El aumento de las olas de calor ha disparado el uso de aires acondicionados en México y el mundo. Sin embargo, esta solución inmediata al calor está alimentando un círculo vicioso: Mayor consumo de electricidad, más emisiones contaminantes y, en consecuencia, un incremento en la temperatura global.
El problema no solo es ambiental. Según Raúl Talán, director general del FIDE, estos aparatos suelen usarse de forma intermitente, lo que provoca inestabilidad en las redes de transmisión y distribución eléctrica, especialmente en verano, cuando la demanda alcanza su punto más alto.
Temperaturas demasiado bajas
Un estudio de campo del FIDE encontró que, en oficinas y centros de trabajo en México, los equipos suelen programarse en promedio a 19 °C, muy por debajo de la recomendación internacional de entre 25 °C y 28 °C en verano.
La diferencia es costosa: Por cada grado menos, el consumo de energía aumenta un 10 por ciento. Esto significa que mantener un espacio en 19 °C puede implicar hasta 40% más gasto de electricidad que si se aclimata a 23 °C. Por ello, el organismo recomienda calibrar los equipos a no menos de 23.5 °C.
Un reto urgente
El Plan de Acción en Enfriamiento para México, elaborado por la Semarnat y el INECC, estima que entre 10% y 12% de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen del uso de aires acondicionados y sistemas de refrigeración. Actualmente representan unas 85 millones de toneladas de CO₂ equivalente al año, con una tendencia de crecimiento hacia 2030.
Desde 1990, el consumo de energía para enfriamiento de espacios se ha triplicado y podría duplicarse nuevamente en las próximas décadas conforme más personas adquieran equipos.
Por ello, el FIDE advierte que es indispensable fomentar el uso racional del aire acondicionado, acompañado de mantenimiento regular y monitoreo de fugas, ya que cada equipo pierde alrededor del 1% de eficiencia al año.