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El cierre de 2025 y el inicio de 2026 será un periodo relevante para la toma de decisiones patrimoniales, particularmente en el sector inmobiliario. Especialistas coinciden en que estos meses ofrecen condiciones que favorecen la planeación financiera, la protección del capital frente a la inflación y la identificación de oportunidades de inversión con visión de largo plazo.

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En mercados urbanos con alta densidad y demanda habitacional, como la Ciudad de México, la inversión en vivienda mantiene un comportamiento sólido. Factores como ajustes fiscales, mayor disposición a negociar por parte de desarrolladores y una lectura más clara de las expectativas económicas para el año entrante influyen en el interés por este tipo de activos.

Especialistas de University Tower señalan que, además del componente financiero, la demanda estructural de vivienda en zonas bien conectadas sostiene el valor de los inmuebles, tanto para uso habitacional como para renta. En este sentido, los desarrollos verticales han ganado protagonismo como respuesta al crecimiento urbano, al concentrar vivienda, servicios y cercanía a centros de trabajo.

Entre las ventajas de invertir en bienes raíces durante este periodo destacan la posibilidad de una mejor planeación patrimonial, mayor flexibilidad en esquemas de compra y el potencial de plusvalía en proyectos con buena ubicación. La vivienda en zonas centrales continúa registrando una demanda constante, incluso en entornos de mayor volatilidad económica.

La verticalización se ha convertido en una tendencia dominante en ciudades como la capital del país, impulsada por la necesidad de optimizar el uso del suelo y mejorar la movilidad. Zonas con alta conectividad, infraestructura consolidada y acceso a servicios urbanos presentan un atractivo adicional para inversionistas que buscan estabilidad y crecimiento sostenido del valor de sus activos.

De acuerdo con información del sector, corredores como Paseo de la Reforma han mostrado un desempeño positivo en términos de plusvalía, con crecimientos anuales superiores al promedio de la ciudad. A ello se suma la expectativa de una mayor demanda de alojamiento en los próximos años, asociada a eventos internacionales y al dinamismo económico de la zona.

En este contexto, el sector inmobiliario continúa posicionándose como un refugio de valor frente a la incertidumbre, al combinar activos tangibles con demanda estructural. Para especialistas, invertir en vivienda bien ubicada al cierre o inicio de año no responde únicamente a una coyuntura temporal, sino a una estrategia patrimonial orientada a la estabilidad y al crecimiento de largo plazo.