Tenemos una visión positiva de las perspectivas económicas del país, a la vez que conocemos los retos que deberemos de enfrentar para aprovechar de la mejor manera todas las oportunidades y retos que se nos presentan.
Respecto al ámbito de la estabilidad macro-financiera, México ha recorrido ya un largo camino hacia su sostenibilidad, a partir de cinco pilares básicos:
- Disciplina fiscal.
- Autonomía del Banco de México.
- Flotación cambiaria.
- Apoyo al tratado de libre comercio de Norteamérica.
- Y un sistema bancario-financiero sólido.
De ahí que hoy en día tengamos una inflación baja en perspectiva histórica, convergiendo hacia la meta del banco central de 3%, así como un reconocimiento de las calificadoras de deuda de que el país se ubica con grado de inversión.
A lo anterior, se añade la estabilidad política, la gobernabilidad y el estado de derecho que prevalece en el país, en comparación con otros países en desarrollo.
Crecer a mayor ritmo
Junto con ello, hay características estructurales de México que permiten visualizar un crecimiento sostenido mayor al que hasta ahora hemos logrado. Tenemos una población joven y crecientemente preparada, una cercanía geográfica e institucional con el principal mercado mundial, una plataforma manufacturera muy diversificada que incluye la producción de productos de alta tecnología y un mercado interno muy grande dado el tamaño de la población del país.
El contexto internacional es favorable para lograr un mayor crecimiento, dados los fenómenos de relocalización de cadenas de valor que ya están impactando favorablemente al país. Un signo inequívoco es que en 2023 nos convertimos en el principal exportador a Estados Unidos.
Para maximizar los beneficios del nearshoring, México requiere enfrentar retos que son también estructurales: bajos niveles de productividad en muchos sectores y regiones, elevada desigualdad del ingreso familiar, falta de infraestructura, baja participación de la mujer en el mercado laboral y elevado grado de informalidad en este último.
En este sentido, el crecimiento económico traducido en beneficio a las personas, se ve reflejado en la posibilidad de acceder a la compra de vivienda en cierta etapa de vida y que sigan existiendo condiciones de otorgamiento de crédito, tasas competitivas y condiciones accesibles, que faciliten esta oportunidad a las familias; se vuelve un “círculo virtuoso” en el sentido de generar demanda viable (necesidad de compra + capacidad de crédito) lo cual impulsaría el mercado residencial, la producción de nueva vivienda y el reciclaje del parque habitacional.
Momento de invertir en México
Creo que hay varias razones fundamentales. Destacan los cambios de largo aliento que ocurren en el comercio internacional. Los conflictos geoestratégicos y la conciencia de la elevada dependencia del mundo, hacia Asia en general y China en particular durante la pandemia, han llevado a la relocalización de cadenas de valor, donde junto con la tradicional búsqueda de la eficiencia, se acompaña crecientemente por disminuir la dependencia excesiva y concentrada en ciertos países.
En ese contexto ha resurgido con fuerza la importancia de la ubicación estratégica del país y sus tratados comerciales, en particular por supuesto el Tratado con Estados Unidos y Canadá. Cabe recordar que el 80% de nuestras exportaciones se dirigen a Estados Unidos, y el 45% de nuestras importaciones provienen de dicho país. En ese sentido, cualquier empresa que se ubique en el país cuenta con los instrumentos necesarios para acceder al mercado más grande del mundo, tanto como vendedor como para conseguir insumos.
Esto impactará positivamente al sector inmobiliario por la necesidad de espacios para la producción y la gestión (plantas y corredores industriales, oficinas, comercios); asimismo, se prevé una generación de necesidad de vivienda por la creación de nuevos empleos, que implicaría la movilidad de personas y familias a las zonas donde se desarrollarán las fuentes de empleo.
En las ciudades no existe el volumen de mano de obra que se requerirá, por lo que se dará un importante efecto de migración y eso demandará creación de vivienda, espacios comerciales, de servicios, de educación, salud, entre otros.
Por otro lado, en la manufactura contamos con una fuerza laboral altamente capacitada, que se traduce en elevada productividad en los sectores exportadores, a lo que hay que añadir que los costos logísticos son comparativamente más bajos con respecto a Asia e incluso Sudamérica. Asimismo, la fortaleza del consumo interno es destacable, en un contexto reciente de incremento sustancial e histórico de los niveles salariales y de la formalización del empleo. Recientemente, las capacidades productivas del país se incrementaron al conseguir niveles históricos de inversión, y en particular de inversión por parte del sector privado.
Por último, y no menos importante, también sobresale la enorme capacidad de financiamiento de que goza actualmente la banca, que permite concebir el financiamiento responsable de grandes planes de inversión nacional y extranjera.
Proyectos estratégicos
Para impulsar el crecimiento y la competitividad es necesario invertir en infraestructura en áreas como energía, agua, transporte y comunicaciones, para mejorar la competitividad y la eficiencia.
Destacaría en el corto plazo, el tema de la energía: se debe impulsar la producción y transmisión de todo tipo de energía, pero debe ya ser una prioridad también impulsar las energías renovables. Es claro que es un esfuerzo colectivo, donde el sector privado tiene que jugar un rol fundamental, en colaboración con el sector público.
Igualmente, un gran proyecto estratégico debe crearse en el ámbito de la seguridad. Hay zonas del país en que se ha debilitado en gran medida.
Para fortalecer la fuerza laboral e incentivar la innovación, es necesario invertir en educación y capacitación (promoviendo la adopción de tecnologías digitales) así como en crear políticas específicas que estimulen la participación de las mujeres.
No debemos dejar de lado la importancia de un crecimiento responsable, que considere criterios de sostenibilidad, no sólo en el desarrollo de energías renovables, sino en todos los temas identificados en los objetivos de desarrollo sostenibles al 2030, a los que México se ha comprometido.
Es importante también no perder de vista que todo lo anterior requiere de un marco institucional adecuado, donde prevalezca el estado de derecho: debe evitarse crear incertidumbre respecto a las reglas del juego de la inversión privada en el país.
Finalmente, en cuanto al sector hipotecario, al crecer la demanda de vivienda y espacios para la producción, se vuelve necesario que las cámaras y asociaciones de desarrollo de vivienda e inmobiliario esten pendientes de esta situación acercándose a los gobiernos para anticiparse al crecimiento y comenzar a trabajar de forma conjunta con las empresas y atender oportunamente la demanda.
Por supuesto, la banca tiene una participación relevante en la disponibilidad de recursos y financiamiento, particularmente en el otorgamiento de créditos hipotecarios.
Texto:Manuel Romo, Director General de Citibanamex
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