En Westhampnett, una tranquila comunidad inglesa donde conviven zonas residenciales, tráfico vial y vías de acceso a centros educativos, la seguridad vial es una prioridad cotidiana.
El proyecto, desarrollado en estrecha colaboración con el Ayuntamiento de Westhampnett, forma parte de una estrategia de largo plazo enfocada en mejorar la fluidez vehicular y reducir riesgos para peatones y residentes. No se trata de radares sancionadores, sino de dispositivos educativos diseñados para modificar comportamientos: funcionan con energía solar y muestran una carita feliz cuando el conductor respeta el límite, y una triste cuando excede la velocidad permitida.
Su objetivo es directo: hacer visible, en tiempo real, el impacto de conducir demasiado rápido en zonas sensibles.
Además de su función preventiva, estos indicadores cumplen un rol clave para la gestión urbana. Los equipos registran de manera anónima el paso de cada vehículo, su velocidad y el horario, generando una base de datos que permite identificar patrones: tramos con mayor incidencia de exceso de velocidad, picos de tráfico o momentos del día en que la comunidad es más vulnerable. Esta información se convierte en un insumo valioso para diseñar acciones de control, planear operativos policiales focalizados o implementar medidas de moderación del tráfico, como nuevos señalamientos o ajustes en la infraestructura.
Para Andrew Ball, director de Relaciones Corporativas de Rolls-Royce, la iniciativa responde a una filosofía clara: “Estamos comprometidos a ser un buen vecino y a tener un impacto positivo en nuestra comunidad local… Por ello, nos complace apoyar al Ayuntamiento con estos indicadores que contribuirán de forma duradera al bienestar de residentes y colaboradores”.