El modelo tradicional de oficina está quedando atrás. En México, el auge del coworking ha transformado la manera en que profesionales y empresas entienden el trabajo diario. Más allá de escritorios compartidos, hoy estos espacios son ecosistemas que integran tecnología, diseño, comunidad y bienestar.
Del escritorio fijo al trabajo basado en actividades
Para Daniel Zampa, arquitecto y docente en ESDESIGN, el coworking no es solo un lugar, sino una nueva filosofía laboral: Abierta, colaborativa y flexible. “El trabajo ha cambiado, y el espacio también. Diseñar coworkings implica integrar creatividad, tecnología y cultura para generar experiencias de trabajo distintas”, afirma.
Uno de los grandes cambios es la aplicación del modelo de “trabajo basado en actividades”. Es decir, el profesional moderno realiza distintas tareas a lo largo del día, y necesita entornos adecuados para cada una: Espacios para concentrarse, colaborar, descansar o tener videollamadas. Por eso, los coworkings en México ya ofrecen cabinas insonorizadas, salas de descanso, terrazas, áreas de meditación y cocinas comunes.
Talento joven y nuevas formas de trabajar
Este nuevo formato responde también al perfil del trabajador actual: Freelancers, startups, emprendedores, nómadas digitales y equipos híbridos. Para ellos, el coworking es el “tercer espacio” entre el hogar y la oficina tradicional.
Zampa concluye que un buen coworking se percibe desde que se entra: No solo se trabaja, se inspira, se conecta y se crea comunidad. Así, el coworking se consolida como una respuesta arquitectónica, cultural y tecnológica a los desafíos del mundo laboral del siglo XXI.