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La política comercial impulsada por Donald Trump, centrada en la imposición de aranceles como herramienta para reducir los déficits comerciales, ha encendido una fuerte oposición interna en Estados Unidos, tanto desde el plano político como económico. Dos frentes representan esta creciente tensión: la demanda del estado de California y las advertencias de la Reserva Federal.

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California, la quinta economía más grande del mundo, ha dado un paso sin precedentes al demandar al presidente Trump por los aranceles impuestos desde su regreso al poder. El gobernador Gavin Newsom argumenta que los gravámenes afectan de forma desproporcionada al estado, al castigar a sectores clave como la agricultura y la manufactura.

La demanda cuestiona la legalidad de que Trump haya utilizado poderes de emergencia para aplicar estas medidas, una vía que, según el estado, nunca fue pensada para fines comerciales.

En paralelo, la Reserva Federal, a través de su presidente Jerome Powell, advierte que los aranceles podrían tener efectos negativos sobre la economía estadounidense, entre ellos, un alza en la inflación, menor crecimiento y más desempleo. Powell subrayó que estas presiones reducen el margen de maniobra del banco central para actuar y estabilizar la economía. La situación se agrava por las críticas directas de Trump hacia la Fed, a quien ha presionado para reducir tasas y ahora incluso amenaza con destituir a Powell.

Estos episodios revelan una fractura profunda al interior de EE.UU. sobre el rumbo económico del país. Mientras la Casa Blanca insiste en que los aranceles protegerán la industria nacional y atraerán inversión, los gobiernos locales y las autoridades monetarias temen que las consecuencias a corto plazo superen cualquier beneficio de largo plazo.

Más allá del debate técnico, esta confrontación refleja una pugna por el poder político y económico en Estados Unidos, y pone en duda la coherencia de su política comercial. Si bien el objetivo es reindustrializar el país, los métodos generan incertidumbre en los mercados y podrían frenar la recuperación económica.

La respuesta de California y las advertencias de la Fed dejan claro que la oposición a la estrategia de Trump no solo proviene del exterior, sino de dentro del propio sistema estadounidense.