Por segundo mes consecutivo se reportó una tasa de crecimiento negativa, que en buena medida fue determinada por la pérdida de fuerza de la inversión residencial.
A lo largo de los nueve primeros meses del año en curso, la inversión residencial aumentó a una tasa anual de 2.7%, siendo por mucho la más dinámica; sin embargo, justo en los meses posteriores a la elección federal, en agosto y septiembre retrocedió a tasa de -2.9 y -3.2%, respectivamente.
Por su parte, la inversión no residencial se contrae -1.6% en el acumulado del año, pero avanzó marginalmente a ritmo del 0.3% en septiembre.
De acuerdo con un análisis de Banorte, estos datos resultaron por debajo de las cifras de construcción dentro del reporte de producción industrial. “En nuestra opinión, es probable que la inversión mantenga cierta debilidad, con mayor incertidumbre tanto en el frente interno como externo”.
Agregaron que “en este sentido, consideramos que el panorama para la inversión se ha deteriorado desde octubre, reflejado por pérdidas en el peso mexicano y presiones en las tasas de interés local, lo que constituye un reto adicional para los proyectos de inversión en términos de la tasa interna de retorno requerida”.
Finalmente, consideran que la confianza empresarial ha presentado una trayectoria a la baja en todos los sectores desde sus niveles máximos observados en agosto. Más aún, el panorama más incierto para la economía mexicana tanto en el corto como en el mediano plazo, podría resultar en menores perspectivas de inversión al menos para los próximos trimestres.