Herederos de dos revoluciones, la mexicana y la rusa, los muralistas y los gobiernos de México, de 1920 a 1960, formaron una simbiosis muy conveniente para ambos.
Afortunadamente, dentro de la eterna lucha de muchos mexicanos por ser modernos, en los años 50 del siglo XX, surge el movimiento de la ruptura que aglutinaba a un grupo de artistas mexicanos y extranjeros que vivían en México, reaccionando contra lo que representaba el muralismo mexicano.
Entre otros destacaron José Luis Cuevas, Vicente Rojo, Beatriz Zamora, Arnaldo Coen, Brian Nissen, Mathias Goeritz, Carlos Mérida y por supuesto Manuel Felguérez (1928-2020).
A su regreso a México formó parte de la primera generación de artistas abstractos que seguían lo que estaba pasando en Europa con Matisse, Picasso o Miró. En 1958 realizó su primera exposición individual en la galería de Antonio Souza.
Apoyando la rebeldía de Felguérez ante los dogmatismos del muralismo empeñado en implantar el socialismo en México, Octavio Paz escribió:
Son exhibidas 52 obras de Manuel Felguérez, entre pinturas de gran formato, esculturas y maquetas de obra pública, además de fotografías y documentos personales del artista.
Decenas de exposiciones en México y el mundo han permitido a un amplio público conocer su vasta obra que a lo largo de su trayectoria siempre osciló entre la pintura, los murales y la escultura.
Creó murales en los cines de los cincuentas y sesentas con salas que albergaban más de mil espectadores como el Diana.
Y obras públicas como la fuente del Caballito, el camellón de Taxqueña y la portentosa reja Tzompantli del Museo de Antropología donde décadas atrás había diseñado la celosía del patio cubierto por el paraguas. También realizó escenografías para cine y teatro sobre todo con Alejandro Jodorowsky.
Por si fuera poco, también tuvo una sólida carrera académica en Cornell, Harvard y en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.
Su generosidad contribuyó a crear en su natal Zacatecas el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez. En un edificio que fue seminario y luego cárcel abrió el nuevo museo dedicado al arte abstracto mexicano en 1998.
El debate que inició la generación de la ruptura no ha terminado. Hoy, en la confusión que se vive, en México y en el mundo a veces no se sabe si lo que representa a México son las calaveras, los ajolotes y el cempasúchil o la estética ramplona que ha hecho retroceder la pintura, la arquitectura, la escultura y hasta el diseño gráfico.
* Presidente de la Fundación Maestro José Luis Cuevas.