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Las firmas de alta gama se blindan ante la volatilidad del mercado inmobiliario adquiriendo propiedades clave en Nueva York y Los Ángeles

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En medio de un entorno económico desafiante, las marcas minoristas de lujo no solo resisten, sino que refuerzan su presencia física en los mercados estratégicos de Estados Unidos.

En un contexto económico volátil, las marcas de lujo están demostrando visión estratégica al invertir en inmuebles clave en las principales ciudades de Estados Unidos. Estas adquisiciones no solo representan una apuesta por la estabilidad operativa y financiera, sino también una reafirmación del valor de la presencia física en zonas comerciales de alto prestigio.

A través de compras, remodelaciones y aperturas, las firmas consolidan su posicionamiento, ofrecen experiencias diferenciadas y aseguran su relevancia a largo plazo frente a una competencia cada vez más intensa en el mercado global del retail de lujo.

Tanto en Nueva York como en Los Ángeles, los gigantes del lujo apuestan por experiencias inmersivas en tienda, remodelaciones espectaculares y adquisiciones inmobiliarias estratégicas que aseguren su lugar en las arterias comerciales más codiciadas del país, indica un estudio de Cushman & Wakefield.

Frente al encarecimiento de los alquileres y la escasez de espacios premium, las marcas han optado por asegurar su futuro con inversiones inmobiliarias contundentes.

En los últimos dos años, al menos 14 operaciones de compra —protagonizadas por nombres como LVMH, Kering, Prada y Rolex— se concretaron en Nueva York.

En Manhattan, la Quinta Avenida sigue siendo el epicentro del lujo. Tiffany & Co. concluyó una transformación de dos años en su emblemático edificio de la calle 57, entregando un espacio de 10 pisos y 110 mil pies cuadrados donde los visitantes pueden incluso disfrutar del té en Tiffany’s.

Louis Vuitton, por su parte, remodela su torre de 20 pisos en el 737 de la misma avenida, mientras Rolex levanta una nueva sede de 30 niveles en el 665, la que será su boutique insignia más grande a nivel mundial.

Chanel también dejó huella al abrir su primera boutique de relojes y joyas en Estados Unidos, y Moncler prepara su tienda global más grande en el número 767.

A unas cuadras, Madison Avenue reafirma su reputación como refugio de las marcas más exclusivas.

En octubre de 2024, Giorgio Armani inauguró un desarrollo integral con residencias de lujo, restaurante y boutiques propias.

Ese mismo mes, Burberry reabrió su tienda insignia tras una extensa renovación, mientras Goyard, Dolce & Gabbana y Jessica McCormack se alistan para estrenar tiendas entre 2024 y 2025, consolidando a la avenida como un enclave de prestigio.

La llegada de Jacquemus en octubre de 2024 marcó su debut en Estados Unidos con una tienda en Spring Street, y Dior siguió la tendencia abriendo su primera boutique independiente de belleza y fragancias.

Balenciaga apostó por una tienda de casi 10 mil pies cuadrados en Greene Street, y Calvin Klein prevé una reapertura en la zona en 2025.

En Los Ángeles, Rodeo Drive mantiene su estatus como símbolo del lujo global. Chanel abrió su mayor tienda en Estados Unidos en mayo de 2023, una experiencia de cuatro niveles con pisos dedicados a servicios exclusivos para clientes.

Rolex y Patek Philippe ampliaron sus espacios con nuevas boutiques, mientras Givenchy se trasladó a un inmueble emblemático diseñado por Frank Lloyd Wright.

Dior y Cartier no se quedan atrás y actualmente transforman sus ubicaciones.

Aunque las oportunidades para adquirir propiedades en Rodeo Drive son escasas, firmas como LVMH y nuevos inversionistas privados han apostado por desarrollos y ampliaciones para responder a la alta demanda.

Tal es el caso de Wilshire Rodeo Plaza, comprada en julio de 2024 por Justin y Tyler Mateen junto con Pouya Abdi, con planes de modernizar y expandir el espacio disponible para marcas de lujo.