Muchas preguntas y pocas respuestas claras de la autoridad, necesidad de reactivarse por parte de las empresas para generar ingresos y sobrevivir, necesidad de trabajar de millones de personas que se desempeñan en la economía informal, pero el regreso parcial de actividades se presenta en medio de condiciones de mucho riesgo de salud.
Este primero de junio está iniciando una nueva etapa de la crisis sanitaria que aqueja a México, donde al parecer los sectores productivos que reactivan parcialmente su actividad responden a necesidades económicas y no a las “soluciones” internas alcanzadas en materia de salud, con el riesgo que ello implica.
Por una parte, las actividades manufactureras vinculadas a las cadenas de proveeduría de América del Norte, en las que destacan las automotrices y de autopartes, están reabriendo en gran medida por las presiones ejercidas por los Estados Unidos.
Otras actividades reclasificadas como esenciales son la minería o la industria de la construcción; esta última inició este lunes primero de junio en forma gradual, en la medida que cumplan con los requerimientos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), particularmente los protocolos de salubridad para sus trabajadores.
Sin embargo, todas las actividades que se reincorporan lo hacen en un periodo donde las cifras de salud que día a día nos hacen públicas, muestran que al cierre de mayo alcanzamos posiblemente la etapa más alta de contagios de mortalidad. Por ello es que con la aplicación del semáforo estatal, todas las entidades (menos Zacatecas) están en rojo.
Así que la reapertura de al menos 18 mil 560 empresas, se hace en medio de una gran incertidumbre y temor de que las personas que salgan a laborar, puedan estar en riesgo de contagiarse y propiciar un rebote. Sin embargo, para hablar de un rebote primero tendrían que bajar los contagios y hasta ahora no se observa ningún descenso.
Empresas del sector privado, sobre todo grandes empresas de los sectores no esenciales, expresan que la posibilidad de reapertura de actividades en sus oficinas corporativas será en julio e inclusive hasta agosto.
Así que todo apunta a que junio el regreso a la “nueva normalidad” estará plagado de incertidumbre y de elevado riesgo para la salud de los trabajadores.