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El “superpeso” no solo regresó, sino que podría convertirse en un factor de estabilidad macroeconómica en 2026, al mitigar presiones inflacionarias en un entorno global todavía marcado por la incertidumbre y la reconfiguración de los flujos financieros internacionales.

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De acuerdo con el área de Estudios Económicos de Banamex, tras un periodo de alta volatilidad a inicios de 2025, el peso mexicano retomó una tendencia de apreciación sostenida frente al dólar, en línea con el debilitamiento generalizado de la divisa estadunidense a nivel global.

 

Los analistas de la institución afirmaron que el regreso del llamado “superpeso” se explica por factores externos e internos que apuntan a un entorno de mayor estabilidad cambiaria hacia 2026.

 

Durante 2025, el dólar mostró una fuerte depreciación frente a las principales monedas del mundo. El índice DXY acumuló una caída cercana a 10.5% respecto al cierre de 2024, tras retomar en diciembre una tendencia bajista que solo se había interrumpido parcialmente en octubre y noviembre.

Entre los factores que explican este movimiento destacan la expectativa de recortes en las tasas de interés de la Reserva Federal, la incertidumbre comercial, el crecimiento de la deuda pública en Estados Unidos y los cuestionamientos sobre su sostenibilidad de largo plazo, así como los ataques recurrentes a la autonomía del banco central estadounidense.

Ha impulsado este contexto flujos hacia activos considerados seguros distintos al dólar y un mayor apetito por riesgo en ciertas monedas emergentes. En el acumulado del año, monedas como la corona sueca, el euro, el peso mexicano, el franco suizo y el real brasileño han registrado apreciaciones de doble dígito frente al dólar.

 

 

Ahora bien, en el caso de México, el peso enfrentó una elevada volatilidad durante los primeros cuatro meses del año, asociada principalmente a la imposición de aranceles por parte de Estados Unidos. Sin embargo, a partir de la segunda mitad de abril comenzó una fase de apreciación que se consolidó desde julio, cuando la moneda pasó a cotizar de forma consistente por debajo de 19 pesos por dólar.

 

Banamex señala que esta fortaleza del peso responde, en buena medida, a la depreciación global del dólar, así como a un efecto menor al esperado por el cierre del diferencial de tasas entre México y Estados Unidos. A ello se suma la reanudación de los recortes de tasas por parte de la Fed, lo que redujo las presiones cambiarias sobre la moneda mexicana.

 

Hacia adelante, el banco anticipa una ligera depreciación adicional del dólar frente a las principales monedas. En este escenario, revisó a la baja sus pronósticos para el tipo de cambio y ahora estima que el peso cerrará 2025 en 18.1 pesos por dólar y 2026 en 18.7 pesos por dólar.

Consideran estas previsiones una menor presión derivada de la revisión del T-MEC, una estabilización del tipo de cambio en niveles más bajos a los previstos originalmente y un impacto limitado del ajuste en el diferencial de tasas.

El fortalecimiento del peso también tiene implicaciones relevantes para la inflación. Banamex estima que la apreciación más significativa del tipo de cambio entre 2025 y 2026 —de 4.1% en promedio anual— contribuirá a contener las presiones inflacionarias.