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Tras la crisis del Covid, la región ha experimentado un aumento de la población, además de un clima de desconfianza ciudadana.

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Tras la crisis por la pandemia del Covid-19 y la desaceleración post recuperación, América Latina y el Caribe (ALC) ha experimentado un aumento de la población en condiciones de pobreza y pobreza extrema, lo que la lleva a un retroceso de más de un cuarto de siglo, acompañado de desconfianza ciudadana.

Una situación complicada considerando que el pronóstico de crecimiento económico para 2023 en ALC es de 1.3%, por debajo del 3.7% de 2022, lo que implicará una desaceleración de su economía, comentó Raúl García-Buchaca, secretario ejecutivo adjunto para Administración y Análisis de Programas de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

“De concretarse estas proyecciones, se trataría de la segunda década perdida para nuestra región, la primera fue la llamada década de la crisis de la deuda de los años 80, la economía regional en aquel momento solo pudo avanzar 2%, el menor desempeño hasta ahora desde 1951.

“Y ahora nos estamos enfrentando a una época quizá aún peor y quizá lo más preocupante es que los niveles de pobreza y de pobreza extrema en nuestra región se mantuvieron el año pasado por encima de los niveles pre pandemia” dijo García-Buchaca.

 

El retroceso de casi un cuarto de siglo para ALC afecta más a las mujeres, poblaciones indígenas y afrodescendientes así como a las poblaciones vulnerables.

 

Durante su participación en la XVII Conferencia de Ministros y Jefes de Planificación de ALC, el funcionario precisó que hay 201 millones de personas en condiciones de pobreza, equivalente a 32% de la población total de la región; y 82 millones, casi un 13% de la población, en extrema pobreza.

Añadió que el “prolongado apagón educativo” que ALC sufrió por la pandemia, con un promedio de 70 semanas de cierre de los establecimientos educativos frente a 42 semanas en el resto del mundo, exacerbó las desigualdades que ya existían, en materia de acceso, inclusión y calidad de la educación.

García-Buchaca agregó que esta situación puso al desnudo las desigualdades en el acceso a la conectividad, al equipamiento y a las habilidades digitales, pues en el 2021, en ocho de 12 países de la región, más de 60% de la población pobre menor de 18 años no tenía conectividad en sus hogares.

 

 

En este contexto, también es imprescindible hacer una pausa y que los Estados retomen y mantengan la mirada de largo plazo, pues solo así se podrá reconstruir y fortalecer la confianza ciudadana en una construcción colectiva de escenarios probables del futuro que generen una visión compartida de país.

“La capacidad de los Estados de reconstruir la confianza es un elemento vital, es un elemento central para concertar intereses y agendas particulares en busca del bien colectivo, para replantear las relaciones de poder en el territorio.

“Y llegar a los acuerdos y a los actos que requerimos para impulsar un nuevo estilo de desarrollo que asegure una vida digna para todos con sostenibilidad e igualdad”, concluyó el secretario ejecutivo adjunto de la Cepal.