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De acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Financiamiento a las Empresas en 2015 (la más reciente), cuatro de cada 10 empresas en México han solicitado financiamiento desde el inicio de sus operaciones. Aunque por otro lado, las condiciones de la banca afectan el estado y las actividades de las compañías que reciben préstamos.

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Según la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), al término del tercer trimestre de 2017, la banca comercial registró una cartera total mayor a 4.5 billones de pesos, con una morosidad aproximadamente del 2% y un crecimiento anual del 9%. Sin embargo, este último porcentaje disminuyó en comparación con cifras de años anteriores.

Así mismo, el año pasado la banca destinó el 80.1% del financiamiento empresarial a grandes empresas y fideicomisos, y el 19.9% restante a micro, pequeñas y medianas empresas (pymes), sin embargo, la mayor aportación económica al PIB recae en éstas; acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), más del 90% de las compañías mexicanas son PYMES, es decir, representan el sector que más contribuye a la economía del país.

“El estado de la banca comercial durante 2018 estará determinado por dos factores: la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y las elecciones para la Presidencia, lo que conllevará a una posible reestructuración del sistema económico y alteraciones en operaciones financieras nacionales e internacionales”, señalan Enrique López y Miguel Ángel Quintana, fundadores de Fortrade.

Asegurarron que es importante recordar que las empresas también pueden obtener capital a través de programas de financiamiento gubernamental o por medio de empresas financieras no bancarias, como la propia firma, que es una compañía 100% mexicana.

Para apoyar el sector de las pymes, hay que conocer y entender las condiciones favorables y las problemáticas de sus socios a través de análisis, para determinar la opción de financiamiento más favorable para cada empresa-socio.

En contraste con la banca tradicional, el financiamiento no bancario resuelve las solicitudes de sus socios en menos de 72 horas, una diferencia significativa con respecto a los créditos otorgados por bancos y otras entidades financieras, ya que sus procesos de respuesta son más tardados y burocráticos.