, mayor inflación y a la postre devaluación, con efectos brutales sobre la economía real, en particular sobre la inflación y las finanzas públicas.
Fue un periodo de gran desequilibrio económico interno y que se reflejaba en devaluaciones, donde la paridad del peso frente al dólar pasó de 25 pesos al inicio de 1982 a 150 pesos hacia finales del año. Esta devaluación tuvo un impacto brutal sobre la economía real, sobre la inflación y sobre las finanzas públicas.
Todo esto afectó el ritmo de crecimiento económico, al grado de que en 1982 y 1983 se vivió una fuerte recesión y la inflación alcanzó niveles del 100% en esos años.
Estabilización y cambio estructural
Desde la segunda mitad de los años 80, la economía del país aplicó programas internos de estabilización a través de Pactos Económicos. En 1987 se llevó cabo un acuerdo político-económico, con el objetivo de detener el incremento de la inflación (que en ese año llegó a niveles anuales de 176%), las tasas de interés, devaluación del peso y el pobre crecimiento económico.
Al iniciar el sexenio de Carlos Salinas de Gortari se instrumentó el Pacto de Estabilidad y Crecimiento Económico con el objetivo de lograr controlar la inercia inflacionaria y estabilizar al tipo de cambio. Dicho pacto fue apoyado por una nueva renegociación de la deuda externa a través del denominado Plan Brady. Como resultado de todo este plan México logró que la inflación llegará a 20% en 1989.
Vinieron grandes cambios estructurales de la economía nacional, como la privatización de grandes empresas estatales, también se desreguló el sistema financiero y se privatizaron los bancos, además de que se le dio autonomía al banco central, al Banco de México. Y por si fuera poco, se inició la negociación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá (TLCAN).
Todas estas grandes transformaciones de la economía mexicana impulsaron al PIB a un nuevo crecimiento acelerado, observando años de avances de 4 y 5% anual.
La expectativa de la firma del TLCAN generó un gran atractivo de México a nivel internacional que impulsó la llegada de importantes flujos de Inversión Extranjera Directa.
Pese a ello, los desequilibrios externos no lograron revertirse y nuevamente hubo una crisis de balanza de pagos; en diciembre de 1994 (error de diciembre) se volvió a presentar un episodio devaluatorio que a la postre ocasionó una fuerte recesión en 1995 y una nueva reestructura del sistema bancario, porque esa crisis los quebró y propició la llegada de la banca extranjera.
El peso volvió a sufrir una devaluación de alrededor del 100%, pero la depreciación en el contexto de una economía muy abierta y con la certeza institucional brindada por el TLCAN, impulsó una rápida recuperación de la actividad económica a través del aumento acelerado de las exportaciones.
Economía estable y exportadora
Después de la crisis de 1994-1995, los siguientes episodios recesivos en México ya no han sido ocasionados por factores internos, sino por variables externas. Esto debido a que desde entonces se privilegió la salud de las finanzas públicas, y una gran disciplina fiscal y monetaria.
La total autonomía del Banco de México contribuyó al control de la inflación y la libre flotación del tipo de cambio ha evitado bruscos ajustes de la paridad del peso frente al dólar desde entonces.
A partir de la entrada en vigor del TLCAN, en 1994, se eliminó el sesgo anti exportador de décadas previas, privilegiando las normas de una economía abierta y se logró un acceso privilegiado al mercado norteamericano, principalmente a Estados Unidos. Desde entonces las exportaciones de México se han multiplicado.
Debemos recordar que hoy México cuenta con una red de 12 Tratados de Libre Comercio con 46 países, con un mercado potencial de mil 479 millones de personas, lo que se traduce en una oportunidad para estimular la búsqueda de nuevas oportunidades y mejores condiciones para las ventas de productos de origen agrícola, pecuario y pesquero.
Si bien la apertura comercial trajo muchos beneficios a la nación, impulsó la economía en su conjunto, sobre todo al sector manufacturero, atrajo mucha inversión extranjera directa, entre muchas otras cosas, también profundizó la diferencia entre el desarrollo del norte y el sur del país, incrementando el rezago del sureste del territorio.
Alternancia con estabilidad
Luego de los grandes cambios estructurales del sexenio de Carlos Salinas de Gortari y la posterior estabilidad que recobró la nación con Ernesto Zedillo y la continuidad de la apertura comercial, inició un proceso democrático de alternancia en el poder, donde lo más destacado fue que no se dieron con crisis económicas.
Vicente Fox, del Partido Acción Nacional, ganó la presidencia de la República luego de más de 70 años del PRI en el poder. Sin embargo, al no tener mayoría en el congreso, se evitó profundizar en las reformas estructurales. La administración panista se extendió a dos sexenios, con el triunfo de Felipe Calderón; empero, el PRI regresó al poder con Enrique Peña Nieto y posteriormente llegó la izquierda con Andrés Manuel López Obrador.
El sexenio de Peña Nieto en algún momento se le denominó como el Mexican Moment, porque se llevaron a cabo una segunda etapa de reformas estructurales, como la energética, financieras, de competencia económica y hacendaria, entre otras, además de la pretensión de grandes obras de infraestructura; sin embargo, el desequilibrio que se presentó en las finanzas públicas obligó a realizar grandes ajustes al gasto público que afectaron el crecimiento económico y lo hicieron muy lento.
Las administraciones de Fox, Calderón y López Obrador no se vieron exentos de crisis recesivas, pero cada una de ellas propiciadas por factores externos, no por los problemas internos del pasado.
Las últimas cuatro administraciones federales se han caracterizado por un crecimiento moderado pero con mucha estabilidad de inflación y una gran disciplina de las finanzas públicas y de una política monetaria responsable. De hecho, estás últimas cualidades hacen confiar mucho a los inversionistas extranjeros en México.
Debemos destacar que la administración de Andrés Manuel López Obrador ha impulsado grandes proyectos de infraestructura, sobre todo para la región sureste del país, buscando como objetivo el reducir la brecha económica y de desarrollo con el centro y el norte del país.
Por eso la importancia de proyectos como el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, que representa una gran oportunidad para México al convertirse en el ombligo de la logística del mundo.
Texto:Jesús Arias
Foto: HEMEROTECA NACIONAL DE MÉXICO / CENTRO CIEN / afp / (TLCAN).JAWED GFX