Un estudio reveló que el uso compartido de bicicletas genera 305 millones de euros en beneficios anuales en toda Europa y pronostica que la cifra podría aumentar a 1,000 millones de euros en 2030 si se le da mayor prioridad al sector.
Actualmente, el sistema de bicicletas compartidas está presente en unas 150 ciudades europeas (UE-27, Reino Unido, Suiza y Noruega), desde grandes sistemas metropolitanos como París, con 42,200 bicicletas, hasta Bruselas, con más de 11,000, y ciudades más pequeñas que operan solo unas pocas docenas de bicicletas.
Según el análisis, Londres es la ciudad líder en Europa en cuanto a uso de bicicletas sin anclaje, con 28 millones de viajes registrados en 2024. Juntas, estas redes conforman una flota de 438,000 bicicletas compartidas, que proporcionan millones de viajes cada año y conectan a las personas con el trabajo, la educación y el transporte público.
Demuestra el estudio que las bicicletas compartidas aportan importantes beneficios ambientales, sanitarios y económicos. Cada año, el uso compartido de bicicletas ahorra 46,000 toneladas de emisiones de CO₂ y 200 toneladas de contaminantes atmosféricos nocivos. Al sustituir los desplazamientos en coche por movilidad activa, se ayuda a prevenir 1,000 enfermedades crónicas, lo que supone un ahorro de 40 millones de euros en atención sanitaria.
Para las ciudades, el uso compartido de bicicletas también representa una sólida inversión. Por cada euro gastado hoy, se obtiene una rentabilidad anual del 10%, lo que genera 1.10 € en externalidades positivas. Para 2030, los beneficios podrían ascender a 1,000 millones de euros anuales si la inversión y la expansión continúan. Esto incluiría la evitación de 224,000 toneladas de emisiones de CO₂, la prevención de más de 4,200 enfermedades crónicas y el apoyo a casi 13,000 empleos. En estas condiciones, cada euro invertido podría generar una rentabilidad anual del 75% del gasto público.
Al respecto, Nick Brown, director ejecutivo de Velogik UK y líder del proyecto de estudio, comenta: “Por primera vez, podemos poner un valor financiero a los beneficios del uso compartido de bicicletas, y los resultados son transformadores”.
El estudio destaca cuatro factores que podrían impulsar este crecimiento: el aumento de la demanda debido a la urbanización y la concienciación; una mayor oferta gracias al apoyo regulatorio y una cobertura más amplia; la electrificación de la flota en respuesta al fuerte interés de los usuarios; y la expansión territorial para subsanar las deficiencias existentes en el servicio. Estas oportunidades dependen de condiciones favorables, como políticas y financiación coherentes, sistemas más flexibles y fiables basados en una planificación basada en datos, y una mayor integración con el transporte público y la infraestructura ciclista.
Lauha Fried, directora de políticas de Cycling Industries, afirmó: “Esperamos que este estudio transforme la forma en que las ciudades conciben el sistema de bicicletas compartidas. El sistema ya no es solo un gasto, sino una inversión que ofrece claros beneficios: desde la reducción de emisiones y un aire más limpio hasta una mayor productividad y ciudadanos más sanos. Ciudades como París, con más de 75 millones de viajes al mes, demuestran la rapidez con la que el sistema de bicicletas compartidas puede generalizarse y transformar la forma en que las personas se desplazan y el progreso de las ciudades”.
 
            
