Para revitalizar la economía actual y satisfacer las necesidades futuras dentro de los límites planetarios, debe desarrollarse una infraestructura resiliente y sostenible. Por si fuera poco, las infraestructuras existentes, construidas predominantemente con combustibles fósiles, están mal equipadas para los extremos climáticos y enfrentan escasez de materiales e intensidad de carbono.
Otras aún carecen de infraestructura básica. En cualquier caso, un fallo de infraestructura sería desastroso.
Los responsables de la toma de decisiones y los planificadores se enfrentan a diversos problemas estratégicos urgentes relacionados con la transición de la infraestructura a las nuevas condiciones. La vulnerabilidad general de la infraestructura se manifiesta de diversas maneras:
* Adaptación tardía. La infraestructura crítica se adapta lentamente al cambio climático. Los riesgos físicos para las inversiones y los activos suelen subestimarse, lo que podría provocar pérdidas de valor de hasta el 50% para 2050. Mientras tanto, la escasez de terrenos seguros para la construcción es cada vez mayor, lo que provoca una retirada gradual de las zonas de alto riesgo.
* Expectativas sociales. La sociedad exige cada vez más infraestructuras públicas transformadoras, asequibles, inclusivas, saludables y fiables. Sin embargo, la mercantilización de servicios esenciales como el agua, el deterioro de las vías férreas y las autopistas, el aumento de los precios de la energía y los riesgos de calor para los trabajadores de la construcción socavan la resiliencia cívica. Si bien las infraestructuras esenciales siguen siendo asegurables, los costos de la transición corren el riesgo de recaer desproporcionadamente sobre los más pobres.
* Escasez de materiales estratégicos. La escasez de materiales estratégicos puede ralentizar los esfuerzos de descarbonización. Cada 15 a 25 años, es necesario reemplazar paneles solares, turbinas eólicas y baterías obsoletas, lo que aumenta la presión sobre recursos críticos. Al mismo tiempo, existe una creciente tensión entre la necesidad de reducir la huella ambiental de la construcción y la demanda de infraestructuras más resilientes para resistir condiciones climáticas extremas y ciberataques.
La forma en que se abordarán estas preguntas depende de numerosos factores variables. Para prepararnos para el futuro, cinco escenarios de infraestructura global para 2100 pueden ofrecer información sobre posibles desarrollos y ayudar a establecer prioridades específicas para cada contexto.
Cinco escenarios de infraestructura global para 2100
- Una ‘tecnosfera’ circular y resistente al clima. La “tecnosfera” se refiere a la masa total de estructuras, sistemas y materiales creados por el hombre: Desde edificios y carreteras hasta máquinas y residuos. Su peso supera actualmente al de todos los organismos vivos de la Tierra, lo que pone de relieve la enorme huella material de la civilización moderna.
Arquitectura vernácula: Estilos de construcción antiguos autóctonos de una región o cultura específica, técnicas de construcción de baja y alta tecnología que se combinan con características de diseño pasivo (aquellas que no dependen de la energía o de una máquina sino de la física), desde regiones áridas para crear edificios que resistan el calor y las inundaciones.
- Infraestructura virtual y armada. En este escenario, las corporaciones dominan los datos, las ciudades y la infraestructura. Esta transición hacia el control del sector privado impulsa entornos desregulados, individualizados e inmersivos, con la minería expandiéndose al espacio, el Ártico y las profundidades marinas.
La planificación espacial y urbana se basa en la IA y el diseño está automatizado, y la construcción robótica es la norma. La infraestructura está dotada de sensores y materiales de recopilación de datos, lo que facilita el mantenimiento predictivo y la vigilancia constante. Mientras tanto, los ricos se refugian en islas artificiales y cerradas.
- Infraestructura estancada y atrapada en el carbono. La falta de descarbonización y el aplazamiento del mantenimiento resultan en activos e infraestructuras estancados que dependen de los combustibles fósiles. La pérdida de valor se vuelve sistémica y se extiende desde las infraestructuras a las pensiones y los fondos de inversión, los trabajadores, los proveedores y los beneficiarios de las transferencias sociales.
- Microinfraestructura descentralizada. La planificación transcontinental fracasa si no funciona un mercado energético único, lo que lleva a una gestión localizada de la infraestructura básica por parte de municipios, pequeñas y medianas empresas, cooperativas ciudadanas y barrios urbanos.
Los recursos territoriales y las capacidades humanas se combinan para generar células energéticas o biogás en el interior del país, conectadas o no a la red, lo que fomenta el comercio entre pares y la autosuficiencia en ciclo cerrado.
Algo tiene que ceder
Las inversiones preferidas deben ser eficientes y efectivas para la defensa climática a largo plazo y brindar beneficios ahora y en el futuro.