Lo anterior, podría atribuirse a la adopción de nuevos hábitos de consumo y la adaptación del público a éstos, ofreciendo un panorama alentador al evento celebrado en medio de una pandemia.
En este sentido, los Juegos Olímpicos resultan ser un buen ejemplo del nivel de sofisticación que los derechos de Propiedad Intelectual han alcanzado a nivel mundial, toda vez que solo el licenciamiento de la PI fue lo que permitió el generar aproximadamente 128 mdd, siendo el patrocinio local la principal fuente de ingresos.
David Heimsatz, consultor de Servicios Jurídicos de ClarkeModet México, opinó que el papel de la PI es fundamental, pues, así como los jugadores que participan, las marcas juegan un rol primordial en el evento deportivo.
Explica que “el licenciamiento de una marca consiste en la autorización del uso y explotación de ésta por un tiempo y lugar determinado, estableciendo montos por el pago de regalías. Esto es fundamental, ya que, sin licencia, no se puede vender mercancía de los Juegos Olímpicos; por otro lado, con todo en regla, representa un gran impacto por la atención que genera en todo el mundo”.
En este sentido, con la expansión de redes sociales y las marcas a través de ellas, la PI jugó un rol especial este año debido a la Regla 40 de la Carta Olímpica, la cual evita que los deportistas utilicen el nombre, imagen o actuaciones del evento con fines publicitarios, incluida la prohibición a cualquier empresa que no haya pagado por un patrocinio haga referencia de los Juegos felicitando a los atletas durante el tiempo de celebración.
Finalmente, Heimsatz indicó: “Es probable que la organización de los Juegos Olímpicos en medio de la pandemia suponga un reto de ganancias por la venta de mercancía en tiendas físicas, pero la adaptación del público a consumir digitalmente tanto el entretenimiento como la mercancía puede ofrecer un panorama alentador”.