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Es clave para una recuperación económica sostenible, e implica inversión, creación de empleo y oportunidades para las mujeres. 

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Los países de Latinoamérica y el Caribe (LAC) deben invertir en la economía del cuidado para lograr una recuperación transformadora con equidad de género, tras la crisis por la pandemia del Covid-19, que dejó la peor contracción económica y dificultad social de los últimos años en la región. 

Pues la aquejó fuertemente a las mujeres, con el aumento el desempleo, la pérdida de ingresos y se generó una mayor carga del cuidado, y esto se exacerba en los hogares de menores ingresos, señaló la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

Refirió que la transversalidad de la perspectiva de género en todas las políticas de recuperación es necesaria pero no suficiente, toda vez que se requieren acciones decididas en la fiscalidad, el empleo, las políticas productivas, económicas y sociales que protejan los derechos de las mujeres alcanzados en la última década. 

Ana Güezmes, directora de la División de Asuntos de Género de la Cepal, dijo que si bien los gobiernos toman medidas para dar respuesta a la crisis del cuidado profundizada por la pandemia, los desafíos persisten, en donde  la economía del cuidado es clave para una recuperación de capital sostenible. 

Esto implica inversión, creación de empleo y oportunidades de participación en la economía para las mujeres. Se requiere un nuevo pacto fiscal que amplíe la recaudación de forma progresiva y oriente estratégicamente el gasto y la inversión hacia una recuperación transformadora con igualdad de género.

Durante el panel ‘Hacia una sociedad del cuidado para una recuperación con igualdad de género y sostenibilidad’, Güezmes detalló que la insuficiencia de las políticas públicas de cuidados y la prolongada crisis del Covid-19 profundizan los nudos estructurales de la desigualdad de género. 

Apuntó que existe desigualdad socioeconómica y pobreza que profundizan las brechas de género, ya que hay bajos salarios para quienes cuidan, pobreza de tiempo para mujeres, precarización del trabajo de cuidado remunerado y feminización de la pobreza por ingresos.

Añadió que hay patrones culturales patriarcales, como división sexual del trabajo, discriminación a trabajadores migrantes y una naturaleza de cuidado con tareas hacia las mujeres, así como una concentración del poder, que limita la participación de las mujeres en espacios públicos.

Esta crisis es una oportunidad para afirmar el compromiso y la voluntad de toda la sociedad y transitar a un nuevo estilo de desarrollo, basado en la igualdad y la sosteniblidad para hacer realidad una distribución equitativa del poder, los recursos y el tiempo entre hombres y mujeres, afirmó la especialista.

/Con información de Milenio/