Nos encontramos inmersos en el proceso que se podría definir sencillamente como “el fin de un sexenio y el inicio de otro”. Cada seis años lo vivimos, pero el de hoy tiene una marcada diferencia: lo seguimos y evaluamos con lupa.
En otras ocasiones esta etapa no nos preocupaba tanto, los cambios nos parecían normales y no nos daban tanto miedo. Sin embargo, lo que pasa actualmente es que todos tenemos los ojos encima de un gobierno que viene con ideas nuevas. El hecho de estar monitoreando todo lo que éste genera, nos ha ocasionado cierta incertidumbre.
Si hubiéramos visto con este rigor los cambios en sexenios anteriores, también hubiéramos sentido preocupación. Para mí no hay mucha diferencia.
Hoy experimentamos un tiempo de acomodo entre el gobierno y el sector inmobiliario, éste último con inversiones que permanecen constantes.
Inversión constante
A pesar de que la industria de la construcción en México ha experimentado momentos difíciles, en términos generales, el sector de la edificación, al que pertenece nuestra empresa, tiene muchos años de estar caminando bien y pienso que va a continuar así. Observo un claro ánimo de continuidad entre los inversionistas y en los proyectos, y más aún, considero que habrá developers que mostrarán mayor agresividad, ya que ubican éste como un momento para invertir porque tienen una visión de largo plazo.
A pesar de que hay incertidumbre entre la población, inversionistas y desarrolladores, los que han iniciado obra van a terminar sus proyectos. En contraste con lo que sucedió en la crisis de hace once años, no hay obra que se haya frenado. Actualmente la inversión continúa, aunque hay cautela.
Ciertamente habrá jugadores que salgan, pero también nuevos participantes ingresando al juego; eso es importante. Los jugadores que tradicionalmente son conservadores, bajo estas circunstancias se vuelven más cautelosos.
Por otra parte, están los grandes inversionistas —me refiero a los estratégicos— que son aquellos que saben cuándo es el momento de invertir. Saben que ahora es cuando. Me refiero a quienes tienen un amplio conocimiento del mercado nacional. Se trata de inversionistas o desarrolladores que ya tienen mucha experiencia y que saben que en México hay oportunidades.
Éstos son los tres perfiles de participantes que enriquecen el mercado nacional.
Cifras de crecimiento
Como una prueba de la tendencia positiva a la que me refiero, debo señalar que POSTENSA construyó 900,000 metros cuadrados (m2) durante 2018, mientras que este año vamos a construir casi 1.3 millones de m2 a través del desarrollo de 45 proyectos. Adicionalmente, contamos con otros 50 proyectos en promoción.
Es decir, el año pasado no teníamos tanta actividad como ahora y las buenas noticias son que en 2020 creceremos aún más respecto a este año.
Estas cifras demuestran que, hasta cierto punto, el temor por la incertidumbre está infundado. Estoy seguro de que el sector inmobiliario se sentiría y reaccionaría de una manera sumamente positiva ante señales y palabras de certeza hacia nuestro sector por parte de nuestro gobierno.
Considero importante decir a los participantes del mercado inmobiliario mexicano que hay buenas oportunidades: que es un buen momento para invertir en México. No se van a equivocar.
Las oportunidades están siempre ahí, el error es no verlas. Entonces, tengamos los ojos bien abiertos. Siempre será un reto encontrar esas oportunidades y desarrollarlas, pero ahí están.
Quiero agregar un hecho importante: no nos conformemos. Tenemos que seguir adelante. Quienes han llegado más alto, son quienes más pueden y deben aprovechar la experiencia, ya que tienen el capital humano y el capital económico necesario para hacer de esta industria un referente de clase mundial. Tengamos visión de largo plazo.
Evolución constante
México, en los últimos 20 años, ha sido un país que se ha distinguido por un crecimiento en la industria de la edificación sin precedentes.
Los proyectos que hoy en día generan los desarrolladores-inversionistas son de tamaño y calidad que jamás nos hubiéramos imaginado en 1990, que fue cuando inició POSTENSA. Considero que esta evolución va a continuar. Estamos en un momento de acomodo en el que el nuevo gobierno se va a ir entendiendo con nosotros los empresarios. Estoy seguro de que el resultado será positivo.
Quiero hacer referencia a un ejemplo muy claro. Tenemos que ser positivos en cuanto a la gestión de nuestro señor Presidente, Andrés Manuel López Obrador, porque gracias a él tenemos una Ciudad de México moderna y comunicada.
Gracias a su determinación, existe el Segundo Piso del Periférico. Gracias a su visión también existe la Súper Vía y el Puente de los Poetas, que promovió desde la inversión público-privada.
También existe el Parque La Mexicana en Santa Fe. Me refiero a las iniciativas que tuvo el hoy Presidente hace 15 o 16 años, cuando era jefe de Gobierno de la Ciudad de México.
No perdamos de vista su ejercicio como jefe de Gobierno y su trabajo para promover el desarrollo inmobiliario en la Ciudad de México, periodo en que la ciudad avanzó más que nunca. Veamos los frutos de lo que él hizo, porque realmente pensó a largo plazo.
Piedras en el camino
El camino no está exento de dificultades. Los costos de los insumos para la edificación llevan varios años con importantes incrementos. Efectivamente, llevamos al menos un año y medio registrando fuertes alzas en los precios del concreto, cemento, acero y desde luego, en los combustibles que tienen que ver muchísimo con el costo de los insumos.
Pero nosotros, como empresa, lo que estamos haciendo es tecnificarnos de manera que, a pesar de las alzas, podamos bajar los costos.
Nuestro punto de vista es que, ante la adversidad, debemos optimizar nuestra operación para ofrecer productos más económicos que antes. Por ello, estamos invirtiendo en la mejora de nuestros procesos y sistemas constructivos, en innovación, para inclusive bajar los costos que teníamos.
Detonadores de crecimiento
La suma de muchas acciones ha determinado el impulso de un importante sector productivo del país, como es la edificación, que es un pilar de la industria de la construcción, y depende en su mayor parte de la inversión privada.
Creo que el país logró un balance económico y financiero, además del respeto a las instituciones autónomas, como el Banco de México (Banxico), y que se establecieron reglas muy claras para la inversión. Todo ello provocó que los indicadores financieros en México fueran los adecuados, en particular, las tasas de interés.
Gracias a ello el crédito empezó a existir, el crédito individual (hipotecario) regresó con tasas de interés bastante razonables, lo que detonó la industria residencial y de vivienda en todo el país.
También el Tratado de Libre Comercio (TLCAN) de 1994 fue un parteaguas, porque permitió que el tipo de cambio jugara a favor de nosotros en momentos adversos. Ambos elementos impulsaron nuestras exportaciones y detonaron regiones productivas del país, con demanda inmobiliaria.
Entonces, la apertura de mercado provocó que de 1990 a la fecha tuviéramos un crecimiento brutal en nuestra industria, que antes era muy pequeña. Hoy estamos recogiendo los frutos de lo que sembramos.
Por supuesto, los Fideicomisos de Inversión y Bienes Raíces (Fibras) no existían, ni muchos otros medios de acceso a capital y financiamiento para impulsar nuevos proyectos inmobiliarios
Por otra parte, la clase media en México que ha venido creciendo y fortaleciéndose, es lo que impulsa la demanda de espacios de vivienda, de comercio, laborales (oficinas) y productivos (industriales).
Al mismo tiempo, los desarrolladores se han profesionalizado, y su propio crecimiento y desarrollo les ha permitido invertir en tecnología financiera, en tecnología de construcción, en tecnología de ventas y, por lo tanto, actualmente están mucho más avanzados. Yo diría que México es de los países más sofisticados a nivel mundial en el mercado de bienes raíces. A ese grado.
Texto Pablo Cortina cordero
Foto: axel carranza / postensa