|  

Visión del panorama económico del país, los desafíos del T-MEC, la evolución del crédito y la transformación digital del sistema financiero, a través de la óptica de un banquero líder.

0 No me gusta0

En entrevista con Real Estate Market & Lifestyle, Daniel Becker Feldman, presidente y director general de Banca Mifel, comparte su visión sobre los retos y oportunidades del sector financiero mexicano en un entorno marcado por el T-MEC, la digitalización y el crecimiento del crédito.

 

Gisselle Morán (GM): ¿Cuál es tu visión de la economía mexicana actualmente?

Daniel Becker (DB): Yo creo que la economía mexicana tiene muchos retos y oportunidades, pero lo que no podemos perder de vista es que, a pesar de todas las críticas que hemos escuchado, México continúa teniendo grado de inversión.

Hoy, aunque el desempleo es muy bajo —alrededor del 3%—, hay un tema interesante: el 56% de la economía es informal. Ese es un gran reto que se puede y se debe atender, y creo que hay incentivos para hacerlo.

México, en términos de su endeudamiento con respecto al Producto Interno Bruto, está alrededor del 52%, lo que nos compara muy bien con otros países.

Además, tenemos un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y seguimos siendo su mayor exportador. Las cifras recientes muestran que crecimos 15% en exportaciones. Quizá por razones coyunturales, como el pre-inventario en Estados Unidos, pero el dato demuestra que nuestra economía sigue siendo fuerte y robusta.

La vecindad con el país más consumidor y más potente del mundo le da a México una ventaja estratégica y un vecindario que no tiene ningún otro país.

 

 

GM: ¿Qué retos hay para mantener ese dinamismo económico?

DB: Por supuesto hay retos: de infraestructura, de educación y de brechas sociales. Pero también hay una gran oportunidad en cerrar esas brechas a través de la educación.

México, por cierto, es de los países de la OCDE con menor recaudación fiscal en proporción al PIB. Con el paquete fiscal presentado recientemente, se busca que la recaudación llegue al 15% del PIB —muy por debajo aún de países como Brasil, que está en 30%—.

Eso debería reflejarse en mejor infraestructura, mejores escuelas y telecomunicaciones más eficientes. Si logramos capitalizar esos recursos y atender los cuellos de botella estructurales, México puede alcanzar su pleno potencial económico.

 

15% del pib es lo que se busca recaudar con el paquete fiscal presentado recientemente.

 

GM: En algún lugar dijiste que México tenía la oportunidad de ser el puente comercial con el mundo. Cuéntame un poquito más sobre esto.

DB: Debo reconocer que mi opinión ha cambiado un poco. Estar al frente de un grupo como el nuestro —con más de 2,000 colaboradores— te obliga a observar las dinámicas globales con mayor pragmatismo.

México empezó a generar una relación importante con Asia, particularmente con China, y con Estados Unidos, ni hablar: desde 1994, el Tratado de Libre Comercio ha construido una relación profunda e intensa.

Hoy la relación con China está tomando otros matices. Ya lo vimos, por ejemplo, con el calzado: ya no se puede importar calzado chino. Con la nueva administración Trump, la visión de China ante el mundo cambió, y si Estados Unidos modifica su postura hacia China, inevitablemente México debe ajustar la suya.

En la medida en que la relación con Estados Unidos se siga consolidando y disminuya la dependencia comercial con China, el nuevo Tratado de Libre Comercio —que se revisará próximamente— podría ser aún más beneficioso para México.

 

GM: ¿Con quién deberíamos fortalecer más nuestra relación comercial?

DB: Esa es una decisión de política pública. ¿Con quién queremos tener más relación: con Estados Unidos o con China?

Hoy hay una guerra hegemónica entre ambos, y México está en medio. No dejaremos de tener relación con China, porque sigue siendo nuestro segundo socio comercial —movemos cerca de 500 millones de dólares diarios—, pero tenemos una balanza desigual: importamos mucho y exportamos poco.

En cambio, con Estados Unidos tenemos un gran superávit. El año pasado exportamos 50 mil millones de dólares en alimentos —tomate, aguacate, berries, limón, mango— y tuvimos un superávit de 15 mil millones solo en ese sector.

Somos economías distintas, pero complementarias. México tiene una posición sólida en su balanza comercial con Estados Unidos y una oportunidad enorme de fortalecer su papel como socio confiable.

 

En la medida en que la relación con Estados Unidos se siga consolidando y disminuya la dependencia comercial con China, el nuevo Tratado de Libre Comercio podría ser aún más beneficioso para México.

 

GM: ¿Por qué crees que debemos cuidar nuestra relación con Estados Unidos?

DB: En México tenemos plantas de General Motors, Stellantis (antes Chrysler), Ford, Nissan, Toyota, BMW… y somos el cuarto exportador de autos del mundo.

Si ya tenemos un Tratado de Libre Comercio y una industria automotriz tan poderosa, debemos cuidar nuestra política de importaciones. Hoy el 50% de los autos que se consumen en México son chinos. Son buenos, bonitos y baratos, sí, pero si queremos mantener empleos bien remunerados y manufactura nacional, debemos tener una lógica económica clara.

Hay un trade-off —un costo de oportunidad— que el gobierno ya empieza a atender: dar prioridad a la relación con Estados Unidos y proteger los sectores estratégicos que generan empleo y valor agregado.

 

 

GM: ¿Cómo entra la tecnología en todo este contexto comercial y productivo?

DB: Te pongo un ejemplo. Apple desarrolla toda su propiedad intelectual en Silicon Valley, pero durante años manufacturó en China, donde las leyes son frágiles y la propiedad intelectual se pierde fácilmente.

Eso ha hecho que los chinos puedan producir los mismos productos, a menor precio, y con tecnología que originalmente se creó en Estados Unidos.

México puede ser el país confiable donde las empresas manufacturen sin perder su propiedad intelectual.

Podemos ser un socio tecnológico de alto valor agregado: fabricar, innovar, y al mismo tiempo respetar los derechos y la propiedad intelectual de nuestros socios. Eso es lo que nos convierte en el socio perfecto para Estados Unidos.

 

GM: ¿Qué papel juega la educación en este nuevo modelo de país?

DB: Fundamental. Si México quiere consolidarse como una economía de alto valor agregado, necesitamos muchachos educados en STEM —ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas—.

Eso genera un círculo virtuoso: mayor innovación, mejores salarios, competitividad global y crecimiento sostenido.

La educación técnica es el puente entre el México manufacturero y el México del conocimiento.

 

 

GM: En resumen, ¿qué tendría que hacer México para alcanzar su pleno potencial?

DB: Mantener su estabilidad macroeconómica, fortalecer su relación con Estados Unidos, modernizar su infraestructura y cerrar la brecha educativa.

México es un gran país con talento, ubicación estratégica y potencial industrial. Si logramos eliminar los cuellos de botella y apostar por la innovación, podemos dejar de ser solo un país de manufactura y convertirnos en un país de inteligencia y valor.

 

GM: ¿Qué riesgos y qué oportunidades ves para México y qué sugieres, cómo deberíamos estar preparados?

DB: Yo creo que el riesgo es lo que pretende Estados Unidos: que haya un control sobre la migración, que haya un control sobre los cárteles y el crimen organizado y que se elimine el envío de dinero a China para la producción de opioides y fentanilo.

Si estas cosas no se llegaran a cumplir y no hay una buena dinámica de acuerdo, podríamos tener un Tratado de Libre Comercio que no sea el que en realidad nos convenga hacia el futuro. Pero de hacer las cosas correctas y llegar a buenos acuerdos con Estados Unidos, sin tener que estar oprimidos por su potencia económica y manteniendo nuestra soberanía, México tiene grandes oportunidades.

Si logramos contener estos tres temas, que para los norteamericanos hoy son parte de su columna vertebral política, México puede fortalecer su posición y seguir creciendo con estabilidad.

 

 

GM: Cuéntanos sobre el tema del crédito. ¿Cómo sientes que todo esto ha impactado en el crédito en México?

DB: El crédito, en términos generales, ha crecido de manera interesante. Históricamente en México, el crédito crece al doble de lo que crece el PIB. Este año el crédito ha crecido alrededor del 4.7% en términos reales, casi cuatro veces lo que va a crecer el PIB.

El Banco de México ya subió la expectativa de crecimiento a 1.1%, aunque nuestro análisis lo ubica entre 0.5% y 1%. Los últimos 20 años hemos crecido en promedio al 2.5%, aunque el potencial real de México es del 4%. Si tuviéramos una inversión privada del 20% y una pública del 5%, es decir, 25% del PIB, podríamos alcanzar ese crecimiento. Un 4% sostenido durante 20 años implicaría un desarrollo compuesto muy importante para el país.

 

GM: Pero fíjate qué interesante, porque no es tan difícil con todo lo que dices: mayor recaudación, meter más personas dentro de la bancarización, invertir en infraestructura, educación… no es magia.

DB: Exactamente. Y la vivienda, además, tiene un gran multiplicador para la economía. El 75% de los insumos de la vivienda son de producción nacional, por lo tanto, es un gran motor económico. Genera empleo, mueve la cadena productiva y al mismo tiempo dignifica los hogares.

Creo que el Infonavit es clave para ciertos segmentos de la población y las tasas seguirán bajando, lo que permitirá que más personas accedan a crédito hipotecario. En México, desde hace más de cinco años, la tasa a 20 años para una hipoteca no ha superado los dos dígitos; hoy puedes conseguir tasas del 9.80% y en algunos casos del 8.90%, lo cual es muy competitivo.

 

4.7% ha crecido el crédito en México en términos reales, en este año, casi cuatro veces lo que va a crecer el PIB.

 

GM: A mí lo que me gusta de la banca es la transparencia, pero muchas veces las tasas más bajas tienen letra chiquita. ¿Qué opinas?

DB: Coincido completamente. La banca tiene una gran oportunidad en comunicar con claridad. Si ofreces 8.90%, hay que decir bajo qué condiciones. La transparencia genera confianza.

También debemos reconocer que la banca mexicana ha sido un gran impulsor de la economía, pero aún tiene enormes oportunidades en educación financiera: enseñar al cliente cómo ahorrar, cómo no sobreendeudarse y cómo protegerse de ciberataques.

La banca no solo debe movilizar el ahorro al sector productivo, sino también educar a los mexicanos en cómo hacer mejores finanzas personales y cuidar su dinero.

 

 

GM: El mundo se está yendo hacia lo digital, aunque en México todavía se usan cheques y sucursales. ¿Cómo ves el futuro de la banca?

 DB: Yo creo que lo digital llegó para quedarse. Cada vez será más grande. Lo importante es incluir a las personas de la economía informal mediante herramientas digitales sencillas.

Hoy puedes abrir una cuenta desde tu celular, incluso desde Estados Unidos, operar pagarés o sociedades de inversión y tener una cuenta que paga hasta 10% anual. Tenemos casi medio millón de usuarios en el ecosistema digital, muchos de ellos nativos digitales.

En unos años podrás hacer prácticamente todo desde el teléfono: contratar seguros, hipotecas, cambiar monedas o abrir cuentas sin necesidad de ir a una sucursal.

 

GM: Sé que estás también muy metido en el tema de inteligencia artificial. Cuéntame más sobre eso.

DB: La inteligencia artificial llegó para transformar la banca. Los bancos manejan datos, y con ellos podemos ofrecer productos personalizados, adecuados a cada etapa de vida del cliente, sin generar sobreendeudamiento.

También permite optimizar call centers, agilizar respuestas y liberar a las personas para tareas de mayor valor agregado.

La IA puede ayudarnos a hacer una banca más humana, más cercana y más eficiente, siempre basada en la información y en entender mejor al cliente.

 

 

GM: La inteligencia artificial cubre una serie de elementos, sirve, es muy importante también para evitar fraudes, por ejemplo... También comparte tu experiencia con el MIT.

DB: La inteligencia artificial va a tener una cantidad enorme de usos. Hoy ya permite, por ejemplo, identificar patrones de uso de los clientes y detectar fraudes en tiempo real. Si el sistema ve consumos atípicos o un comportamiento diferente al habitual, levanta una alerta inmediata y evita un fraude.

Pero también tiene una cara compleja: va a eliminar muchos puestos de trabajo. Un profesor mío del MIT hizo un estudio que proyecta que para 2030 habrá 70 millones de norteamericanos desempleados derivados de la inteligencia artificial, lo cual equivale a una quinta parte de su población económicamente activa.

La diferencia es que hoy, con la capacidad computacional y la potencia de los servidores en la nube, ya se pueden manejar miles de millones de datos simultáneamente. Eso permite crear mejores productos, servicios más eficientes y operaciones más seguras.

Por eso ves cómo compañías como Nvidia u OpenAI están revolucionando al mundo. La IA no es una moda: es un cambio estructural.

GM: Pero ahí tu sugerencia sería, en lugar de tenerle miedo, capacítate y utiliza la herramienta.

DB: Por supuesto. Si trabajas en un call center, prepárate en temas de inteligencia artificial, aprende a programar, a analizar datos, a entender algoritmos. No se trata de tenerle miedo, sino de adaptarse.

Y también hay una gran responsabilidad social: que las personas desplazadas puedan reinsertarse en nuevos roles. México tiene que adelantarse capacitando talento y promoviendo educación tecnológica.

 

 

La IA puede ayudarnos a hacer una banca más humana, más cercana y más eficiente, siempre basada en la información y en entender mejor al cliente. Hoy ya permite identificar patrones de uso de los clientes y detectar fraudes en tiempo real. Si el sistema ve consumos atípicos o un comportamiento diferente al habitual, levanta una alerta inmediata y evita un fraude.

 

GM: Y otra cosa que este país necesita... Cuando fuiste presidente de la BMV, una cosa que empujaste mucho fue el tema de género.

DB: Totalmente. En una reunión con una presidenta de banco, me dijo: “ustedes, los hombres, no quieren que haya más mujeres en el sector financiero”. Y le respondí que su información de inteligencia artificial estaba equivocada (risas), porque tengo un hijo y dos hijas.

Mi hija menor estudia ingeniería en sistemas en el Tec de Monterrey. De 25 alumnos, solo tres son mujeres. Eso refleja el reto que tenemos: necesitamos generar incentivos para que más mujeres estudien carreras STEM —ciencia, tecnología, ingeniería, matemáticas y datos—, porque el futuro está ahí.

Los bancos hoy buscan talento con esas habilidades: analistas de datos, programadores, científicos de información. Es el lenguaje del futuro, sobre todo en los servicios financieros, que ya representan la mayor parte de la economía global.

 

GM: Y sobre el MIT, me contaste de un programa.

DB: Sí, este mismo profesor del MIT que hablaba del desempleo por IA lidera un programa fascinante para preparar mujeres como consejeras de administración.

La primera generación, de 64 mujeres, está por graduarse. Es un programa híbrido entre Boston y México que busca capacitarlas en liderazgo, análisis estratégico y gobierno corporativo.

Y me encantaría que este tipo de iniciativas también se replicaran en universidades mexicanas como el Tec de Monterrey o la UNAM. Si formamos más mujeres preparadas para tomar decisiones en consejos, el país será mucho más próspero.

 

La banca fue el primer sector en México en tener una taxonomía verde, porque es transversal: financia Pymes, infraestructura, vivienda… y eso obliga a que todas las industrias adopten criterios ASG

 

 

GM: Y haciendo alarde a lo que dices, ASG y todo lo que es los fondos verdes también piden esa equidad de género.

DB: Exacto. La equidad debe ser por meritocracia, no por cuotas. Yo creo que las cuotas generan incentivos equivocados.

Tenemos mujeres brillantes, educadas en las mejores universidades, con preparación de primer nivel. Hay que darles espacio por mérito, no por obligación.

Y claro, esto debe acompañarse de políticas públicas —guarderías, apoyo a madres trabajadoras, flexibilidad laboral— para que más mujeres puedan crecer profesionalmente sin tener que elegir entre familia y carrera.

 

GM: ¿Cómo ves a México en el tema sustentable? ¿Cuáles son las oportunidades en energías, etcétera?

DB: Creo que hay una gran oportunidad. Pemex ya tiene un proyecto ASG que estamos estudiando, porque la banca participa directamente en su financiamiento.

La banca fue el primer sector en México en tener una taxonomía verde, porque es transversal: financia Pymes, infraestructura, vivienda… y eso obliga a que todas las industrias adopten criterios ASG.

Si una planta no cumple con estándares ambientales, no puede ser acreditada. De ahí la importancia del rol de la banca como punta de lanza.

Ahora bien, el panorama internacional cambia con la salida de Estados Unidos del Protocolo de París bajo la administración Trump, y su vuelta al fracking. Eso sin duda reducirá temporalmente la presión verde, pero Europa sigue empujando con fuerza las energías limpias y el modelo paperless.

 

 

GM: En un mundo donde el cambio climático es inminente, ¿no crees que esa visión es absurda?

DB: Hay dos visiones. Una dice que el calentamiento global es parte de los ciclos naturales; la otra, que es resultado directo de la actividad humana. Yo me inclino más por la evidencia científica: sí hay un calentamiento global con consecuencias visibles.

Lo vimos en Dubái —inundada hace un mes— y en Valencia, España, con lluvias históricas.

Pero también hay que entender que el petróleo seguirá existiendo. Es el motor que ha sostenido la economía moderna. Podemos usar energía solar, eólica o híbrida, pero no desaparecerá el petróleo en los próximos 100 años.

La clave es hacer un uso más consciente y eficiente de la energía, reducir emisiones y entender nuestra propia huella de carbono individual.

 

GM: Cuéntame un poco ahora del banco, ¿cuáles son todos los sectores que atiendes y en qué estás especializado hoy en Banca Mifel?

DB: En Mifel, estamos muy enfocados en la parte corporativa, empresarial y Pyme. Gracias a la información que obtenemos de las terminales punto de venta, desarrollamos un algoritmo propio —nuestro “secret sauce”— que nos permite otorgar crédito a las empresas que facturan con nosotros en solo 48 horas, con tres datos y una pequeña regresión.

No pedimos estados financieros: analizamos sus flujos reales, su estacionalidad y su comportamiento en tiempo real.

Además, somos uno de los cuatro principales bancos en México en crédito puente para proyectos inmobiliarios. Y lo que buscamos es que esos créditos puente se transformen después en hipotecas individuales a 20 años, generando una relación de largo plazo con el cliente.

 

 

Penetración de crédito/PIB, hoy

México ~40%

Brasil ~60%

Chile ~80%.

Con Estado de Derecho robusto y vías expeditas (mediación/arbitraje) la banca —que tiene exceso de liquidez— podría subir del 40% al 50% en 2–3 años.

 

GM: ¿Pero cómo no va a ser deducible si perdiste?

DB: Acabamos de revisar el paquete 2026 y sí, eso nos sorprendió: en la propuesta 2026 se elimina la deducibilidad del crédito quebrantado para bancos. También las cuotas del IPAB solo serían deducibles al 75%. Esto fortalece finanzas públicas (podría llevar la recaudación hacia 15% del PIB), pero desde el sistema financiero puede inhibir consumo y crédito a Pymes.

 

GM: ¿Estás de acuerdo?

DB: No; me parece que debe revisarse en el Congreso porque choca con el Plan México (meta: 30% de Pymes con crédito). Si no se corrige, seremos más prudentes en consumo y bajará el apetito de riesgo en productos sin garantía.

 

GM: Por ejemplo, en la hipoteca, en lugar de que dieras el 80, tal vez das el 70, ¿o qué?

DB: El ajuste fuerte no sería en hipoteca sino en tarjeta de crédito y demás productos “insecure” (sin garantía dura). En hipotecas, lo clave es un poder judicial eficiente: ni abusos al cliente ni procesos eternos para el banco.

 

GM: ¿Sabes en cuánto tiempo recuperas una hipoteca en Estados Unidos?

DB: 90 días, sin preguntas. En México, recuperar una garantía hipotecaria toma de 4 a 6 años y eso encarece el crédito. La reforma financiera de 2014 dejó pendiente crear tribunales financieros especializados; mediación y arbitraje (que Hacienda ya explora) podrían dar celeridad y profundizar el crédito aun con la reforma.

 

GM: Qué importante esto que dices…

DB: Hoy México tiene ~40% de penetración de crédito/PIB; Brasil ~60% y Chile ~80%. Con Estado de Derecho robusto y vías expeditas (mediación/arbitraje) la banca —que tiene exceso de liquidez— podría subir del 40% al 50% en 2–3 años.

 

GM: Sería interesantísimo. Bajo tu liderazgo, ¿qué ha pasado en Mifel? ¿Qué ha crecido, qué  ha cambiado y hacia dónde quieres llevar al banco?

DB: En 18 años pasamos de 3 a 100 sucursales. Hace 5 años lanzamos el ecosistema digital (nacer “nativamente digital”) y robustecimos la banca tradicional. En pagos ya hacemos ~7 millones de transacciones mensuales (insumo clave para IA).

En lo digital: casi 500 mil cuentas; desde el roll over, en 6 meses capturamos 500 mil clientes. Meta de fin de año: 800 mil–1 millón de clientes digitales interconectados con lo físico.

 

 

GM: ¿Vale la pena hacer tu ecosistema digital en una licencia distinta a tu banco tradicional?

DB: Decidimos no. Hacer otra licencia mandaría el mensaje equivocado (“lo actual no sirve”). Optamos por una sola plataforma con perfiles distintos: omnicanal real y misma fortaleza regulatoria.

Además, en el Paquete de Derechos las fintech ya pagarían 20% de ISR; se reduce el arbitraje regulatorio/impositivo. Bancos y fintech son complementarios: tomamos lo mejor de su UX/velocidad y lo combinamos con seguridad y regulación bancaria.

 

GM: ¿Cuál es tu panorama en cuanto al Real Estate en México? ¿Cómo sientes que ha sido el comportamiento en los últimos años? ¿Y qué viene, sobre todo, para adelante?

DB: El real estate tuvo un boom cuando el expresidente Andrés Manuel fue jefe de Gobierno (Reforma y Centro Histórico): incentivos correctos que detonaron desarrollo. Luego cambió la ley, se paró y costó reactivar; no nos hemos recuperado del todo.

Veo dos pilares: vivienda (residencial alta, media, económica alta/baja—Infonavit) y oficinas. Con la incertidumbre del Tratado y tasas más altas, se frenó la residencial alta (absorciones más lentas). En cambio, en urbes >1 millón de habitantes, viviendas de $2–4 millones de pesos no han visto caída: con hipotecas de un dígito, hogares con $30–40 mil pueden comprar $3–4 millones.

Esto es cíclico: mucha oferta gbancos ajustan riesgogcae absorción; luego la demanda absorbe inventario y vuelve el dinamismo. Nuevo León no paró; Guadalajara es fenómeno; CDMX sí resintió y se encareció (acero, varilla, vidrio, permisos), pero se está estabilizando y la oferta se empieza a absorber.

 

 

GM: ¿Y en el nearshoring?

DB: Se enfrió un poco en los últimos seis meses, pero el industrial de última milla va fortísimo: rentas que subieron de $5 a $8 USD/m² y se colocan antes de poner el primer ladrillo. En la frontera (de Tijuana a Tamaulipas), hay inventario negativo.

Lo deseable: mejor remuneración, tecnología, talento capacitado y seguridad. Muchas de las que llegan hoy son expansiones de quienes ya estaban; queremos nuevos jugadores y clusters completos. Para detonar todo, hace falta certeza del nuevo Tratado: probablemente pase de una lógica trilateral a bilateralidades (México-EE. UU. por un lado; Canadá-EE. UU. por otro). Al despejar esa incertidumbre, se desencadena: nearshoring, última milla, vivienda en todos los segmentos. Estamos a meses de saberlo.

 

GM: Pero entonces, ¿hay que confiar en México, invertir en México y creer en México?

DB: Sí. México tiene amortiguadores: Afores ≈ 20% del PIB, sociedades de inversión ≈ 7%, tipo de cambio flexible, ~240,000 mdd en reservas y línea flexible del FMI; es poco probable una crisis profunda.

El tipo de cambio ha oscilado (16–25) pero con estabilidad reciente (~18.60). La inflación (~4.7) es manejable si la comparamos con episodios extremos (p. ej., Argentina). Y algo clave: la Presidenta respeta la autonomía del Banco Central, mientras en EE. UU. el presidente critica a la FED. México está haciendo las cosas bien y puede dar lecciones en áreas de política económica.

 

 

GM: ¿Cuál sería tu mayor deseo para México y los retos que te gustaría que asumiera el país?

DB: Cerrar brechas, menos desigualdad y menos polarización. Si supiera que todos aportarían y tendría efecto real, daría la mitad de lo trabajado para lograr un país más justo.

México debe merecer su potencial: 3,000 km de frontera, dos mares, petróleo, turismo (“otro tema importantísimo”). México tiene todo; el reto es ordenar, educar y dar certidumbre para convertir ese potencial en prosperidad sostenida.

 

GM: ¿Cómo te gustaría ver a México en el futuro?

DB: Me gustaría ver un México más igualitario, un país que esté en el lugar que le corresponde a partir de sus características, de la bondad y capacidad de su gente, de su geografía y de su bono demográfico.

Y hacerlo rápido, porque el día que perdamos este bono demográfico —donde hoy el 50% de la población tiene menos de 35 años— eso se acaba en 36 años y no regresa hasta dentro de 200, si es que regresa.

Con esta nueva generación Z, muchos ya no quieren tener hijos; y eso, a largo plazo, puede ser un desafío enorme.

Países como Japón o Corea tienen un índice de natalidad de 0.76: altísimo nivel educativo, sí, pero poca natalidad y altos índices de suicidio por presión académica.

En los años 70, México tenía un PIB mayor que Corea, y hoy Corea es infinitamente más grande. Por eso creo que necesitamos un equilibrio, donde el mexicano que nace en Chiapas o Tabasco tenga las mismas oportunidades que quien nace en Nuevo León.

Ese es el México que me gustaría ver: justo, equitativo y con igualdad de oportunidades.


Texto:Gisselle Morán