La creciente conciencia sobre el cambio climático y su reconocimiento como el problema compartido número uno de la humanidad, generan cada vez más presiones para que las industrias implementen estándares medioambientales más estrictos y las mejores prácticas sostenibles.
Esta presión proviene tanto de la regulación gubernamental, como de tratados internacionales, de los consumidores sensibilizados e incluso de los nuevos criterios de sostenibilidad de jugadores proactivos en las bolsas de valores del mundo.
La pandemia trajo diferentes cambios a la industria de la construcción, uno de ellos relacionado con la salud de las personas y la sustentabilidad en los edificios, ya que las personas pasaban hasta un 90% de su tiempo en el interior de estos inmuebles, consideran en Ares Arquitectos.
Y ya que por la nueva modalidad de trabajo la presencia en oficinas se redujo, no significa que la construcción de nuevas viviendas u otros inmuebles deba ocurrir sin sostenibilidad en los materiales, pues los edificios tendrán una vida útil de al menos 40 años, además, su desarrollo sostenible ya es económicamente viable.
“La idea ha cambiado con el tiempo. Un inmueble con un costo de 3 mil 500 pesos por metro cuadrado, por ejemplo, bajará su precio de renta si los requerimientos de luz, calefacción o aire acondicionado se resuelven con soluciones naturales, como las ventanas abiertas o la iluminación natural o de bajo costo”.
En este sentido, Luis Miguel Herrera, director de negocios de Procore Latinoamérica, señaló que esta industria tenderá a profundizarse en los años y décadas por venir, acercándose a lo que ya ocurre en industrias como las de la manufactura, el transporte o el retail.
“Para los jugadores en la industria de la construcción esto significa que vienen retos importantes de adaptación a un mercado con estándares mucho más exigentes, pero también oportunidades interesantes de liderazgo en la industria y posicionamiento mediático para las compañías más ágiles y proactivas en este proceso”.
Ante este panorama, la tecnología para administrar los proyectos de construcción puede convertirse en una herramienta doblemente valiosa, pues un software avanzado puede lograr la optimización de procesos y eficiencia en el uso de materiales.
También adelantaría sus procesos de cumplimiento para las nuevas regulaciones medioambientales y en la identificación de procesos y materiales que generan el mayor impacto ambiental, mencionó el directivo.
Aunque en la construcción los estándares de impacto ambiental frecuentemente dependen del cliente, una política de sostenibilidad proactiva por parte de las empresas puede transformarse en un valor agregado invaluable, posicionando a la firma como un referente de responsabilidad social empresarial en la industria.
“Lo cual a su vez puede traducirse en un activo de marca responsable y abrir posibilidad interesantes de cooperación con organismos públicos y privados orientados a fomentar prácticas sostenibles. Un ejemplo reciente es el de la constructora Turner, en Estados Unidos, que logró que la mitad de sus operaciones finalizadas sean consideradas ‘verdes’.
“La empresa ha agrupado a un equipo de más de 1,000 personas acreditadas bajo alguno de los múltiples sistemas de rating de construcciones verdes y una red nacional de 70 administradores de la sostenibilidad, quienes trabajan de cerca con la compañía para compartir las mejores prácticas”, mencionó Miguel Herrera.
El modelo de sostenibilidad de esta empresa se basa en la eficiencia ambiental, resiliencia y la construcción verde, y tiene como uno de sus principales objetivos alcanzar la reducción a la mitad de todos los gases de efecto invernadero y consumo de agua en las obras en 2030.
Para hacer de estos planes un proyecto viable, dijo el representante de Procrore Latinoamérica, estas emisiones deben ser medidas sistemáticamente, al mismo tiempo que se monitorea su uso en cada obra y su rendimiento.
Una vez que se tiene una base de datos sistematizada sobre todas las obras, es posible analizar los patrones de consumo de cada uno de los insumos nocivos, e identificar instancias en las que pueden implementarse ajustes que aumenten la eficiencia de materiales y contribuyan a reducir los desperdicios de manera importante.
En ocasiones, estos ajustes implican también ahorros significativos en materiales de construcción y consumo de energía. Además, el uso de software para la gestión de proyectos puede ahorrar un promedio de diez horas por semana a los equipos de gestión e ingenieros de proyectos.
El ahorro en gastos es un tema interesante si se toma en cuenta que el valor de la producción de las empresas de la construcción en México tuvo en julio un repunte de 5.8% respecto al mismo mes del 2020, pero en el acumulado de los primeros siete meses del 2021 reporta una contracción de 4.9% anual.
Con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y considerando la evaluación mensual, se observó un repunte de 1.4% en julio respecto a junio, con un valor cercano a los 23,000 millones de pesos (mdp), pero debajo de los 27 mil mdp que se reportaron en marzo del 2020, previo al inicio de la pandemia.