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Los problemas que ejercieron presión sobre la inflación a nivel global, podrían actuar en dos sentidos en 2022, para continuar generando presiones y extenderlas a otros sectores, o bien ser resueltos y contener los precios.

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Uno de los primeros signos positivos de recuperación económica en 2021 fue La recuperación de los precios al consumidor luego del impacto de la pandemia fue uno de los primeros signos de recuperación económica en 2021, pero el alza fue mucho mayor de la esperada y para 2022 prevalecen riesgo de niveles altos de inflación.

Un análisis de Intercam indicó que en Estados Unidos la inflación creció en 2021 en su nivel más alto desde los años ochenta y en Europa es muy probable que haya alcanzado niveles históricos. Las economías emergentes no fueron la excepción, como Brasil, Rusia o México, donde la inflación ha alcanzado su mayor nivel en 20 años.

Apuntaron que las presiones inflacionarias han sido más evidentes en los índices de precios a productores, porque las materias primas fueron las primeras que vieron incrementos acelerados en sus precios.

El alza análisis de la institución financiera afirmó que la presión alcista sobre la inflación estuvo apuntalada en una “demanda reprimida durante la pandemia, los estímulos monetarios y fiscales, y un cambio en los hábitos de consumo a nivel global (mayor demanda de bienes, menor de servicios)”.

Lo anterior se “conjugó con limitaciones en la oferta por persistentes disrupciones causadas por la pandemia, como la escasez de mano de obra, escasez de insumos (que presionaron al alza precios de materias primas, incluidos energéticos), congestión de puertos, crecientes precios en el transporte de bienes, retrasos en entregas, menor producción o bajos niveles de inventarios”.

De cara al 2022, el análisis de Intercam considera que existen dos riesgos fundamentales, que de materializarse propiciarían escenarios completamente distintos.

“El primero de ellos es que las disrupciones en la oferta no se resuelvan a lo largo del año, al tiempo que la demanda se mantenga firme, ejerciendo presiones persistentes al alza sobre los precios. Si el procesamiento de cargamentos en los puertos se sigue retrasando, los precios del transporte de bienes se mantienen en niveles altos y las empresas siguen enfrentando escasez de insumos (semiconductores y materias primas en general) y trabajadores, la dinámica de inflación podría comenzar a extenderse a grupos más amplios de bienes en la economía. Eventualmente, el mayor riesgo es que esto genere cambios en las expectativas de inflación a mediano plazo y afecte las negociaciones salariales a nivel global, lo que convertiría un problema temporal de disrupciones en las cadenas de producción global, en un problema estructural de inflación. Para 2022 será esencial observar indicadores de salarios y expectativas de inflación, que nos darán sensibilidad sobre la materialización (o no) de este riesgo”.

Pero por el lado opuesto, existe una segunda posibilidad, donde “el riesgo opuesto es que las disrupciones en cadenas productivas se resuelvan antes de lo esperado. Los PMIs e indicadores adelantados sugieren que el problema de las cadenas productivas ha comenzado a disminuir al cierre de 2021 (los indicadores de retrasos en entregas se han desacelerado, por ejemplo); mientras que algunos precios en el transporte marítimo de bienes han comenzado a descender. A ello se suman precios más bajos del gas natural, petróleo y otras materias primas en meses recientes, lo que ha relajado las presiones de costos sobre productores. Asumiendo que esta dinámica se mantiene y las empresas logran reponer inventarios de forma mucho más rápida, podríamos tener un escenario en el que la oferta se igualaría o incluso superaría la demanda, forzando una tendencia descendente de la inflación. Este escenario es más probable en la medida en que los patrones de consumo se normalicen a nivel global (vuelva la demanda por servicios y se reduzca la demanda por bienes), en la medida en que se agote el ahorro acumulado de los hogares o en el que la política monetaria y fiscal abandonen su inclinación expansiva. Un escenario como éste jugaría en favor de monedas emergentes contra el dólar y mantendría el atractivo de activos de riesgo en los mercados. La primera mitad de 2022 será determinante para conocer cuál de los dos escenarios se materializará”.