Los avances tecnológicos han acelerado la capacidad de una ciudad para cambiar y evolucionar, agudizando el contraste con los procesos legislativos lentos de otras ciudades.
En la medida que la política se ha nacionalizado, la resolución de problemas se ha localizado. El desafío de la democracia en el mundo moderno ha sido cómo unirse a la participación, que es local, con el poder, que es central.
Alguna vez el Estado-nación hizo el trabajo. Sin embargo, recientemente se ha vuelto demasiado grande como para permitir una participación significativa, aunque sigue siendo demasiado pequeño para abordar el poder global centralizado.
El nuevo orden mundial está desplazando el poder hacia abajo: desde el Estado-nación hacia ciudades y comunidades metropolitanas; de manera horizontal, del gobierno hacia las redes de actores públicos, privados y cívicos; y globalmente, a lo largo de bucles (distintos elementos ensortijados), transnacionales de capital, comercio e innovación.
La sociedad internacional –que durante mucho tiempo abordó la resolución de problemas de orden político colectivo– ahora parece estar fallando en su capacidad para enfrentar desafíos transnacionales como el cambio climático, seguridad global, derechos humanos, igualdad de género e inestabilidad financiera.
De hecho, la estructura de la sociedad internacional se ha convertido en sí misma en un obstáculo importante para resolver problemas apremiantes de la gobernanza global. Una respuesta sorprendente ha sido el resurgimiento de las ciudades como actores importantes en el escenario internacional. Las ciudades se están convirtiendo cada vez más en actores globales, centros de información, bienes y personas, que están cada vez más conectados en red.
Iniciativas como C40, –que incluye a 90 de las ciudades más grandes del mundo que luchan contra el cambio climático–, un centro y plataforma para que las metrópolis se conecten, compartan experiencias y se movilicen en una amplia gama de problemas locales y globales.
Tema de corresponsabilidad
El Pacto Mundial de Alcaldes y el Consejo Mundial de Alcaldes sobre el Cambio Climático, son ejemplos de alianzas de líderes de gobiernos locales comprometidos y preocupados que abogan por una mayor participación de los actores gubernamentales locales en los esfuerzos multilaterales que abordan problemas relacionados con la sostenibilidad global.
Las Ciudades Unidas y los Gobiernos Locales defienden el autogobierno local democrático y promueven sus valores, objetivos e intereses a través de la cooperación entre los gobiernos locales y dentro de la comunidad internacional. Los ICLEI —Gobiernos locales para la sostenibilidad—, promueven la acción local para la sostenibilidad global y apoyan a las ciudades para que sean sostenibles, resilientes, eficientes en el uso de los recursos, bajas en emisión de carbono (CO2) y que cuenten con diversidad biológica para construir una infraestructura inteligente y desarrollar una economía urbana verde e inclusiva. Estos son solo algunos ejemplos de la función que desempeñan las ciudades hoy en día en el ámbito mundial, tratando de resolver problemas comunes.
Este 2019, durante la reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos, los líderes del sector privado, mundo académico, sociedad y gobiernos, están luchando para dar sentido, habilitar e impulsar la cooperación internacional.
Desde las políticas de Donald Trump para salir de muchas de las principales organizaciones globales, el problema del Brexit y los nuevos gobiernos populistas —desde la izquierda en México hasta la derecha populista en Brasil—, el mundo se enfrenta a una crisis a nivel nacional y estatal. El futuro de la estabilidad global depende de si las grandes potencias piensan y actúan en términos de soberanía o en cadenas de suministro.
Sinergia, más que política
Con el crecimiento de la población y las megatendencias de urbanización, las ciudades son los actores clave, las “botas en el suelo”, los solucionadores de problemas prácticos. Las ciudades tienen que lidiar con problemas cotidianos, como seguridad, gestión de residuos, tráfico y la prestación de servicios locales a ciudadanos.
Las ciudades que forman metroplexes (áreas metropolitanas contiguas que tiene más de una ciudad ancla principal de importancia casi igual. Ciudades como Tokio, Ciudad de México, Nueva York, Los Ángeles, Houston, Chicago y Phoenix tienen ciudades secundarias en sus áreas metropolitanas) como el Gran Copenhague, que no solo comprende dos ciudades –Copenhague y Malmö–, sino también dos países, Dinamarca y Suecia, las cuales tienen que lidiar con problemas comunes y trabajar juntos para encontrar soluciones.
La calidad del aire y la contaminación del agua no distinguen las fronteras físicas. Los gobiernos de ambas ciudades necesitan diseñar estrategias comunes y pensar como una sola entidad. Lo mismo sucede con San Diego en Estados Unidos, y Tijuana en México, que tienen una frontera física con un muro real, que no impide que ambos alcaldes trabajen juntos, compartiendo recursos y planes.
Las cadenas de suministro entre ambas ciudades están creciendo de manera exponencial en el sector de tecnología de la salud y manufactura de alta tecnología. Incluso, tienen un aeropuerto que comparten en una época en la que el gobierno de Trump habla de construir más muros.
Las ciudades de California y Nueva York no se preocupan realmente por la retórica del presidente de los Estados Unidos, ya que tienen que resolver sus propios problemas locales y reales “todos los días” y aun así, aprovechan la experiencia de otras ciudades vecinas y se conectan con el resto del mundo.
El aumento de la innovación tecnológica también ha mejorado el papel de las ciudades. A medida que la ciencia básica y la investigación aplicada llevada a cabo en universidades, hospitales y empresas llegan a los mercados comerciales, las ciudades han acelerado la invención de nuevas tecnologías.
En los últimos años, este progreso ha brindado a las ciudades nuevas formas de hacer crecer las empresas, el valor y los empleos. Por ejemplo, hay esfuerzos en Austin, Texas, por crear una red de energía más inteligente; está la decisión de Pittsburgh para convertirse en un laboratorio viviente para probar autos sin conductor; o la implementación en Copenhague para abrir datos públicos para uso de empresarios y empresas de tecnología mediante el intercambio de datos de la ciudad, a través de una colaboración entre el Municipio de Copenhague, la Región Capital, Clean (un grupo danés de tecnología limpia) e Hitachi.
Smart Cities e Industria 4.0
Con el surgimiento de las tecnologías de la Industria 4.0, especialmente el transporte urbano mejorado por Inteligencia Artificial (IA), redes inteligentes, energía renovable, gestión de residuos, agua y agricultura urbana, no solo reducirán las emisiones de CO2, sino que también ayudarán a mejorar la energía, agua, seguridad alimentaria y el abordaje del cambio climático y las cuestiones ambientales.
Las Smart Cities de todo el mundo, muestran cómo utilizan tecnología y la innovación para resolver sus problemas y mejorar la vida de sus ciudadanos. Con comunicaciones megarápidas, las historias de éxito de cualquier ciudad viajan a la misma velocidad y pueden ser replicadas por otras ciudades, alimentando conexiones y redes aún más grandes.
Y aunque hay una competencia feroz entre ciudades para atraer a más personas, también hay un nuevo modelo de búsqueda de una ventaja competitiva a través de la colaboración.
Los líderes urbanos que enfrentan problemas —que parecen abrumadores— no deben ser tímidos para acercarse y pedir ayuda. Independientemente de la escala, las megaciudades, las ciudades de tamaño mediano y las ciudades pequeñas, enfrentan problemas similares. La delincuencia, presupuestos, recursos limitados, contaminación, tráfico y la recolección de basura, son temas familiares para cualquier alcalde del mundo.
Más ampliamente, los avances tecnológicos han acelerado la capacidad de una ciudad para cambiar y evolucionar, agudizando el contraste que presentan los procesos legislativos lentos. En la medida que los gobiernos nacionales y estatales se han vuelto más escleróticos (débiles o embotados), se ha perdido la capacidad de los gobiernos tradicionales para actuar con agilidad y discreción. Sin embargo, las ciudades pueden acumular la riqueza pública, privada y cívica para crear vías alternas para el diseño, financiamiento y entrega de soluciones de manera rápida.
The Open and Agile Smart Cities Initiative fundada por Martin Brynskov, quien es Doctor en Filosofía de la Universidad de Aarhus en Dinamarca, reúne a 120 ciudades de 24 países y regiones de Europa, América Latina y Asia-Pacífico para compartir experiencias, visiones y soluciones.
Diplomacia de ciudad
¿Por qué deberían las ciudades —tradicionalmente enfocadas en la política local— preocuparse por las relaciones internacionales? Es una evolución inevitable. Las ciudades son cada vez más responsables al tratar los problemas a nivel ciudad que tienen implicaciones globales, tales como la contaminación, salud, seguridad, cambio climático, migración y el bienestar económico. En respuesta, las ciudades están formalizando la cooperación ciudad a ciudad en el escenario internacional y desarrollando redes y asociaciones para desarrollar soluciones a estos desafíos.
Hoy en día, hay al menos 200 redes de ciudades que conectan a las autoridades locales a través de las fronteras y los continentes, y la influencia política y económica de las urbes está creciendo. Se han creado coaliciones nacionales de ciudades de larga vida, algunas de más de 50 años, para hacer oír las voces de las ciudades dentro de la política nacional. También hay un número creciente de gemelos económicos interurbanos, que son más relevantes que nunca, ya que las ciudades constituyen una porción cada vez mayor del Producto Interno Bruto (PIB) mundial.
A escala global, las ciudades están ahora más conectadas que nunca. Sin embargo, los gobiernos locales no son solo espectadores de esta era interconectada, sino que están forjando activamente vínculos a través de fronteras, tomando parte en la configuración de la agenda internacional y cambiando el panorama de la política urbana local, a una cada vez más global.
Como se mencionó, hay cientos de redes de ciudades formalizadas en todo el mundo que abordan una amplia gama de problemas, y el potencial de los compromisos externos de las ciudades es tan vasto como inexplorado. La diplomacia de la ciudad es y debe convertirse en una actividad estratégica para las ciudades de todo el mundo, con el fin de que sigan siendo relevantes en el nuevo orden global.
La diplomacia de la ciudad es la conducción de relaciones externas realizadas por representantes oficiales de ciudades con otros actores, particularmente otras ciudades, Estados-nación, Organizaciones No Gubernamentales (ONG’s) y corporaciones.
Hoy en día, ésta se ha convertido en algo más que una relación simbólica o un intercambio cultural, y las ciudades son cada vez más reconocidas en su potencial para moldear procesos internacionales y agendas globales. Además, los límites de las ciudades se desdibujan a medida que las autoridades municipales, metropolitanas y regionales ven el beneficio de comprometerse globalmente y representar sus dominios en escenarios internacionales.
Un modelo muy interesante y exitoso de la diplomacia de la ciudad son los Embajadores de Buena Voluntad de Copenhague, que es una red de líderes empresariales, innovadores, líderes culturales, expertos en marcas y formadores de opinión pública altamente posicionados, que viven y trabajan en más de 25 países en todo el mundo. La red voluntaria está trabajando para promover a Copenhague a nivel internacional para atraer inversiones extranjeras, compañías, talentos, turistas, convenciones y grandes eventos a la región. Fue fundada en 1996 por Copenhagen Capacity y Wonderful Copenhagen, y desde entonces, ha trabajado para crear crecimiento.
Cada año, en agosto, la reunión anual de Goodwill Ambassadors se lleva a cabo en esta ciudad. Los Embajadores de Buena Voluntad son invitados a casa para un seminario de tres días, en el que se actualizan las últimas noticias del Gran Copenhague, estrategias y prioridades de los actores relevantes y se reúnen con las partes interesadas de la escena empresarial en la ciudad.
El modelo selecciona cuidadosamente a los daneses que viven y están firmemente establecidos en el extranjero para aprovechar sus conexiones y redes para promover la ciudad de Copenhague.
Otros viejos modelos orgánicos que conectan a las ciudades incluyen las diásporas, que tienen una fuerza especial debido a la creciente migración de ciudades de un país a ciudades de un país diferente.
La diplomacia de la ciudad puede desencadenar fuertes lazos económicos, culturales y sociales con otras ciudades. El antiguo modelo de “ciudades hermanas”, que básicamente era una designación honorífica, ahora ha evolucionado hacia flujos dinámicos de capital, personas, tecnología e información entre metrópolis.
Conclusiones
Las ciudades son los nuevos centros de poder, donde la innovación fluye y las personas interactúan. El nuevo orden mundial está cambiando del Estado-nación a las ciudades. La conectividad y las redes entre éstas se están volviendo más valiosas para resolver problemas locales y globales. Las redes de ciudades que abordan el cambio climático, la igualdad de género, la justicia social y la inclusión financiera están creciendo día a día y la diplomacia de la ciudad se está convirtiendo en un conducto más práctico y relevante para fortalecer las relaciones entre las regiones. Las fronteras físicas se están borrando y las funcionales están dibujando el mundo.
Las Smart Cities continuarán conectándose con otras ciudades del mundo a medida que los flujos de personas, datos, capital y bienes sigan creciendo. Una creciente red de Smart Cities ayudará a compartir visiones, experiencias y soluciones a los problemas urbanos más apremiantes.
Texto Humberto Olivo*
Foto: PROXIYM GROUP / bmw / wallhere / wpd / bf / Sensational-Ceremonies