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En el marco del Día Mundial del Matrimonio, que se conmemora el cuarto domingo de abril, resurgen reflexiones sobre el compromiso conyugal y, particularmente, sobre las decisiones patrimoniales que dan sustento a una vida en pareja.

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Elegir dónde y cómo vivir es una de las decisiones más significativas, no solo por su valor emocional, sino también por su impacto legal y financiero.

Las decisiones patrimoniales dentro del matrimonio, especialmente en torno a la vivienda, son fundamentales para la estabilidad y el futuro de la pareja. Aunque a menudo se posponen, hablar abierta y tempranamente sobre el régimen patrimonial, la propiedad y el hogar fortalece la confianza mutua, previene conflictos y consolida el proyecto de vida en común.

 

En México, el régimen patrimonial con el que se contrae matrimonio —ya sea separación de bienes o sociedad conyugal— determina el destino de los activos adquiridos, especialmente la vivienda. En la separación de bienes, los patrimonios se mantienen por separado, mientras que, en la sociedad conyugal, todo lo adquirido durante el matrimonio pertenece a ambos, incluida la vivienda.

 

 

“Son fundamentales estas decisiones legales y financieras, que a menudo se postergan o se evaden, para garantizar la estabilidad patrimonial de la pareja a largo plazo”, afirmó Ingrid Acebo, Project Manager de University Tower.

Incluso propiedades adquiridas antes del matrimonio pueden tener implicaciones si se convierten en vivienda familiar. En estos casos, el cónyuge no propietario tiene derecho de uso y debe autorizar cualquier decisión sobre la venta o hipoteca del inmueble.

Más allá del aspecto jurídico, la vivienda representa una inversión emocional. Es el espacio donde se construyen recuerdos, se planea el futuro y se consolida la vida en común. “El matrimonio es más que una firma; es un proyecto de vida que necesita bases sólidas. Elegir el lugar ideal para comenzar esa etapa juntos es una de las decisiones más importantes que puede tomar una pareja", concluyó Acebo.

 

En un contexto donde el matrimonio adopta formas más inclusivas y equitativas, hablar de finanzas y patrimonio desde el inicio fortalece la confianza mutua y previene conflictos futuros. Así, el amor también se construye con claridad, acuerdos y previsión.