Posterior a 10 años de experimentación, las Smart Cities han entrado a una nueva fase. Aunque son parte del conjunto de herramientas, las soluciones digitales se perfilan más potentes y rentables. Con estas aplicaciones las ciudades podrían mejorar sus indicadores de calidad de vida entre 10% y 30%.
La consultora McKinsey vincula cada día más el despliegue de estas ciudades con la sanidad y sostiene que la métrica DALY (por las siglas de disability-adjusted life years) que utiliza la Organización Mundial de la Salud (OMS), para medir los gastos mundiales por enfermedad, podría reducirse entre 8% y 15 por ciento.
Según este análisis, las ciudades inteligentes “actualmente cuentan con plataformas infrautilizadas para abordar la salud”, por lo que la implementación de aplicaciones (o apps) para prevenir, tratar y monitorear afecciones crónicas, como la diabetes o las enfermedades cardiovasculares, podrían marcar la mayor diferencia, ya que “los sistemas de monitoreo remotor de pacientes tienen el potencial de reducir la carga de salud en las ciudades de altos ingresos en más de 4%”.
Estos sistemas usan dispositivos digitales para tomar lecturas vitales, que luego las transmiten de forma segura a los médicos para su evaluación. Estos datos alertan tanto al paciente como al médico, en el caso de que se necesite una intervención temprana, para evitar complicaciones y hospitalizaciones.
Las ciudades inteligentes aprovechan estos datos para identificar grupos demográficos con perfiles de riesgo elevados e identificar intervenciones con mayor precisión. “Las llamadas intervenciones con la aplicación Health pueden enviar mensajes para salvar vidas, así como la aplicación de vacunas y medidas preventivas”.
En estas ciudades en desarrollo, se reducen los costos en salud en 5% con ayuda de los sistemas de vigilancia de enfermedades infecciosas, que permiten estar un paso por delante de las enfermedades con mayor crecimiento. Además, con otras técnicas, como la telemedicina, se brinda consultas clínicas por videoconferencia, también puede salvar vidas en ciudades de bajos ingresos que tengan escasez de médicos, como diversas ciudades en nuestro país.
Estas herramientas podrían reducir las muertes en un margen de entre 8 %y 10% por ciento, acelerar los tiempos de respuesta de emergencia hasta en 35%, reducir los viajes promedio de ambulancias en hasta 20%, y reducir el nivel de mortalidad hasta en 15%, además de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hasta en 10% por ciento, entre otros resultados positivos.
Como ejemplo, el documento de McKinsey explica que diversas megaciudades de Asia, con sus poblaciones jóvenes de nativos digitales y grandes problemas urbanos para resolver, están logrando una adopción excepcionalmente alta a este tipo de cuestiones que relacionan movilidad, urbanismo y salud, entre otros temas relevantes de las Smart Cities.
“Las ciudades inteligentes pueden irrumpir algunas industrias aun cuando presenten oportunidades sustanciales de mercado. Las necesidades
de los usuarios forzarán una reevaluación de los productos y servicios actuales, que modificarán desde la movilidad hasta la atención médica. Las soluciones Smart
City cambiarán el valor en el paisaje de las ciudades y en las cadenas de valor. Las empresas que buscan ingresar a los mercados de las ciudades
inteligentes necesitarán diferentes conjuntos de habilidades, modelos de financiación creativos y un enfoque en las personas”, finaliza el documento publicado en www.mckinsey.com (Con información de innovadores.larazon.es)
