La irrupción del Covid-19 dio lugar a la aceleración de varios procesos de cambio que ya estaban en marcha en muchas empresas. Lo anterior ha propiciado la implantación de tecnologías que permiten simplificar tareas y optimizar recursos.
Lo anterior se observa en la transformación de los espacios. Hoteles, oficinas y plazas de parking ahora pueden ser puestos de trabajo a disposición de nuevos usuarios.
La gestión de “alquiler por horas” supone un impacto muy grande en la forma en la que hasta ahora se administraban activos. La automatización mediante aplicaciones o herramientas, sin necesidad de que haya una persona o equipo dedicado a ello, facilita la rápida adaptación a las exigencias del momento.
En el sector inmobiliario, el mercado de compraventa de viviendas ha tenido que reinventarse; incluso, las tasaciones de vivienda ya pueden realizarse de forma automática a través de una web.
Por otro lado, esta coyuntura económica ha hecho que muchos sectores se hayan visto obligados a continuar invirtiendo para evitar que sus negocios mueran del todo. Los centros comerciales, por ejemplo, que han sufrido tanto estos últimos meses, gracias a la automatización pueden continuar invirtiendo en marketing y realizando campañas sin la necesidad de que el equipo esté de cuerpo presente.
Eficiencia 3.0
Anteriormente, un equipo dedicaba gran parte del trabajo a la manipulación de documentos físicos, pero la digitalización de procesos impone un antes y un después. Ya no es viable tener a una o varias personas de un equipo ocupadas en tareas que pueden ser realizadas de forma automática.
Tecnologías ópticas de datos o interfaces de comunicación entre sistemas suponen la automatización de tareas sencillas, repetitivas y de poco valor añadido.
En CBRE se utilizan estas tecnologías, que permiten además de optimizar recursos, ser más competitivos y reducir los tiempos de reacción para la toma de decisiones, facilitando el acceso en tiempo real a la documentación generada por los activos, clientes y usuarios, entre otros aspectos.
Como una primera aproximación a la robotización, se ha conseguido que por cada dólar invertido en esta tecnología se obtenga un retorno de lo ahorrado.
¿La tecnología contra el empleado?
Con todo esto, se podría pensar que la robotización y la digitalización juegan en contra de los equipos humanos. Muy al contrario, pues ahora la tecnología permite a los empleados dedicar su tiempo y esfuerzo a la verdadera generación de valor añadido.
Las tareas mecánicas y repetitivas pasan a las aplicaciones y a los sistemas de digitalización de datos, como escanear documentos y dar de alta facturas de forma manual.
Ahora los empleados podrán invertir su jornada laboral en tareas más enriquecedoras como la toma de decisiones en base a informes automatizados. Esto contribuirá al aumento de su motivación, al mismo tiempo que hace más eficiente a la empresa en su asignación de recursos.