|  

Los espacios de coworking en México están redefiniendo cómo se trabaja, al integrar tecnología, flexibilidad y bienestar en entornos colaborativos que responden a las nuevas necesidades del profesional moderno.

3 No me gusta0

El modelo tradicional de oficina está quedando atrás. En México, el auge del coworking ha transformado la manera en que profesionales y empresas entienden el trabajo diario. Más allá de escritorios compartidos, hoy estos espacios son ecosistemas que integran tecnología, diseño, comunidad y bienestar.

 

Al cierre de 2024, México contaba con más de 390 mil metros cuadrados de espacios de coworking, y casi el 90% de esta oferta se concentra en Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara. En estas urbes se encuentran desde oficinas flexibles hasta centros especializados en tecnología, sostenibilidad y diseño.

 

Del escritorio fijo al trabajo basado en actividades

Para Daniel Zampa, arquitecto y docente en ESDESIGN, el coworking no es solo un lugar, sino una nueva filosofía laboral: Abierta, colaborativa y flexible. “El trabajo ha cambiado, y el espacio también. Diseñar coworkings implica integrar creatividad, tecnología y cultura para generar experiencias de trabajo distintas”, afirma.

Uno de los grandes cambios es la aplicación del modelo de “trabajo basado en actividades”. Es decir, el profesional moderno realiza distintas tareas a lo largo del día, y necesita entornos adecuados para cada una: Espacios para concentrarse, colaborar, descansar o tener videollamadas. Por eso, los coworkings en México ya ofrecen cabinas insonorizadas, salas de descanso, terrazas, áreas de meditación y cocinas comunes.

 

 

Talento joven y nuevas formas de trabajar

Este nuevo formato responde también al perfil del trabajador actual: Freelancers, startups, emprendedores, nómadas digitales y equipos híbridos. Para ellos, el coworking es el “tercer espacio” entre el hogar y la oficina tradicional.

 

La tecnología es otro pilar clave. Sistemas inteligentes de reserva de espacios, herramientas colaborativas, conectividad de alta calidad y eventos para crear comunidad son ahora parte esencial de la propuesta de valor.

 

Zampa concluye que un buen coworking se percibe desde que se entra: No solo se trabaja, se inspira, se conecta y se crea comunidad. Así, el coworking se consolida como una respuesta arquitectónica, cultural y tecnológica a los desafíos del mundo laboral del siglo XXI.