De acuerdo con Fitch Ratings, una ralentización de la economía local, las presiones inflacionarias y un entorno mundial más volátil, podría presionar las métricas de calidad de los activos, principalmente los créditos para pequeñas y medianas empresas y al consumo, así como generar una creación mayor de reservas crediticias.
En este contexto, destaca, hay una posibilidad alta de que las notas de los bancos que tienen perspectivas negativas disminuyan en caso de una baja de la calificación soberana de México, lo que reflejaría mayores riesgos y un posible deterioro de su desempeño en los próximos 12 a 24 meses.
Fitch recalca que a diciembre de 2016 las instituciones estaban bien capitalizadas y que espera que así continúen y que sean capaces de absorber presiones moderadas en la calidad de los créditos en caso de que empeore el entorno.
Finalmente, la calificadora señala que la volatilidad de los ingresos por intermediación de valores, el menor crecimiento de la cartera crediticia y más provisiones para la cartera de préstamos podrían erigirse como un riesgo para las utilidades de los bancos si la economía se desacelerara.