Cada vez más, ciudades en el mundo están contratando a los llamados Jefes de Resiliencia; muestra de ello es lo ocurrido con Jane Gilbert, la primera Oficial Principal de Resiliencia de la Ciudad de Miami, quien explica la importancia de ese rol y por qué Miami sigue colocándose a nivel mundial como una Smart City de primera clase.
Todas las ciudades del mundo se enfrentan a las mismas presiones que implican desarrollar soluciones integradas e innovadoras para abordar la vulnerabilidad, crecientes conmociones sociales, retos del cambio climático, crecimiento urbano y economía global en rápida evolución.
“En Miami, somos vulnerables a huracanes y tormentas tropicales, pero también debemos protegernos contra el riesgo de una pandemia de enfermedad o un colapso económico, así como contra el estrés crónico relacionado con la falta de viviendas asequibles o presiones por mayor transporte. Y por otro lado, tenemos un aumento del nivel del mar”, destacó en entrevista con smartcitiesworld.net.
Para ello, Miami creó la Oficina de Resiliencia y sostenibilidad hace dos años como parte de su participación en red de 100 ciudades resilientes, financiada por la Fundación Rockefeller.
Estas 100 ciudades resilientes desarrollaron la idea de un oficial Jefe de Resiliencia. “El concepto es tener un pensador estratégico senior que esté asesorando al más alto nivel al alcalde o al administrador de la ciudad, sobre cómo hacer que los diferentes departamentos de la ciudad piensen de manera integrada, para comprender cómo las ciudades están evolucionando rápidamente y para desarrollar nuevos tipos de respuestas”.
Lo anterior implica el uso de la tecnología de manera diferente y la colaboración mejor con otros gobiernos, socios privados y ciudadanos para desarrollar nuevas soluciones. Una Smart City consiste en comprender realmente lo que necesita la ciudad. La tecnología es tan buena como para lo que se usa, pero hay que entender qué necesita la ciudad, qué necesitan nuestros ciudadanos y cómo empleamos soluciones innovadoras con decisiones basadas en datos para abordar esas necesidades y vulnerabilidades, destacó.
Entre las nuevas implementaciones para Miami está la actualización del plan maestro de aguas pluviales, la cual necesita un proceso para digitalizar la infraestructura de aguas pluviales y realizar estudios más profundos para modelar las aguas subterráneas. Un segundo está relacionado con la creación del Bono Miami Forever, de compra obligada general aprobado por los residentes en noviembre de 2017.
Con ello, se espera realizar el primer tramo de proyectos de infraestructura que incluyen 192 millones para la prevención de inundaciones y la mitigación del aumento del nivel del mar. “Nuestro liderazgo está firmemente comprometido a hacer de Miami una de las ciudades más resistentes del mundo. Creemos que estamos en ese camino”.
El bono también contempla 100 millones de dólares para viviendas asequibles, y buscamos multiplicar esa inversión cinco veces con inversión privada para crear al menos 12,000 unidades más de apartamentos. Otros 78 millones serán para parques e instalaciones culturales. “Tenemos muchos parques frente al mar que necesitarán rediseños adaptativos y eso se integrará en nuestra estrategia de resiliencia”.
“A medida que nos convertimos más en una ciudad de eventos, debemos ser más dependientes del transporte público, scooters, bicicletas y caminatas; estamos probando pilotos en todas esas áreas.
“En Miami, 50% de nuestros residentes están luchando para llegar a fin de mes. Mucha gente piensa en Miami y en la economía de bienes raíces y turismo de alto nivel, pero también tenemos una gran cantidad de trabajadores que apoyan a esa economía que está teniendo dificultades para comprar un lugar para vivir y para ir a trabajar”, por ejemplo.