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El Rockefeller Center combina su herencia Art Déco con experiencias de arte, moda y cultura, reafirmando su rol como ícono arquitectónico y urbano de Nueva York.

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Desde su construcción en la década de 1930, el Rockefeller Center ha sido un referente de la arquitectura Art Déco y del urbanismo moderno en Nueva York. Concebido como una “ciudad dentro de la ciudad”, este conjunto monumental no solo transformó Manhattan durante la Gran Depresión, sino que también sentó un precedente en la manera de integrar oficinas, comercio, cultura y espacio público en un mismo enclave.

 

Casi un siglo después, ese espíritu de renovación continúa vivo. Este otoño, el complejo arquitectónico se reafirma como epicentro cultural de la ciudad, ofreciendo una programación diversa que vuelve a activar su plaza y sus rascacielos como escenarios contemporáneos de encuentro.

 

Entre las propuestas más destacadas se encuentra el Pase VIP Sunset en Top of the Rock, diseñado para contemplar el skyline en plena “hora dorada”. La experiencia combina vistas panorámicas, recorridos guiados y una instalación interactiva, subrayando cómo los miradores urbanos se han convertido en parte esencial de la cultura arquitectónica actual.

 

 

 

 

También el recinto alberga instalaciones artísticas de gran escala, como el Mercado de Flores de Fieltro de la artista australiana CJ Hendry, donde más de 100 mil piezas transforman la Plaza Rockefeller en una galería efímera que dialoga con el monumentalismo de sus torres.

A ello se suman iniciativas culturales como NYFW Live, que llevó la Semana de la Moda a pantallas públicas, y la Semana de Broadway, con beneficios en entradas y gastronomía en restaurantes del complejo.

 

El legado arquitectónico del Rockefeller Center se combina con experiencias deportivas y comunitarias. La Ryder Cup instaló espacios inmersivos en la plaza, mientras que cada miércoles el GrowNYC Greenmarket conecta la arquitectura del conjunto con la vida cotidiana a través de un mercado de productores locales.

 

Con su inconfundible estética Art Déco y su capacidad para reinventarse a través de nuevas expresiones culturales, el Rockefeller Center demuestra que su arquitectura no es solo patrimonio del siglo XX, sino también un marco atemporal para la vida urbana contemporánea.